Capítulo 36

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Berlín, Alemania.
20 de diciembre 2014.

Elina.

En Alemania hacia más frío que en Nueva York y la nieve era mucho más densa, por la ventana pude observar como está cubría los techos de las casas, los jardines, los coches, absolutamente todo lo que se pusiera en su camino.

Increíble.

Mi boca se abrió cuándo una enorme mansión se atravesó en mi campo de visión, la nieve estaba amontonada dejando el camino libre para las dos camionetas dónde estábamos viajando.

-No sabía que eras tan rico.-dije asombrada.

Alzó los hombros con diversión.

-Me acostumbré a la suite.-confesé.

-Tengo un hotel en el centro de la ciudad.-murmuró.

-Vayamos ahí, tu y yo...-mis labios se elevaron hacia arriba.

-No me des ideas Elina.-me tomo de las mejillas dejando un fugaz beso en mis labios- andando.

Mis dientes chocaron entre ellos cuando salí de la camioneta observando algunas de las grandes ventanas que tenía la casa, tenía un aspecto muy moderno.

Mi mano se calentó cuando Klaus entrelazó nuestros dedos llevándome a las escaleras que adornaban la entrada, una fina capa de nieve las cubrían y yo me sentía como una niña pequeña mientras avanzabamos y observaba nuestro alrededor, era un lugar impresionante.

-¿Lista?-pregunto con la mano en el pomo.

Asentí emocionada mirando como giraba el pomo de la puerta, el calor me golpeó cuando nos adentramos a la casa y a primera vista pude observar un par de escaleras pegadas a los laterales de las paredes, en medio de las escaleras pude observar la sala de estar donde se encontraba Dan cargando a Kaira que ponía las esferas en el pino.

Me deshice del abrigo que parecía pesar una tonelada y con una sonrisa di zancadas hasta ellos deteniendome a unos cuantos pasos.

-Se ve precioso.

Ambos se giraron mirándome, Kai salto de los brazos de Dan para correr hasta los míos y sin dudarlo la tomé cargándola.

-Ich habe dich vermisst, Ellie.

Te extrañe Ellie.

Sonreí por el extraño acento que salió de sus labios al hablar alemán.

-Oh, ich sehe, du lernst Deutsch.-arrugue la nariz divertida.

Oh, veo que estás aprendiendo a hablar alemán.

Asintió con energía.

Dan y yo sabíamos hablar alemán casi como si fuera nuestra lengua natal al igual que italiano pues nuestra madre era italiana.

-¿Quién te enseña cariño?-la deje en el piso.

-Zel y Dan.-sonrió jugando con las puntas de su cabello.

Sonreí con el pecho lleno de alegria, besé su frente y me dirigí a Dan que me envolvió en sus brazos en un fuerte abrazo que me hizo saber cuánto me extrañaba.

Yo también lo había hecho, sentía como si hubiera pasado una eternidad desde la última vez que los ví.

-¿Te gusta?-Kai señaló el árbol.

-Es precioso mi niña.-dije desde los brazos de Dan.

Kai siguió tomando esferas de una caja y las puso en la parte baja del pino.

-¿Que haces aqui?-murmuró.

-Vine a pasar navidad con ustedes.-dije alegré.

Me apretó contra su pecho.

-¿Cómo le voy a agradecer a el señor Schwarz?-dijo sobre mi pelo.

-¿Por qué?

-Por todo lo que ha hecho por nosotros.-una capa de lágrimas le cubrieron los ojos.

Le di un pellizco en la espalda que logro distraerlo, había pasado mucho tiempo desde que pudimos celebrar Navidad juntos con nuestra familia.

-Pero mira que tenemos aquí.-se unió Klaus.

-¡Klaus!

Lleve mi mano a mi pecho ofendida por la mejor recibida que había tenido Klaus por parte de Kai.

-Señorita Kai pero que enorme está.-la saludo con calidez.

-Ya soy una niña grande.-dijo con inocencia.

Klaus cargaba a Kai que parecía entretenida jugando con su barba.

-Me pondré celosa.-bromee.

Klaus tiro de mi brazo separandome de Dan para besar mi frente divertido, saludo a Dan con un apretón de manos y después de un rato Kara se unió desatando una presentación con mis hermanos que se acoplaron a su presencia de inmediato.

-Zel ha preparado chocolate caliente.-entro Bogdan con una bandeja.

-Oh no.-dijo Klaus fingiendo terror- vamos a morir intoxicados.

Klaus dejo a Kai en el piso cuando su hermana le golpeó el hombro molesta pero con un abrazo de su hermano se relajó riendo.

-Elina, hola.-me abrazo- que gusto verte de nuevo.

-Lo mismo digo.-le correspondí el abrazo.

Kara se presentó ante Bogdan y Zel entablando conversación de inmediato con ellos, extrañamente me sentía en familia y no solo porque mis hermanos estaban aquí sino por todas las personas que se encontraban.

Comencé a servir el chocolate caliente y todos tomamos asiento alrededor de la chimenea en silencio observando como las llamas consumían la madera.

Recargue mi cabeza en el pecho de Klaus escuchando sus latidos tranquilos, bebí de la taza antes de girarme para poder mirarlo.

-¿Qué?-me miró con más cejas alzadas.

Sonreí acariciando su mejilla con mi mano libre.

-Quererte de la forma en la que te quiero debería ser delito.-dije solo para nosotros.

-Entonces ambos iremos presos.-respondió escondiendo una sonrisa.

Cerré mis ojos cuando sus labios tomaron los míos de una forma dulce que me hizo sentir por un momento en las nubes.

-Te quiero Elina Archer.-susurró.

-Te quiero Niklaus Schwarz.-respondí.

Alguien carraspeo.

-Ahora yo me pondré celoso.-dijo enfadado mi mellizo.

Me reí alcanzando un cojín para lanzarlo a su dirección.

-No sé si agradecerte por traerla aquí o matarte por tocarla.-dijo con gracia sujetando el cojín.

-Aceptare la primer opción.-se burló.

La forma en la que se llevaban aún me sorprendía, parecía que se conocían de años y se trataba como si así fuera, no podía negar que eso me hacía completamente feliz. El resto de la tarde estuvimos charlando y bromeando entre todos llevando un ambiente tan tranquilo que la felicidad no lograba caber en mi ser.

Cuando estaba a su lado todo era perfecto. Me sentía en mi hogar.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora