43.

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Capítulo 43.

LAUREN

Gavin deshace la trenza de mi cabello y lo cepilla para después dejarlo suelto. Le he pedido que me dejara en ropa interior, porque estoy borracha y tengo mucho calor. Él ya está preparando sus maletas. Todo está muy oscuro pues decidió no encender las luces para no lastimarme los ojos.

Siento que las lágrimas están a punto de salir de mis cuencas. Apenas podemos estar solos un minuto y ya tiene que irse. Es injusto. Todo aquí ha sido injusto para nosotros.

—¿Cómo te sientes? ¿Quieres una aspirina?

—Quiero vomitar.

—Si no vomitaste antes, no lo harás ahora. A ver... —en su sombra puedo notar que se inclina sobre la mesita de noche y extrae una caja de pastillas. Toma una de las botellas de agua que nos dejaron aquí, en la habitación, como cortesía del hotel—. Tómatela.

—Eres hermoso.

—Está claro que estás demasiado ebria.

—¿Por qué?

—Nunca me dirías eso estando en tus cinco sentidos —sonríe un poco y se sienta frente a mí en la cama. Tira de mis piernas para ponerlas sobre las suyas y masajea suavemente mis pantorrillas—. Lamento tener que irme, me habría gustado mucho...

No sé de dónde saco el valor para acercarme tanto a su cuerpo. Mis manos acarician sus mejillas, sus hombros y sus brazos, todo eso sin dejar de vernos a los ojos. Gavin se relame los labios y puedo jurar que un brillo de concupiscencia hace aparición en su mirada.

Lo dejo así, con un beso calcinándole los labios sin dejar de tocarlo. No voy a negar que también tengo unas ganas extraordinarias de proyectarme sobre él y mandarlo todo al demonio.

—Estás ebria —musita y acaricia mi cabello. Levemente niega con la cabeza—. Está mal. No voy a tocarte de esa manera si no podrás recordarlo después.

—Lo haré. Lo voy a recordar. Estar contigo no es algo que las chicas olviden... Quiero decir, eres Gavin —me río sin ganas después de escuchar mi soso palabrerío de chiquilla.

—No eres cualquier chica, y me importa que estés cien por ciento consciente. Arrastras las palabras, Lauren, además no tenemos mucho tiempo...

—Está bien, no necesitamos siquiera una hora —muerdo mi labio inferior y decido terminar con el juego que yo misma empecé, así que lo beso. No quiero parecer desesperada, pero es que realmente lo estoy. ¡Maldita sea!

Siento sus dedos fríos recorriendo el borde inferior de mi camiseta, lo que me hace tiritar. Aprisiono mis dedos en su cabello y eso hace que Gavin decida tomarme las caderas para sentarme sobre él.

Sé que lo desea tanto como yo, nadie podría negármelo a estas alturas.

—Lauren —susurra sin despegar sus labios de los míos.

—Cállate, estoy bien...

Con un movimiento ágil –no sé de dónde sale el tener tanto control de mis músculos-, pero logro cambiar la posición y ahora él está con la espalda recargada en la cama y yo en su regazo. Tomo sus dos manos y las llevo hacia los costados de su cabeza, riendo.

—Qué ruda.

—Arruinas el momento.

(...)

El peor error que pude cometer fue haberme quedado dormida. Cuando despierto, Gavin está cerrando la puerta de la habitación lentamente, él quedando al otro lado del corredor.
Estoy desnuda, no puedo simplemente correr... Pero no me importa. Agarro la sabana y la quito totalmente de la cama para poder cubrirme con ella. Cuando salgo al pasillo, Gavin está por entrar al ascensor.

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