5.

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Capítulo 5.

GAVIN

Lauren está acostada en mi cama, en el lado que siempre duermo. Sé que sólo permanece en silencio porque si abre la boca es probable que empecemos otra discusión.

Lo que importa es que me ha perdonado, o al menos eso es lo que me hizo creer. Dejó de reclamarme cosas después de haber comido algo, ya que los alimentos suelen calmarla un poco.

—¿Qué harás éste fin de semana? —Cuestiono.

—Dormir, ya lo sabes. Es lo que siempre hago.

—Bien, pues no seguirás tu rutina —tomo su hombro y la giro hacia mí con delicadeza para que podamos vernos a los ojos—. Pienso hacerle una fiesta de cumpleaños a Halina, se lo merece por todo lo que ha hecho por mí.

—Se lo merece simplemente porque es tu hermana —Lauren se ríe y puedo jurar que veo la nube gris del cielo desaparecer—. Entonces...

—Necesito tu ayuda.

—Lo sé —se incorpora en la cama y se sienta en flor de loto, haciéndola lucir como una niña de seis años—. Será aquí, supongo.

—Supones bien. Debo encontrar a un buen DJ, no importa el precio —ella voltea los ojos por alguna razón—; lo de la comida ya lo tengo arreglado. Lo que me falta es saber qué voy a regalarle.

—Bueno, tengo un primo que tiene un amigo que puede ayudarnos a encontrar un DJ —sonríe de lado a lado y me hace imitar su gesto.

—Gracias, Lo.

[...]

Me comprometo a ir a la escuela al día siguiente, ya que mis vínculos sociales se han reestablecido y puedo contar con que Lauren no me ignorará. Hasta Florence se me ha acercado, me abrazó durante un largo tiempo y me dio un beso estruendoso en la mejilla. No se separó sin antes recordarme lo muy especial que soy para ella.

Y, para que eso suceda, Florence debe quererte muchísimo. No es de esas chicas que expresan su amor y cariño por todas las personas. Lauren y yo apreciamos mucho que haga todo esto.

—Lauren me dijo lo de la fiesta, pero me hubiera gustado enterarme por ti, ya sabes.

—Lo siento, iba a decírtelo —sus manos están entre las mías y las junto para llevarlas a mis labios—. No puedo hacer una fiesta sin tu ayuda, Flo.

—Dime para qué soy buena —sonríe.

—Tú eres la social —le guiño el ojo y ella se muerde el labio, sabiendo lo que viene a continuación. Cualquiera que nos viera ahora, dudaría del lesbianismo de Florence—. ¿Puedo pedirte que te encargues de difundirlo a todo el mundo? Literalmente, todo el mundo. Quiero que vayan personas que nadie conozca, ¿me explico? —Ella asiente, emocionada—. Pero nada de delincuentes —vaya ironía. Florence no tiene idea de en lo que estoy metido, por lo que no me protesta—. Es lo único que te pido.

—Perfecto, ¡perfecto! —Separa nuestras manos y las levanta en el aire—. Es lo mejor que sé hacer.

—Gracias, Flo.

[...]

Encuentro a Lauren en la biblioteca, donde suele estar cuando se siente aburrida o simplemente no quiere hablar con alguien. Está leyendo un libro sin portada, supongo que ya es viejo al ver las hojas manchadas de quién-sabe-qué. Un vaso humeante de Starbucks reposa a su lado. No necesito preguntar para saber que es un Mocha blanco, su favorito.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora