46.

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Capítulo 46.

GAVIN

Una vez que Lauren cierra la puerta del apartamento, y nos quedamos solos por primera vez desde que llegué a Nueva York, el ambiente se siente soporífero. La sorpresiva presencia de la ex señora Prior no fue la mejor manera que tuvo el destino para decirme "Aquí comienza tu nueva vida". Es como si se estuviera burlando de mí.

Lauren se tira en el sofá de espaldas y suelta un largo grito de exasperación. Galen, quien está en el piso con una manta y un par de juguetes, levanta la ceja izquierda, lo cual me hace reír. Todavía no comprendo de dónde ha sacado la manía por hacer eso. Tal vez es algo heredado de Carla.

—Tranquila. Se ha ido.

—No puedo creer que James le haya pedido que viniera.

—Dudo mucho que él haya hecho eso —señalo. Me acomodo a unos centímetros de ella y coloco su cabeza sobre mis piernas. Así podemos mirarnos a los ojos—. Ella sólo quiso venir a conocerte.

—¿Estás defendiéndola?

—Por supuesto que no, estoy diciendo lo que pienso. Ya son viejos como para jugar a algo así —acaricio lentamente un mechón de su cabello y ella cierra los ojos ante mi tacto—. ¿Estás más tranquila?

—Me calmaste en cuanto pusiste un pie aquí adentro. Estaba a punto de explotar frente a ella y eso no iba a estar bien.

—De cualquier modo, nada en esa situación estaba bien. Tu cara cuando llegué era... indescriptible —recuerdo su expresión con una sonrisa y ella bufa—. No sabía si estabas nerviosa o demasiado enfadada. Extrañé todos tus gestos... Extrañé todo lo que tiene que ver contigo, Laurie. Gracias por darme esta oportunidad.

Sus mejillas adquieren un color carmesí muy tierno mientras me escucha hablar. ¿Desde cuándo hago que se sonroje esta mujer? Esto me hace sentir que, de verdad, ha pasado muchísimo tiempo desde que estuve a su lado. La concibo más cercana que nunca, más mía y más hermosa.

La soltería le sienta bien.

—¿Cuándo te darán tu apartamento? —Ella se incorpora y, estando descalza, se adentra en la cocina. Escucho movimiento de tazas y, por el sonido metálico, supongo que son cucharas también.

—Apenas llego y ya estás echándome.

—No estoy echándote —se asoma por la puerta, pegando la cara a la pared tibia—. Estoy preguntando. ¿Y bien?

—En un par de días, quizá una semana. Dos...

Lo que menos quiero es irme. ¡Acabo de llegar! Estoy extasiado, lleno de vida y conmoción porque no sé qué es lo que me espera aquí, en la Ciudad de los Rascacielos. No sé ni siquiera de qué voy a vivir, si me gustará estar alejado de Lauren... Ni siquiera sé qué será de nosotros, pero no puedo esperar para descubrirlo.

—Sabes que puedes quedarte el tiempo que desees. Yo... perdón, Gavin, pero muchas veces no llego ni a dormir aquí —su voz parece triste, incluso hasta apenada—. La universidad absorbe la mayor parte de mi tiempo, me quedo dormida en la biblioteca o ni siquiera duermo.

—No estoy aquí para retenerte en casa. Tú debes seguir con tu vida, y eso implica estudiar. Por eso estás en Nueva York.

—¿Y tú por qué estás aquí?

La pregunta me ofende.

—Por ti, claro.

—Y si no me hubiera separado de James, ¿seguirías aquí por mí?

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora