Capítulo 41

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03 de enero 2015.

Elina.

Despedirme de mis hermanos había sido una de las cosas más difíciles cuando llegó el momento de marcharme aunque les prometí que la próxima vez que regresará era para quedarme con ellos, Kai parecía bastante triste más por la partida de Klaus que por la mía haciendo que Dan y yo como buenos mellizos volviéramos a ofendernos por su favoritismo. El viaje fue lo suficientemente largo para poder dormir durante todo el vuelo pero tantas cosas me daban vuelta en la cabeza que solo pude dormir unos cuantos minutos.

Para llegar hasta Eric teníamos que atravesar primero a los que estaban debajo de él y eso incluía a Olivia y a Danielle, Klaus tenía bastante claro lo que íbamos a hacer y en cuanto aterrizamos en Nueva York, Ethan se encargó de llevar a Kara al penthouse y Theo junto con Luka se encargaron de llevarnos a nosotros al almacén.

La siguiente persona en morir era Olivia pero si de algo estaba segura es de que yo no iba a ser quien la matará, iba a morir en manos del hombre que ella amaba: Eric.

–¿Cómo haremos eso?–inquirió Kol.

Mordí mi labio inferior con nerviosismo, Niklaus y yo dentro del almacén éramos aliados y fuera de el dos personas que se querían con locura.

–Hace un tiempo Eric la amenazó, si volvía a ponerme un dedo encima la mataría.–me sujete del respaldo de la silla.

Todos guardaron silencio esperando a que continuará.

–La muerte de Olivia va a ser la más fácil, Eric está donde yo quiero que esté y no va a dudar en cumplir su palabra.–dije con crudeza– yo me encargaré de la muerte de Olivia Klein.

La reunión no duró más de diez minutos dejándome sola con Klaus que miraba un punto fijo en la pared con los ojos oscuros, su mandíbula estaba tensa y su respiración pesada.

–Necesito solo de tu ayuda para llevar acabo mi plan.–la seguridad en mi voz hizo que las palabras sonarán bruscas.

Entre más pronto murieran más pronto dejaríamos América, ansiaba irme, ya había probado lo bien que se sentía vivir sin el miedo de morir en manos de Cohen y no iba a renunciar a eso por ningún motivo.

Antes de marcharme del almacén baje al sótano para hacer un poco de ejercicio corriendo en las caminadoras observando como las personas incluyendo a Kol entrenaban sin parar haciendo que cada gota de sudor valiera la pena, estuve a punto de perder el equilibrio cuando aquel magnetismo que nos unía se hizo presente cuando tomo lugar a mi lado en la otra caminadora.

Un short negro que se le ajustaban a las piernas y una camiseta sin mangas de color gris logro que mi boca se hiciera agua, había sido una increíble idea el tener ropa extra en el despacho para cualquier emergencia.

–No sé si es para provocarme o provocarlas a ellas.–murmuré señalando discretamente a las mujeres que habían detenido el entrenamiento.

–Sería incapaz de provocar a alguien más que no seas tú.–dijo burlesco.

Comenzó a correr siguiéndome el ritmo, eche mi cabeza hacia atrás mirando como el culo se le marcaba bajo la tela del short deportivo, jadee y quise fingir que era por el cansancio de estar corriendo.

–En el despacho, ahora.–demande.

–Como ordene.–detuvo su paso.

Subimos las escaleras con las miradas sobre nosotros y en cuanto estuvimos dentro del despacho me olvidé de aquel pequeño acuerdo de comportarnos en el almacén, me tire a sus brazos devorandole la boca con ímpetu deshaciendome del trozo de tela que le cubría el torso, con mis uñas acaricie sus abdominales.

–Provocar es pecado.–dije jugando con el elástico de su short.

–Nena, nosotros somos un pecado.

Nunca me iba a saciar de este hombre.

Bajo su mirada tire de su short junto a su boxer dejando que su longitud brincara ante mis ojos, con una sonrisa maliciosa me puse de rodillas tomando su pene de la base con firmeza para llevar mis labios a su cabeza pasando mi lengua lentamente sintiendo como se estremecía.

–Elina.–jadeo.

–¿Si?–lo mire con inocencia.

Cerré los ojos cuando comencé a meter su gran longitud a mi boca sintiendo como tocaba la campanita de mi boca sin estar complemente dentro de mí, lo rodeé con mi lengua y succione escuchando sus jadeos, sus manos se encerraron en mi cabeza manteniendola firme para comenzar a follarme la boca sin dejar de mirarme.

De alguna forma logré deshacerme del leggins deportivo haciendo mis bragas a un lado para que mis dedos comenzarán a acariciar mi punto imaginando que Klaus era quien lo hacía.

–Joder, que sensual.–dijo agitado.

Me levanto del piso besando mis labios probando su propia excitación, no perdió más tiempo me cargo hasta la orilla del escritorio y me embistió con fuerza siguiendo con los rápidos movimientos que hacían que nuestros cuerpos sonarán al conjunto al unirse.

–Klaus.–gemí.

No dejo que lo tocará, recosté mi espalda en el escritorio dejando que mis talones descansaran en los hombros de aquel hombre que me miraba con tanta intensidad, su mano bajo por el interior de mi muslo hasta mi punto hinchado que me hizo estremecerme en el momento que hizo contacto con él.

–Joder, si.–temblé de placer.

Sus estocadas eran rápidas, mis paredes se contrajeron alrededor de su pene que se hinchaba dentro de mí avisando que estábamos a punto de alcanzar el límite, volví mis manos puños dejándome ir en el orgasmo, el gruñido de Klaus me hizo mirarlo observando como su líquido terminaba en mi abdomen.

–Que delicia.–me reí

Me acompaño en la risa inclinandose para besarme mientras con su mano alcanzaba un par de pañuelos para limpiar mi abdomen.

–Imposible resistirme a ti.–me ayudo a sentarme.

El sonido de un celular nos distrajo e inmediatamente comenzamos a seguir el ruido del celular, tome mi bolsa que estaba en baño abriendola para sacar mi celular.

Eric.

Le mostré la pantalla a Klaus y pude ver la diversión en sus ojos.

–Archer.–respondí.

–¿Has llegado?–dijo de inmediato.

–Si.

Klaus se acercó a mí acariciando mi piel con las yemas de sus dedos, tocando mis muslos hasta que metió su mano entre mis piernas haciendo que me olvidara de escuchar a Eric.

–... inmediatamente.

–¿Eh?–intente prestarle atención.

Lo escuché bufar.

–Te quiero de inmediato en mi casa.–colgó.

Deje el celular a un lado.

–¿Qué quería?–dijo sin dejar de tocarme.

–Mmm... Debo irme.–jadee.

Por más placer que sintiera tenía que marcharme, me vestí con la ropa con la que había llegado guardando la ropa deportiva en un estante del baño.

–¿Te acerco?

–No, iré en la camioneta con Theo.–suspiré– adiós señor Schwarz.

Oculto una sonrisa.

–¿Esas son formas de despedirse señorita Archer?–frunció las cejas.

Ambos caminamos encontrándonos a la mitad del despacho para despedirnos con un beso feroz, sus dedos se aferraron a mi cintura y mis manos a su nuca.

–Nos vemos señor Schwarz.–dije sin aliento.

Me gire lista para irme cuando me dió un azote.

–Nos vemos señorita Archer.–se despidió con una sonrisa socarrona.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora