Capítulo 9

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Londres.
21 de mayo 2014.

Elina.

Últimamente pelear con Eric era mucho más fácil que antes, en estos momentos pareciera como si mi simple presencia lo hiciera estallar en mil pedazos. Tome mis cosas molesta yendo a la salida del lugar donde nos estábamos quedando.

—¿A dónde carajos vas?–me dijo sin moverse de su sitio.

—A un lugar lejos de ti.–dije desde la entrada.

—Más vale que no...

Cerré la puerta a mis espaldas con un azoton comenzando a caminar hacia la ciudad sintiendo mi pulso a mil por hora.

El centro de Londres estaba cerca así que no tarde mucho en comenzar a adentrarme ahí rodeada de algunos sitios de comida, tiendas de ropa y otras tantas cosas. Me detuve delante de The Rooftop que tenía pinta de restaurante aunque por los ventanales había visto a gente bebiendo, excelente, lo que necesitaba, un trago.

—Buenas noches señorita.–me atendió un chico en la entrada.

—Buenas noches.–le regale una sonrisa.

Pude notar un poco de rubor en sus mejillas, se aclaró la garganta volviendo a tomar su postura profesional.

—¿Mesa para cuántos?

—Uno.

—¿Prefiere aquí o en la terraza?

—En la terraza por favor.

Observé el lugar mientras era guiada por aquel chico que me dejó el menú en la barra desde donde se veía el centro de Londres iluminado, era una vista maravillosa. Ordené una copa de vino tinto solo para pasar el rato lejos de Eric; a veces sentía que cada día que pasaba el odio iba disminuyendo al fin y al cabo estaba encadenada a él hasta que muriera uno de los dos–y era evidente que la que moriría primero sería yo– pero otras veces el odio se multiplicaba que dudaba que en un arranque pudiera controlarme, había tenido oportunidad de matarlo varias veces sin embargo sabía que si lo hacía más de una persona iría detrás de mí.

—¿Qué hace una mujer tan bella y sola aquí?

Gire mi cabeza hacia un tipo delgado pelinegro.

—Estoy esperando a alguien.–recorrí con rapidez el lugar.

—¿Puedo esperar contigo?

Lo mire tomar el respaldo de la silla alta listo para sentarse.

—No, no puedes.–me tense.

—No te hagas la difícil.

Me mordí la lengua sintiendo como si me hubieran encendido fuego en el estómago.

—Vete.

—Oh vamos, podemos divertirnos un rato.–trato de tocarme.

No quería actuar de la forma en que Eric me había enseñado, podía someterlo y hacerle entender que se fuera o bien podría simplemente matarlo pero no quería armas un escándalo.

—A kilómetros se ve que eres una chica fácil.–dijo acercándose a mi rostro.

Sujete el arma dentro de mi bolso sintiendo mi respiración pesada.

—Aléjate.–adverti.

–¿O qué?–sonrió burlón.

–O tendré que golpearte.

Ambos miramos al dueño de aquella voz, un hombre mucho más alto que el que se encontraba a mi lado, rubio de ojos claros pero con el semblante oscuro. Intimidante.

Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora