31.

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Capítulo 31.

LAUREN

Para explicar todo el embrollo que es mi vida hoy en día, tengo que regresar unos meses atrás.

En septiembre apliqué para la Universidad de Rochester, en Nueva York, dejando a un lado mis oportunidades en Amsterdam y en cualquier otra escuela de bajo prestigio. Y no me mal interpreten, porque yo misma había optado por entrar a una de esas, hasta que el mayor de los Bogasch decidió crearme un fideicomiso para que yo pudiera estudiar en un mejor ambiente.

¿Y qué mejor lugar que Nueva York?

Así que tuve que hacer mis maletas, despedirme del pequeño lugar en donde vivía en Multnomah y expandir mis horizontes. El viajar hasta el otro lado del país me hizo perder el miedo a casi todo.

Una vez que me instalé en un complejo de departamentos a unas cuantas calles de Rochester, podía decir que estaba yéndome bastante bien, aunque el peso del recuerdo de Gavin aún me dolía. La herida estaba abierta y todavía me afectaba el saber que no nos veríamos tan seguido como antes, sobre todo porque él comenzaba a tener responsabilidades con Carla Pemberton.

Dos meses después de haberme mudado, él me mandó un mensaje de voz —muy emocionado, por cierto— donde me explicaba que su bebé sería un niño y que Carla le dejaría escoger el nombre, así que decidió ponerle Galen.

Gavin, Ga.

Len... Lauren.

Lo sé, suena extraño hasta para mí, pero me encantó la idea. De inmediato le contesté que estaba cien por ciento a favor de aquel nombre y que debía mandarme una foto mensual para enseñarme el avance de su no-hijo.

Para ese tiempo, ya no me afectaba tanto estar lejos de mi familia y mis amigos, pues había conocido personas igual de agradables en Nueva York y fue fácil para mí abrirme mucho más a las personas.

Mis dos nuevas amigas se llaman Shay y Tracy, y no, no son hermanas como todos lo piensan. De hecho nos conocimos al mismo tiempo y ahora somos algo así como inseparables.

Con ellas he salido más de cien veces —sí, las he contado— a cada bar que hemos encontrado en la zona.

Fue en una de esas ocasiones donde conocí a James Prior.
Él es un hombre con vocación y elegancia, y digo hombre porque es mucho más grande que yo.

La verdad es que casi podría pasar por mi padre... O para hacerlo menos perturbador, mi hermano mayor.

Pasamos toda la noche de un sábado platicando sobre cómo me iba en el primer semestre y si estaba disfrutándolo de verdad. Me sorprendió lo mucho que sabía acerca de la escuela, y no me había dado cuenta de lo estúpida que estaba siendo.

No pregunté nada hasta la quinta cita que tuvimos.

Das cátedras en Rochester. He visto tu nombre en las clases de los últimos semestres... Eres profesor, James. ¿Por que no me habías dicho nada?

Y sí, efectivamente, James Prior es profesor de último año.
Tiene 40 años, es divorciado y no tiene hijos, pero es tan malditamente guapo. Es caballeroso, muy amable y atento. Sabe tanto acerca de la vida y por eso me encanta tener conversaciones eternas con él, cuando la pasamos en su casa en Manhattan mientras tomamos vino en la terraza a la luz de la luna. Y odio sonar como una adolescente enamorada, pero es justamente lo que soy.

James viene a visitarme a mi apartamento unas dos veces a la semana, y mientras estamos en periodo de clases fingimos que no nos conocemos.
Es lo mejor para ambos, ya que si nos llegaran a descubrir, a él lo despedirían y a mí de inmediato me quitarían la matrícula. Es un riesgo que no estoy dispuesta a correr.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora