45.

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Capítulo 45.

LAUREN

Son las ocho de la mañana. Los nervios que tengo ahora mismo no se comparan con los que ya he sentido anteriormente.

Me pongo de pie y, con una energía que no sé de dónde sale, decido arreglar el departamento. Sacudo el polvo de los muebles, limpio las ventanas e incluso salgo rápidamente al mercadillo que está por aquí cerca para comprar flores y ponerlas en algún jarrón para adornar uno que otro rincón del piso.

El último mensaje que tengo en la bandeja de entrada es uno de Gavin.

"Si el vuelo no se retrasa, estaré en tu apartamento a las once, ¿de acuerdo? Lindo día, Laurie. No puedo esperar a verte."

Después de recibir eso, no puedo dejar de sonreír. No puedo creer que todo ahora parezca estar bien. Él es libre, yo también... De alguna manera. Podríamos decir que nuestras vidas están acomodándose, pero sin separarse.

Una vez que termino, me tomo un largo rato en la ducha para hacer tiempo y relajarme. De pronto siento una punzada de culpa en el corazón, y no sé por qué el recuerdo de James regresa a mi cabeza. Sí, ha pasado muy poco tiempo, ni siquiera un día... Menos de veinticuatro horas desde que él y yo terminamos lo que apenas comenzaba.

Salgo de la ducha y me enfundo con el mejor vestido casual que tengo en mi armario. Me quedo con los pies descalzos mientras cepillo y seco mi cabello. Estoy por terminar cuando el timbre del piso hace eco contra todas las paredes. Siento mis latidos en las sienes y camino a la puerta con las manos temblorosas.

Pero cuando la abro, no está la persona a la que espero. Es una mujer, quizá de unos cuarenta y tantos años de edad, probablemente rozando ya los cincuenta. Su cabello es negro como la noche y corto hasta los hombros. El flequillo en la frente la hace lucir juvenil y atractiva. Reconozco el bonito vestido blanco de Prada que le he visto un par de veces a la madre de Gavin. Pero tampoco es ella. Definitivamente, a esta mujer no la conozco.

—Hola, querida. Tú debes ser Lauren —me sonríe sin esforzarse, lo que me hace fruncir el ceño.

—¿Y usted es...?

—Courtney Edwards —estira su mano hacia mí y respondo el gesto por pura amabilidad. El nombre me suena...—. Seguro has oído hablar de mí, soy la ex esposa de James Prior.

—¿Qué está haciendo aquí? —Suelto espontáneamente. Sólo tenía esa cuestión en mi cabeza, y no puedo comprender cuál es la razón de su presencia.

—¿Puedo pasar?

—¿Qué?

—No querrás parecer maleducada, Lauren. Estuviste por contraer matrimonio con un diplomático, por lo que estoy segura de que tienes algunos modales por ahí.

Bueno, punto para la Señora Robinson.

—Adelante, por favor. ¿Puedo preguntar...?

—Ah, sí, claro que te diré por qué estoy aquí —responde como si fuera todo muy obvio y, sin esperar alguna otra invitación, se adentra en mi casa y encuentra lugar en el sofá de una sola plaza—. Supongo que lo sabes, ¿no?

—Obviamente.

—James me habló ayer por la noche. Fui la primera persona a la que acudió.

—Me... da mucho gusto... —no logro procesar las palabras en mi cerebro. ¿Qué se supone que debo decirle a esta mujer?

—Lauren, sé que no eres una tonta. No ibas a desperdiciar toda tu juventud con un hombre que ya no está para experimentar. Lo entiendo, en serio. Cuando yo tenía tu edad, me enamoré de alguien mucho mayor también, pero sí me casé.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora