Niklaus.
Apreté con fuerza la mandíbula mirando como mi padre le gritaba a Zel que solo se hacía pequeña en su asiento aguantando las lágrimas delante de aquel hombre.
–Pero no quiero estudiar eso padre...–su voz sonó débil.
–Pues yo soy quien está pagando tu carrera así que vas a estudiar lo que yo quiera...
Lo mire con recelo.
–...Sino te gusta puedes ir buscando trabajo para pagar tu carrera.–finalizo.
–Pero papá...–su voz tembló.
Le dió la espalda haciéndole entender que no iba a cambiar su decisión, Zel se levantó y se marchó con el rostro cubierto de lágrimas, me levanté para ir tras de ella pero él me detuvo.
–Deja que haga su capricho, ya se le pasará.–dijo desde su asiento.
–No puede obligarla a hacer algo que no le gusta.–lo mire desafiante.
–Y tu no puedes decir que hacer con mi hija.–respondió tajante– cuando tengas hijos lo entenderás.
–Cuando tenga hijos Dedrick no seré igual que tú, tenlo por seguro.–salí del despacho dando un portazo.
Subí a la segunda planta de la casa yendo directamente a la habitación de Zel, desde afuera se podían escuchar sus sollozos que me revolvía todo queriendo regresar y golpear a el estúpido de nuestro padre.
–Zel.–abrí la puerta– ¿Puedo pasar?
Escondió su rostro en la almohada sin recibir respuesta pero aún así decidí entrar cerrando la puerta a mi espalda para caminar hasta la cama, me senté y coloque mi mano en su tobillo.
–No llores por favor.–le pedí en un susurró.
Desde que mamá había enfermado solo éramos ella y yo, verla llorar era como si me hubieran enterrado una daga directo al corazón. Dedrick decía que era débil pero yo no lo consideraba así.
Si algo tenía bastante claro era no querer ser como él.
–No quiero dedicarme a eso.–sollozó.
–Te queda un año Zel, termina la carrera y mientras yo conseguiré alguna fuente de ingreso para pagarte esos cursos de cocina que quieres ¿Si?
Me miró con el rostro iluminado.
–¿De verdad?
Asentí con una sonrisa torcida.
–Deja de llorar.–le limpié las lágrimas.
Me tomo de la muñeca con una mueca.
–¿Qué haría sin ti Niklaus?–murmuró.
La atraje a mí para envolverla en mis brazos.
–Te invito un helado ¿quieres?–dije suavemente.
Asintió como una niña pequeña.
–¿Después podemos ir con mamá? La extraño.
Ojalá Dedrick usará de aquel poder que poseía para darle mejor atención médica a mi madre pero parecía que le urgía que ella muriera, era un grandísimo cabron con todas las letras.
Ahora mismo era una de las cabecillas con más poder dentro de Europa con los parisinos siguiéndome el paso y los italianos prefiriendo crear alianzas con los americanos, los londinenses preferían mantener tregua con todos para así evitar problemas, nunca se involucran en problemas que no fueran de ellos, preferían negociar con todo mundo y hacer sus negocios de la mejor forma posible.
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Dulce Infierno ©
ChickLitElina Archer está resignada a pasar el resto de su vida con el hombre culpable de la muerte de sus padres y el infierno en la que está obligada a vivir o eso fue lo que pensó hasta que ocurrió lo que ella llamaba "un milagro". La venganza es un plat...