50.

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Capítulo 50.

GAVIN

Algún tiempo más tarde.

Despierto en la tumbona un rato después de haber conciliado el sueño. No sé cuánto tiempo fue, pero supongo que ha sido poco, pues en cuanto abro los ojos Lauren está saliendo de la piscina.

El cabello no se le ha mojado, lo lleva peinado en un moño muy alto, pero el resto del cuerpo cubierto por un traje de baño rojo de una sola pieza sí.

Me quito los lentes de sol para verla con más claridad y ella sonríe al verme.

—Hola, cielo —me saluda.

—¿Cuánto tiempo me dormí?

—Unos diez minutos, pero ya te ves como un camarón.

Dejo que Lauren se ría de mí y, después de secarse un poco con la toalla, se acuesta a mi lado en la misma tumbona. Coloca su pierna derecha sobre las mías y recarga la cabeza en mi pecho.

—Me gusta Bali —murmura.

—Me gusta que tengamos una casa en Bali —le corrijo. Acaricio su cabello un rato hasta que su respiración se relaja—. ¿Te dormiste?

—No —responde algo soñolienta—. Pero sí tengo ganas de dormir.

—Yo tengo ganas de otra cosa.

Ella voltea a verme con picardía y la rodeo con mis brazos para que su espalda se recargue por completo en el diván y comienzo una sesión de besos apasionada. Mis manos viajan por lo largo de sus piernas mientras que ella se aferra a mi cuello.

Siento una mirada penetrante sobre nosotros. Entreabro los ojos sin dejar de besar a Lauren y me detengo en cuanto lo veo frente a mí, con el ceño algo fruncido y una mueca de asco.

—¿Qué hacen? —Pregunta con ese tono de voz tan inocente y tierno. Lauren se ríe y se separa de mí.

—Cosas que tú no harás hasta que tengas veinte años —se inclina hacia él para picarle la nariz y luego le toma la muñeca—. Ven acá, entrometido.

Galen la abraza muy fuerte y ella parece disfrutarlo. Ya nos estamos acostumbrando a esas interrupciones inevitables, porque después de todo es un viaje familiar.

Esta casa en Bali la adquirimos en cuanto Lauren terminó la universidad. Hace apenas unos meses se graduó y decidimos venir a este lugar antes de que empezara a enfocarse más en su trabajo. Incluso está considerando una maestría para dentro de un año. Es algo que admiro mucho de ella: a pesar de que todo sea bastante pesado y complicado, no se dará por vencida tan fácilmente.

Galen se queda con nosotros un rato y luego vuelve al interior de la casa. Podemos escuchar desde aquí cómo sube el volumen de la televisión. A través del ventanal, me percato de que está viendo una de esas series infantiles que tanto le gustan.

Lauren vuelve a acomodarse en mi pecho y suspira.

—Esto me gusta. Me encanta.

—A mí también. No quiero volver jamás —la estrecho contra mí muy fuerte y ella empieza a carcajearse.

Suéltameeeee —se queja.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora