38.

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Capítulo 38.

GAVIN

Impacientemente, paso el juego de naipes de una mano a la otra, esperando. He jugado solitario al menos unas veinticinco veces desde que estoy aquí.

La celda es fría y oscura. Lo único que tengo es un catre de hace diez mil años y un retrete que es justo lo necesario para perder la dignidad.

Estoy sentado en el suelo porque creo que es mucho más higiénico que las sábanas que cubren el catre. Mi corbata no puede estar más desordenada. La camisa la llevo arremangada hasta los codos y, del otro lado de la celda, está tirado mi saco. Hace tiempo que no me sentía tan mal y humillado.

¿Por qué a mi vida se le ocurre convertirse en un saco de mierda cuando todo está yendo bien?

Recargo la cabeza en la pared y cierro los ojos para ignorar el lugar en el que estoy. Todo está muy oscuro y la única luz que entra proviene de una ventanilla realmente pequeña, a lo alto de la pared más larga. Es artificial, puedo notarlo. Al otro lado, no puedo ver nada. Solamente sé que estoy rodeado de unas cuatro o cinco celdas más, tal vez vacías porque no he escuchado absolutamente nada desde que estoy aquí.

Espero que la ansiedad no termine conmigo. La cabeza me da vueltas porque no he entablado conversación con nadie —me parece mucho tiempo, aunque creo que han pasado horas. Los minutos aquí son eternos.

Escucho pasos haciendo eco. Ahora más que nunca me siento solo, y también, aunque suene increíble, un poco asustado.

—Gavin —mi nombre es pronunciado con cuidado, como si la persona llamándome estuviera ocultándose.

—Por aquí —la voz me suena rasposa. Cinco segundos después, ella está rodeando un barrote de la celda con sus dedos delgados u temblorosos—. Hola...

—¿Estás bien?

—Totalmente. ¿Cómo está Galen?

—Asustado, no está muy acostumbrado a vernos todo el tiempo y necesita ver a su padre.

Sonrío. Ella no puede verme debido a la oscuridad, y yo apenas puedo ver su sombra. Sus ojos generan un poco de brillo, quizás está llorando.

—Yo también te necesito.

—Lamento que siempre volvamos a pasar por lo mismo.

—No importa... Entiendo lo que conlleva estar con Gavin Bogasch.

—Georgie, lo mejor que puedes hacer es volver a casa. Regresa a Phoenix y termina tu carrera. Yo no puedo darte más.

Ella bufa. Noto su figura resbalándose por los barrotes hasta quedar a mi altura. Con la poca fuerza que me queda después de no haber comido en horas, me arrastro por el suelo hasta llegar muy cerca de ella. Le tomo la mano y ella presiona fuertemente mis dedos.

—Estaba por decirte.

—Regresarás.

—Sí... Iba a decírtelo hace dos días, pero no encontré el momento.

—No encontraste el momento en setenta y dos horas.

—Gavin —interrumpe. Trago saliva y pienso que estoy actuando como el idiota de siempre—, ¿por qué te molesta, de todos modos? Tú mismo acabas de decirme que regrese a Phoenix.

—Sí, lo siento.

—Está bien.

Nos quedamos inmersos en un silencio que, a pesar de no ser incómodo, sí molesta.
Molesta porque es Georgene Delacroix, la parlanchina más bonita e inteligente que he conocido, y por eso odio que estemos tan callados.

—Tu vuelo, ¿cuándo es?

—Por la mañana.

—Espero que todo... todo salga muy bien en tu vida.

—No hables así.

—¿Cómo?

—Como si realmente fuera la última vez que nos vemos —logro ver su sonrisa y la cabeza me da vueltas. Es preciosa.

—Antes de irme, tengo algo para ti.

Antes de sacar una pequeña caja del bolsillo de su abrigo, le echa un vistazo a ambos extremos del corredor. No hay nadie, y eso es extraño.

—¿Cómo...? —Pregunto una vez que tengo la caja en mis manos.

—El guardia no es muy inteligente que digamos. Es el único que está por aquí así que me tomé la libertad de entrar —se encoge de hombros y un brillo de malicia se asoma en su sonrisa—. Úsala con sabiduría, Gabe. Todo saldrá de acuerdo al plan.

—No tengo ningún plan.

—Sólo úsala. Espera a que me vaya.

—Lo que menos quiero es que te metas en un problema. Aquí hay cámaras de seguridad.

—Ya me encargué de eso.

Georgie besa sus dedos y estira su mano hasta que toca mis labios. Sonrío cuando reconozco su tacto, y como sé que no vamos a poder lidiar maduramente con esto, me pongo de pie y me alejo de ella.
Simplemente me siento en el catre y cierro los ojos. Escucho sus pasos alejándose y, después de unos quince segundos, me atrevo a abrir la caja.

Está la llave de mi celda. Tengo la oportunidad de escapar y me la dieron en bandeja de plata... No puedo creerlo, pero tampoco puedo darme el tiempo para recapacitarlo.

Una nota viene al fondo de la caja.

"Sólo huye. Halina tiene instrucciones para llevarse a Galen a donde sea que tú le digas. Contáctala en cuanto tengas la oportunidad.

Gavin Bogasch tiene mucha gracia como para permanecer en la prisión.
Aprendí del mejor

—G".

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora