18 de septiembre 2014.
Elina.
Hacía un clima maravilloso en Manhattan así que había decidido salir a correr un rato para deshacerme del estrés que me generaba trabajar de la mano con Niklaus teniendo que ignorar todo lo que me hacía provocaba al estar juntos, aún me preguntaba cuántos días se quedaría aquí pero no encontraba indicios de que su partida fuera a ser pronto algo que profundamente me alegraba pero a la vez imploraba que se marchará de una vez.
Gire la calle disminuyendo la velocidad con la que corría hasta terminar caminando para entrar al restaurante por mi café matutino que Rosy ya tenía listo en el mostrador con una sonrisa la cual le regrese tomando mi café antes.
-¿Qué tal hoy?-me pregunto con interés.
-Cuatro kilómetros.-respondí un algo agitada.
-Me cansé solo de imaginarlo.-se rio.
-Es cuestión de acostumbrarse.-alce los hombros divertida.
-Lo haces ver fácil.
En la barra le dejé el dinero por el café mientras me alejaba para salir.
-Nos vemos mañana Rosy.-me despedí.
-Ten un lindo día Ellie.
Me despedí con mi mano antes de salir del restaurante caminando con tranquilidad bebiendo de mi café de camino a mi edificio que no quedaba tan retirado, en el trayecto termine casi por completo el café dejando en el vaso menos de la mitad.
-Señorita Archer.-me detuvo Robert, el portero.
Le sonreí.
-Buen día Robert, ¿qué hay de nuevo?-parecía que estaba de buen humor el día de hoy.
Se aclaró la garganta.
-Hay alguien esperando por usted.
Con su cabeza señaló a la persona sentada en la pequeña área que tenía el lobby con unos cuantos sillones.
-Gracias Rob, ya me encargo.
El corazón me martillaba cada vez con más fuerza mientras me iba acercando al hombre que me daba la espalda, me aclare la garganta para que notara mi presencia y fue justo así porque en ese momento se levantó obligándome a tomar el vaso con fuerza para que no cayera al piso.
-¿Qué haces aquí?-mi voz sonó aguda por la sorpresa.
-También me alegro mucho por verte.
Me tense.
-No fue lo que pregunte.
Asintió con una mueca, ahora tenía barba de dos o tres días lucía más mayor.
-¿Entonces?-dije más firme.
-Te extrañamos.
Sentí como si me hubieran dado un golpe con fuerza.
-Creo que te estás equivocando de persona.
-No, estoy delante de la persona que quería ver.-trato de tocarme pero retrocedi- estoy viendo a mi hermana.
-Esa persona ya no existe.-dije con frialdad.
-No digas eso, tú no eres así...
-Entonces ¿qué soy? Porque hasta donde yo estoy enterará soy una asesina.-dije entredientes tensa por el camino que estaba tomando la conversación.
Cada palabra era como una daga para él lo pude notar en sus ojos.
-No lo eres Ellie, eres mi hermana melliza, hermana de Kaira.-dijo con desesperación.
Negué manteniendo mi postura.
-Kaira te extraña muchísimo.-confesó.
Y yo a ella.
-Que lastima.
Suspiró volviendo a tratar de acercarse pero consiguió el mismo resultado.
-¿Cómo le explico que no te volverá a ver?-su voz tembló.
-Dile que morí o algo, no me importa.
Cada vez sentía como me quebraba, no sabía cuánto más podría soportar.
-Somos tu familia.
Negué nuevamente.
-Mi familia murió hace mucho y yo junto a ellos.-dije lo último en voz baja.
-Ellie...
Me recompuse.
-Te aconsejo no volver por aquí.-retrocedí- Rob, no vuelvas a dejar que entre este hombre.
-Si señorita.
Camine hasta el ascensor deshaciendome del café en el trayecto y dando la conversación por terminada aunque tuviera aún mil cosas que explicarle sabía que era mejor así, dentro del ascensor lo mire fijamente sintiendo la necesidad de correr hasta él y abrazarlo con todas mis fuerzas para que nunca se fuera, trague grueso y mire hacia enfrente hasta que las puertas metálicas se cerraron de pronto sintiendo como el aire me faltaba.
Las puertas se abrieron dejando a la vista el living del penthouse.
-Hasta que llegas, el desayuno está listo.-salió Kara de la cocina.
Me mantuve en medio del living sintiendo como todo el dolor recorría cada parte de mi cuerpo.
-Oye ¿estás bien?-se acercó sujetándome del rostro.
-Dante estuvo aquí.-dije muy bajito.
-¿Qué?
La mire abriendo la boca para hablar pero un sollozó salió en su lugar junto a las lágrimas que fui incapaz de detener un momento más, Kara me sujeto mientras caía de rodillas al piso sin poder decir o hacer nada más que llorar.
-Inna...-me acarició la espalda- me estás asustando.
Negué sin poder controlar el llanto, me aferre a sus brazos tratando de encontrar consuelo y ella me lo dió como siempre lo hacía.
-Respira, tranquila... eso es.-me limpió las lágrimas- ¿Qué pasó?
Tome una bocanada de aire.
-Dante estuvo aquí.-susurré con la voz temblorosa.
Abrió su boca pero la volvió a cerrar sin saber que decir, me volvió a abrazar como si de pronto comprendiera todo, no supe cuánto tiempo estuvimos así pero al separarme me encontraba mucho más tranquila, entonces ambas nos levantamos del piso y caminamos a la cocina donde me dió un vaso con agua.
-¿Por qué no le explicaste?-dijo con cautela.
-No lo entendería, sería una estupidez para él.-aclaré mi garganta.
-Lo siento tanto.
-No más que yo, te lo aseguro.
-¿Qué harás?-me miró en silencio.
Sabía casi con certeza que alguien le había metido la idea de venir aquí como si esperará que sucediera la misma tragedia que en París pero eso no sucedería, Eric me había dado su palabra de no tocarlos si yo me mantenía a su lado.
-Ya me encargaré de eso.
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Dulce Infierno ©
ChickLitElina Archer está resignada a pasar el resto de su vida con el hombre culpable de la muerte de sus padres y el infierno en la que está obligada a vivir o eso fue lo que pensó hasta que ocurrió lo que ella llamaba "un milagro". La venganza es un plat...