Capítulo 22.
GAVIN
El corazón me late tan estruendosamente que me sorprende que nadie más lo escuche. Todo esto está siendo una pesadilla, una muy fastidiosa.
La mirada de Lauren combinada con la de Georgene me hace sentir como un hombre pequeño. El más pequeño del mundo. Completamente expuesto ante ellas... Ante todos.
Lauren aprieta los labios en cuanto recibe la noticia. Nadie responde la discrepancia de Florence porque, vamos, no es el momento para sus juegos.
Asiente lentamente, sopesando la noticia. Quiero explicárselo todo, pero si doy sólo un paso en falso, Carla tomará todo lo que tiene en su poder para ir en contra de mí. Dean toma la mano de Lauren a modo de apoyo y no tengo ni las fuerzas para reclamarle algo.
Georgene se mantiene impasible, como si aquella respuesta ya la hubiera esperado. No entiendo bien qué es lo que quiere decir aquella mirada. Saber lo que ella está pensando me es difícil: es enigmática y completamente ilegible. Es una de las mil cosas que me gustan de ella, pero dudo que a ella le guste mucho que yo sea padre de un bebé.
—Necesito un minuto —masculla y sale del lugar cruzada de brazos y sin dirigirle la palabra a nadie.
—Tienes que ir... —dice Florence. Ha retomado su postura seria y eso me hace tranquilizar.
—Yo ya tengo que irme —habla Carla con tono de aburrición. Esto no es nada aburrido para ella. Ha conseguido lo que quería desde el principio.
Nadie le responde. Todos están en una especie de trance internamente. Georgene está afuera, Dean y Lauren no saben ni qué decir. Florence aparenta sentirse mal por lo que ha dicho anteriormente, pero tampoco me pide disculpas. Por más que intento acercarme a ella y calmar un poco el ambiente entre nosotros, no me da la oportunidad.
—Lauren, vamos a casa —le susurra Dean al oído. Un escalofrío de completos celos se esparce a lo largo de mi columna vertebral, pero me mantengo en silencio.
Y como no quiero verlos más, me encamino hacia el exterior del laboratorio y diviso a Georgene. Está apoyada en la ventanilla de un auto, mirando hacia la nada. Parece muy atormentada, pero puedo asegurar que no más que yo.
Me acerco a ella con parsimonia, esperando que no salga huyendo en cuanto me vea. Siento mucho todo lo que está pasando, sobre todo porque ella dijo que, si los resultados eran positivos, se mantendría conmigo sin importarle nada.
—Geo —digo cautelosamente y levanto el brazo en su dirección. Mi intención es tocarle la mejilla, así que lo hago pero sin darme demasiada prisa—. Puedo explicarlo. Esto no es más que un malentendido.
—¿Malentendido? ¡Son pruebas contundentes, Gavin! —Expresa en voz alta, pero sabe que no debemos llamar mucho la atención. Sigo siendo buscado aquí—. Pero no te reclamaré nada. Sucedió cuando apenas estábamos conociéndonos y eres hombre, no pueden controlarse... Lo entiendo. Y me alegra que vayas a responsabilizarte de tus actos.
—Lamentablemente esos no fueron mis actos.
—No quiero saberlo.
—¡No! Quiero decir... —suspiro— que ese bebé no es mío.
—Las pruebas, Gavin. Las pruebas.
—Son falsas. Yo sé que no soy estúpido como para embarazar a alguien... Mucho menos a Carla.
Georgene abre tanto los ojos que, por un momento, creo que se saldrán de sus órbitas. Son demasiado hermosos como para quedarse sin ellos.
Sonrío.
—No es mío.
—¿Entonces?
—No puedo decírtelo aquí. No ahora. Es peligroso, pero quiero que confíes en mí. No tengo ni tendré un hijo... Al menos no ahora.
—Comprendo...
Pero su expresión me dice todo lo contrario. La entiendo, pero no puedo darle explicaciones estando a la intemperie y, sobre todo, estando tan cerca de Carla.
Todo esto giraba alrededor de ella, de su mezquindad y la poca jurisdicción que tenía.
Tomo la mano de Georgene y, sin despedirme de nadie, la llevo directamente a nuestro auto. Sé que Lauren va a odiarme mucho más de lo que ya lo hace, y Florence seguramente me dejará de hablar.
Cuando nos introducimos en el vehículo, Geo se acomoda en el asiento para quedar de frente a mí y poder verme bien al explicarle lo que está pasando.
—Te escucho.
—Esto... Yo no sé cómo empezar.
—Siempre dices lo mismo —chasquea la lengua y la chica a la que tengo mentalizada cambia por completo. ¿Será que nunca la había visto más decepcionada y molesta?
—Carla me amenazó, Georgene —al recordarlo, decido que es mejor encender el auto y comienzo un recorrido a lo largo de todas las calles. Ella sigue en silencio—. Ella iba a llamar a la policía de Oregón si yo no aceptaba esta responsabilidad.
—¿El padre es Dean?
—No. Ella en realidad no tiene idea de quién es el padre —me río. La situación es patética y Carla ha perdido todo mi respeto. Si en algún momento creí que podíamos llegar a ser amigos, me equivoqué muchísimo—. Sería inaudito que le hiciera pruebas de paternidad a todos los hombres con los que ha estado en el último mes.
—Es increíble, ¡pero no puedes hacerte cargo de un niño que ni siquiera es tuyo!
—Lo hago por nosotros. Porque no quiero que me separen de ti. Si voy a la cárcel, tú te meterás en problemas también... Mientras tanto, tenemos que regresar a Long Beach. Es más seguro ahí.
—¿Y qué pidió ella a cambio entonces, si no vas a quedarte aquí?
—Dinero. Le mandaré el necesario...
—Siempre puede conseguir un trabajo como mesera —dice firmemente. Aunque es verdad, Carla no es del tipo que consigue un trabajo. Y si es lo único que me pide a cambio de no acusarme con las autoridades, le daré todo.
—Georgene...
—Está bien. Lo entiendo.
—Tiene miedo de cuidarlo sola. Sus padres la sacarán de su casa en cuanto se enteren... Y prefiero hacer eso a enterarme que Dean es el padre. ¡Es un idiota! Les iría peor.
—Dean parece ser muy sincero con Lauren. Dudo que se haya acostado con Carla estando con ella.
—Yo no lo dudo ni por un momento. Sabe guardar las apariencias al igual que Carla. Como ya viste, ambos harán lo maldita sea necesario para lograr lo que quieren —carraspeo. Me detengo dos calles antes de llegar a la casa en donde vivía—. ¿Podrías aceptar esto? —Le pregunto sin mirarla. Ella suspira vigorosamente.
—Esto es injusto.
—No estoy metiéndote en nada. Ni siquiera yo voy a convivir con ellos, y sé que no es justo, pero al parecer nada en mi vida lo es. Soy prácticamente ilegal... Y aquí estás.
—Estoy porque te quiero —responde sin pensarlo—. Me quedaré contigo hasta que desees lo contrario... Y si es la única manera que tenemos para estar bien, y estar juntos, entonces no me opondré.
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Outlaw.
General FictionLas vidas de Gavin y Lauren han sido tan tranquilas como las de todo adolescente promedio. O eso es lo que todos piensan, menos ella. Ambos han llevado su amistad a lo largo de varios años, mientras ella mantiene la guardia baja e intenta salvar la...