Capítulo 22

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04 de noviembre 2014.

Elina.

Danielle se había ofrecido para organizar la fiesta para anunciar nuestro compromiso que aunque le había pedido que fuera algo íntimo y privado al llegar al lugar supe que había invitado a los mismos que habían asistido a la fiesta benéfica, suspiré irritada acomodandome al lado de Eric poniendo una sonrisa que demostraba lo enamorada y feliz que estaba de casarme con él, no parabamos de recibir felicitaciones frívolas de parte de las cabecillas que demostraban su felicidad por palabras porque sus rostros no demostraban nada.

–¿Champagne?

Asentí tomando una copa dejando de sonreír un momento sintiendo mis mejillas entumecidas, bebí un trago sintiendo como Eric acariciaba mi cintura.

–Este vestido te queda increíble.–dijo en mi oído.

Sentí como se me erizaban todos los bellos pero no fue por sus palabras sino porque mi cuerpo reacciono de inmediato ante la presencia del señor Schwarz que venía de nuevo con aquella chica rubia, rodé los ojos al verla.

–No sé si pueda aguantar toda la noche.–ignoro a Klaus.

–Señor Schwarz.–saludé cortante.

Eric bufo molesto pues no habíamos tenido ni un solo momento a solas y eso lo agradecía, quería estar el menor tiempo a solas con él por el simple hecho de que no podía estar con él sin pensar en Niklaus o hacer cualquier otra cosa sin pensarlo.

–Niklaus Schwarz, bienvenido.

–Gracias.

El tono de su voz hizo que se me retorcieran las entrañas, mire a la chica de reojo conteniendo las ganas de agarrarla del cabello mal teñido.

–Felicidades a ambos.–dijo tenso.

–Muchas gracias señor.–coloque mi mano en el pecho de Eric mirándolo como si lo amará– la verdad estoy muy feliz de que nos vayamos a casar.

Eric me miró con una sonrisa, me sujeto de la mejilla y me besó.

–No podría estar más feliz.–mire a Klaus– Eric es un maravilloso hombre, no dudo que va a ser un gran esposo.

–Somos un buen equipo.–me miró con adoración.

Los hombros de Klaus subían y bajaban con irregularidad sabía que había logrado enfadarlo, lo mire con una sonrisa triunfadora disfrutando el momento.

–En fin, disfruten la fiesta.–tome a Eric del brazo– permiso.

Caminamos por el lugar pero otra pareja nos interceptó felicitandonos y dándonos sus mejores deseos.

–Iré a la terraza, necesito un poco de aire.–susurré.

Asintió, me dirigí a dónde estaba Kara para tomar mi bolso e ir a la terraza pasando varias puertas hasta llegar a la correcta, había una enorme piscina que estaba iluminada, unas cuantas tumbonas y variedad de plantas alrededor, me acerque a la orilla mirando la ciudad mientras tomaba grandes bocanadas de aire, estar fingiendo que amaba a Eric y que no sentía celos de la mujer que había traído Klaus me hacía sentir más abrumada.

–Ese vestido me está volviendo loco.–dijo a mis espaldas.

–No es el único señor Schwarz.–dije sin mirarlo.

–No lo dudo pero ellos no son yo.–se acercó.

–Tiene razón.–me burlé– ellos no son unos idiotas como usted.

–¿Sigues enfadada?–las yemas de sus dedos recorrieron mi piel estremeciendome.

–Demasiado.–mentí, quería que me follara.

–Mentir no se te da bien.

–No me conoce señor Schwarz como para decir que miento.–me aleje de él.

–Te conozco lo suficiente para saber que estás esperando que te bese y te folle aquí mismo.

Mi cuerpo volvió a reaccionar ante él.

–Trajiste a esa mujer de nuevo ¿por qué?–cambie de tema distrayendo las sensaciones que me provocaba.

–Necesitaba un acompañante.–le resto importancia.

Puse los ojos en blanco.

–Me sigue sorprendiendo lo idiota que puedes llegar a ser Klaus.

–Vuelvo a ser Klaus.–se burló.

Tome mi bolso molesta lista para volver a la fiesta pero me detuvo, mi mirada paso de su agarre a sus ojos repetidas veces.

–Sueltame.–exigí.

–¿O qué?–se acercó más.

Me tense por su cercanía y por las ganas que tenía de besarlo, maldición.

–¿Qué pensaría Eric si supiera que su 'mujer' ahora es mía?–su aliento golpeó mi rostro.

Sonreí con arrogancia.

–No soy tuya.

–Tú cuerpo no dice lo mismo.–me sujeto de la cadera.

Me reí sintiendo el corazón acelerado.

–Así como te conseguí a ti para que me follaras puedo conseguir a alguien más, no te creas tan importante.–me separé de él con brusquedad.

–¿No era que te gustaba?–dijo con gracia pero su rostro se mantenía duro.

–El sexo me nubla el razonamiento.–alce los hombros.

Se cruzó de brazos y yo me di la vuelta caminando a la puerta.

–Entonces no te importará si me follo a mi acompañante está noche.

Me detuve sintiendo como el cuerpo me ardía, respiré profundo.

–Puede follar con quién quiera señor, eso haré yo.–lo mire sobre mi hombro.

Tome la perilla de la puerta cuando lo sentí detrás de mí, su pecho se pegó a mi espalda y me ví obligada a callar el grito de sorpresa.

–No sé te ocurra hacerlo Elina.–dijo cerca de mi oreja erizandome los vellos de todo el cuerpo.

–¿O qué?–me gire quedando frente a frente.

–No juegues con fuego porque...

–¿Me puedo quemar?–me burlé– estoy acostumbrada a arder señor Schwarz.

Guardo silencio, lo sujete de la nuca acercándolo más a mí, lo mire fijamente y con nuestro labios a milímetros disfrutando ver cómo lo tenía a mi merced con aquel simple acto.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora