36.

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Capítulo 36.

GAVIN

Una semana más tarde.

Observo a Georgene mientras sostiene a Galen en sus brazos. Ellos están en el jardín trasero de la casa al mismo tiempo que yo fumo un cigarrillo al pie de la puerta corrediza de cristal.
Es increíble que ella esté aquí. Galen juega con un mechón pelirrojo del cabello de la chica y ella ríe. Por un momento, ya no siento la pesadumbre de que Carla se ha ido. Sé que estaremos bien, y que yo podré avanzar con Georgene. No me había dado cuenta de la enorme falta que me hace en la vida hasta ahora.

Apago el cigarro y lo dejo en el cenicero más cercano a mí. Últimamente he fumado tanto que ya no es extraño estar rodeado de encendedores y ceniceros.

Me acerco a Georgene y ella me sonríe genuinamente. El corazón se me acelera y obligo a mis piernas a seguir andando. Galen estira los brazos hacia mí y lo cargo.

—Es un niño precioso —dice Geo—. Por un momento olvidé que no es tu hijo. Mira sus ojos.

—Tiene los ojos de su mamá —me río. Carla es todo menos su madre—. En fin, me gusta pensar que es mío.

—Lo entiendo. Está bien.

—¿Qué haces aquí, Georgene? ¿Quién te llamó?

—Te sorprenderá cuando te lo diga —suspira—, pero ha sido tu hermana. Nunca convivimos demasiado, de hecho casi nada. Sólo dijo que Carla había huido y que estabas algo triste, así que no dudé en venir.

—Creí que estarías en Phoenix, estudiando.

—Lo estaba, pero el semestre terminó.

—El semestre termina en dos meses, Georgene —ataco con firmeza.

—No —responde nerviosa. Su labio inferior tiembla y sé que me está mintiendo, pero yo no estoy en el mejor lugar para decirle que no abandone sus estudios—. El caso es que estoy aquí para ti, porque me necesitas, y yo no tengo problema alguno con eso. Parece que le agradó a Galen así que nos llevaremos bien, ¿qué dices?

Georgene me encanta. De verdad, ella me encanta, pero ahora la veo de una forma distinta. Ha pasado tanto tiempo que mis sentimientos se encuentran revueltos. Al mismo tiempo creí que no me importaba Carla en lo absoluto, pero con su partida me hizo sentir vacío. Lauren me vuelve loco cada vez que la veo, y ya ni siquiera es en buen sentido. Me desespera no poder tenerla conmigo y retenerla aquí en Multnomah. Ella es un ave libre y yo no voy a detenerla si no es lo que quiere.

Georgene... Georgene es joven. Es vivaz, es alegre y preciosa, pero todo lo que yo llegué a sentir por esta pelirroja en algún momento, ya desapareció.

—Digo que no puedo estar más agradecido contigo —le sonrío y ella hace lo mismo, pero con más ternura. Galen se ríe fuertemente y después pide regresar a los brazos de Georgene.

—De acuerdo.

—¿Vamos por comida china?

—Iré por el dinero.

(...)

Son aproximadamente las siete treinta cuando volvemos a casa después de comer y caminar a lo largo de la ciudad. Hemos ido Georgene y yo solos. Mamá se ofreció a cuidar a Galen porque últimamente parece tener mucho tiempo libre. Ahora que papá ha vuelto a trabajar, ella siente que no tiene nada que hacer.

En cuanto cierro la puerta detrás de mí, mamá sale de la cocina con Galen en brazos. Se ve algo acongojada, le da un beso en la frente al bebé y le pide a Georgene que lo cargue para hablar conmigo en privado.

—¿Qué pasa? Mamá, estás asustándome.

—No lo sé, es sólo que yo me los imaginaba juntos —suelta un bufido junto a una risa fingida. Parece desesperada.

—¿De qué estás hablando?

—Halina tiene algo que decirte. Me pidió que te avisara en cuanto volvieras a casa. Ella está arriba en su habitación.

—Dímelo tú, ya que estás tan alterada.

—¡Gavin! —Oigo gritar a mi hermana desde el piso de arriba. Segundos después ella ya ha bajado todas las escaleras y corre hacia mí para abrazarme fuertemente—. Gavin, escucha...

—¿¡Qué carajos, Halina!? —Yo también empiezo a alterarme, sobre todo cuando veo los ojos de mi hermana cristalizándose.

—Lauren.

—¿Qué pasa con ella? ¿Ella está bien?

—Sí, sí —responde al cabo de unos segundos, cuando yo ya he sufrido varios ataques cardíacos—. ¡Dios, es una tonta! ¡Gavin! Tienes... tú tienes que hacer algo al respecto.

—No puedo si no terminas ninguna de tus oraciones.

—Ella y James Prior se comprometieron.

—¿Qué?

Lo único que mi boca expulsa es un bufido. Esto es increíble, totalmente loco y estúpido. Completamente fuera de mi límite de tolerancia. ¿De verdad Lauren...?

—¿Cómo sabes?

—Mamá —parece que le pide algo, y mi madre corre directamente a la cocina para buscar quién-sabe-qué, y después de unos eternos 10 segundos vuelve a donde estamos nosotros. Me tiende una revista de espectáculos.

—Absurdo —suelto—. Al hacer público esto ya me imagino los problemas que han de tener en Rochester... ¡Papá pagó la matrícula!

—Lee el artículo completo —Hal toma mi brazo e intenta sonreírme. Mamá hace una fina línea con sus labios y se disculpa para retirarse—. Debiste mantener a Lauren contigo cuando todavía era posible.

—Tú dijiste que debía estar con Carla, hermanita. Ni siquiera tú te entiendes.

—Sabes que siempre he estado de su lado, del de Lauren. Carla es y seguirá siendo una perra por el resto de su vida, me lo acaba de demostrar —y señala con la cabeza a Georgene, quien está cargando a Galen—. Ojalá ella sea la buena, porque quizá termines quedándote solo.

(...)

Tener aquella revista frente a mí, abierta en las páginas 15-16, era una tortura. Como si Lauren y James pudieran burlarse de mí con sus fotografías, sonriendo a la cámara junto al destello plateado del anillo de compromiso.

Ella sonríe con orgullo mientras abraza a James, y éste lo único que hace es abrazarla y sonreír. Puedo jurar que en sus ojos hay algo de sorna hacia mi persona.
Cierro la revista con enojo y la arrojo al ventanal de mi habitación, y cuando cae al suelo se abre nuevamente, dejando a la vista solamente la portada.

No puedo creerlo. Lauren es tan joven y todavía tiene mucho qué vivir, mucho qué experimentar... Sola. No dudo que James ya le haya mostrado muchas más cosas de la vida de las que yo pude enseñarle, pero no es el modo en el que me gustaría que Lauren avanzara durante su juventud.

Yo quiero estar con ella, y lastimosamente eso ya suena imposible. Parece estar enamorada, las fotografías lo corroboran, y no hay nada que yo pueda hacer al respecto. James tuvo ese algo que a mí siempre me faltó, ese algo que logró conquistar el corazón de Lauren.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora