Capítulo 53

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11 de febrero 2015.

Niklaus.

La cabeza me dolía al igual que cada maldita parte de mi cuerpo, iba de un lado a otro sin poder dejarla de ver en todas partes, la suite estaba tapizada de recuerdos a su lado y me jodía tanto.

¿Cómo creyó que le pude haber sido infiel?

La había tratado de localizar pero parecía que se había esfumado, mi última esperanza era que se encontrará con Cohen así que me presenté en su casa sin avisar, no dudo en recibirme en su silenciosa mansión, parecía tranquilo a pesar de la reciente muerte de su hermana.

–Lamento lo de Luka, se que era como tu padre.–me entrego un vaso con whisky.

Asentí en silencio bebiendo del licor que quemó en mi garganta.

Necesitaba saber de ella.

Quise darle las condolencia por Danielle pero de mi boca no salió ni una sola palabra, lo único que podía salir de mis labios era el nombre de Elina.

Estaba molesto, decepcionado y rabioso por aquel encuentro que tuvimos, lo sentí como una despedida. Había analizado todo lo que había pasado intentando encontrar algo que me indicara que no era así pero su mirada, sus ojos tan profundos como el mar me hizo entender que todo había terminado.

–Voy a regresar a Alemania.–solté dejando el vaso vacío en el escritorio.

–Comprendo.

Esperaba que Elina cruzará por la puerta del despacho y terminara con el silencio que me comenzaba a joder pero lo único que rompió el silencio fue el sonido del celular de Eric.

–Disculpa.–respondio.

No le preste atención hasta que de sus labios salió el nombre de aquella mujer que amaba con locura.

–No, no, estaba en una reunión con Schwarz... Se irá a Alemania... Yo le digo de tu parte nena... Bien, adiós.–colgó.

Se acomodo en la silla dejando el celular a un lado.

–Elina te desea un buen viaje.

No estaba entendiendo nada de lo que estaba pasando.

Me tenía mal.

–Gracias, creo que es mejor irme.–me levanté.

–Por supuesto, espero verte en la boda.–sonrió despidiéndose.

No podía asistir a esa boda, no podía ver a la mujer que amaba casándose con alguien más.

Antes de dirigirme al aeropuerto pase al penthouse de Elina jugueteando con la caja dentro de mi abrigo, saludé a Robert y sin decir mucho le dejé la caja pidiéndole que se la diera a Ellie cuando la viera.

No sabía que hacer, quería recorrer todo el país hasta encontrarla para aclarar las cosas pero extrañamente me pareció mejor opción marcharme dejándole el camino libre a Cohen.

\•\•\•\

Virginia Beach.

Elina.

Golpeé la puerta de color blanco y retrocedi un paso esperando a que abrieran la puerta, quise llorar cuando la ví abrir la puerta aunque ella lucía sorprendida por mi visita.

–Elina que... que sorpresa.–sus cejas se fruncieron.

–¿Puedo pasar?–intente no quebrarme.

Asintió haciéndose a un lado aún consternada por mi presencia, el lugar permanecía fresco gracias a la playa del otro lado de la casa, observé las fotos que adornaban las paredes.

Ella y Charly. Ella y mi familia. Ella y sus amigas.

No había ni una solo foto con Alexander.

–No sabía que te habías divorciado de mi tío.–la mire.

Levantó los hombros yendo a la cocina pasando por dos puertas, la seguí deteniendome al otro lado de la isla.

–Me estaba engañando con una de sus compañeras.–lo dijo con serenidad– perder a Charlotte fracturó nuestro matrimonio.

–Lo siento.–hice una mueca triste.

Sirvió café para ambas y me invitó a sentarme. De camino a Virginia solo pude pensar en todo lo que había estado pasando en los últimos días e hice algo que él me enseñó, pensar con la mente fría.

–¿A qué se debe tu visita?–bebió de su café.

Con mi dedo índice seguí la circunferencia de la taza observando el humo salir de aquel líquido.

–Necesito tu ayuda Ava.–la voz me tembló.

Esperaba que se negara, que me corriera por todo lo que había pasado entre nosotras pero no fue así, tomo mi mano entre la de ella dándome una calidez como si fuera mi madre.

–¿En qué puedo ayudarte linda?–susurró con suavidad.

Una lágrima salió de mi ojo que detuve a la mitad de mi mejilla.

–Se que amas a mis hermanos como si fueran tus hijos.–su silueta era borrosa por las lágrimas acumuladas– todo se fue a la mierda Ava, me han jodido.

–No entiendo Ellie...

No esperaba que lo hiciera.

–Necesito que vayas a Alemania con ellos.–solté sintiendo como cada palabra raspaba en mi garganta.

Me miraba confundida pero aún así asintió.

–Yo...

–No tienes que explicarme, tu madre fue mi mejor amiga desde que llegó a Nueva York, siempre voy a velar por el bienestar de sus hijos así que no me expliques, haré lo que necesites linda.

Sus palabras me hicieron llorar como una niña pequeña que solo necesitaba un curita para unir los pedazos de su roto corazón.

La arena en mis pies me transmitió una paz que me hizo ver un rayo de luz entre tanta oscuridad como si aún hubiera alguna esperanza de que todo mejoraría sin embargo sabía a la perfección que eso no sería así.

La olas chocaban entre ellas.

Me senté en la arena y pegue mis rodillas a mi pecho, el sabor salado llegó a mis labios cuando las lágrimas volvieron a desbordarse por mis ojos cayendo con intensidad por mis mejillas hasta mi mentón.

Los sollozos me quemaban la garganta.

Sentía que estaba en un laberinto sin salida, mire el cielo estrellado y pensé en Klaus e inmediatamente el pecho me dolió.

Enterré mis dedos en mi cuero cabelludo esperando que algún día el dolor que sentía disminuyera, que todo lo que sentía desapareciera.

Unos brazos me rodearon los hombros pegandome a su pecho haciéndome sentir como si estuviera en los brazos de mi madre y lloré mucho más.

Había tocado fondo alguna vez pero está vez sentía que estaba cayendo y cayendo sin llegar al final del abismo.

Me enseñó a amarlo, ahora no sabía como dejar de hacerlo.


Dulce Infierno ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora