Capítulo 2.

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12 de diciembre 2012.

Elina.

Todos los días desde la primera vez que me había inyectado aquella maldita droga lo seguía haciendo con constancia, cada vez que se le pasaba dejarme la dosis la ansiedad aparecía haciéndome sentir que moría lentamente, el sudor bañaba todo mi cuerpo implorando por un poco de droga. 

Compartía habitación con una chica rubia que desde el primer día había intentado ayudarme a adaptarme y al ver que comenzaba a convertirme en una adicta trataba de disuadirme.

—No lo necesitas.—me tomo de las manos.

Trate de convencerme, con la boca seca y el cabello pegado a la nuca por el sudor.

—Puedes sobrevivir sin esa porquería.

Kara era rubia, con ojos claros, era realmente dulce a pesar de ser lo que era: una asesina.

—Elina.—abrieron la puerta— tu dosis.

Corrí hasta el hombre que sostenía una pequeña bolsa con polvo blanco, la tomé entre mis dedos yendo a la mesa al lado de mi cama presa de la desesperación que me causaba la sobriedad.

—Elina.— me llamo Kara cuando el hombre se marchó.

Hice un par de líneas con el polvo blanco comenzando a inhalar una por una ignorando por completo a la chica rubia.

—Eres Elina Archer hija de Bianca Mariani y de Connor Archer, hermana melliza de Dante Archer y hermana mayor de...

Sabía que trataba de hacerme entrar en razón pero no podía, la droga me nublaba por completo el razonamiento y las alucinaciones volvieron a aparecer.

El césped picaba en mis pies causando cosquillas que me hacían reír mientras corría por la pradera siendo seguida por Dante que reía junto conmigo, en la cima mire a nuestros padres abrazados mirándonos divertidos.

—¡Papá, mamá!—agite mi mano saludándolos.

Ellos me saludaron con una radiante sonrisa, Dante me tomo de la cintura haciendo caer a un pozo negro donde solo yo me encontraba cayendo sin sentir como el final se acercaba; mi cuerpo impactó de pronto contra el piso manchado de sangre y ahí se encontraban sus cuerpos llenos de gusanos y moscas.

—¡No!—la garganta me ardió.

Me arrastre hasta ellos.

—¡Papá, mamá!—sollocé— ¡No me dejen!

Me gire.

–¡Nonna, lo siento tanto!—le pedí a mi abuela muerta.

El dolor comenzaba a consumirme, convertí mis manos puños golpeando la pared con un vacío en mi pecho.

—Basta.—me sujeto—Basta Elina.

Me encontraba entre las piernas de Kara que acariciaba mi cabello tratando de calmarme pero todo mi sistema estaba alterado.

—Tienes que volver a la realidad.—susurró.

Negué llorando.

—Esto es mejor que mi maldita realidad.–sollocé arañándome los brazos— no voy a sobrevivir con este dolor.

—Tienes que hacerlo Elina, no le des la dicha de destruirte.—me sujeto las manos— yo sé que tú puedes ser más fuerte que esto.

—No puedo.

Me acarició la cabeza en silencio mientras nos encontramos las dos en el piso, ella deteniéndome de que me hiciera daño y yo envuelta en llanto por las alucinaciones que solo me provocaban más dolor.

—Eres más que esto Archer, te ayudaré a salir de esta mierda.

Grite con fuerza como si mi verdadera yo quisiera salir de este trance, el dolor me ahogaba me apretaba los pulmones con fuerza evitando que respirara con normalidad, me aleje de Kara antes de comenzar a vomitar en el piso que miraba manchado de sangre.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora