6.

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Capítulo 6.

LAUREN

Estoy cansada, realmente irritable y harta de estar despierta tanto tiempo. No puedo dormir y no dejo de dar vueltas en la cama. La sábana se me ha enredado entre las piernas debido al sudor nocturno que, hasta ahora, nunca había aparecido.

Creo que estoy preocupada por Gavin. (¿Y por quién más podría ser?)

Me quito la camiseta de manga larga que constituye mi pijama y busco otra más delgada que sé que está en el suelo. Esa tiene solamente tirantes, lo que me hace sentir un poco más cómoda.

Quiero quitarme de la mente la imagen de Carla y Gavin agarrándose a besos frente a mi cara, como si a él no le importase lo mucho que la odio y lo zorra que es.

El reloj digital marca la 1 am. Tengo que despertar en menos de cinco horas y aun no puedo conciliar el sueño.

La luna es la única luz que entra en mi habitación, haciendo que no se vea tan sombría como de costumbre. Observo al techo con las manos descansando sobre mi regazo y, después de casi un minuto con la vista perdida en algún punto del cielorraso, veo que la pantalla de mi móvil se enciende y comienza a vibrar.

La foto de Halina aparece junto a su nombre en señal de llamada.

—Hola —contesto con voz ronca sin dejar que pase mucho tiempo antes de atender.

—Hola, Lo, siento mucho despertarte.

—Oh, está bien, no estaba dormida —me encojo de hombros—. ¿Qué pasa?

—Es Gavin... —Ya no me sorprende. Sinceramente una parte de mí esperaba esa llamada de su hermana preocupada—. No contesta el teléfono, desapareció desde temprano y el muy tonto dejó a ésta chica en casa —gruñe, al parecer realmente molesta. Yo también lo estaría—. Creo que su nombre es Carla, tuve que irla a dejar yo, ¿sabes lo patético que es eso? Me dio pena por ella.

—Entiendo, sabes cómo es Gavin.

—¿Y tú sabes dónde está?

—Nop...

—En cualquier otra ocasión ya me estarías cuestionando —deja escapar una risa nerviosa y ahora no sé qué decir—. Como sea... estoy preocupándome más de lo normal, Lo, tengo miedo de que haga otra tontería.

—Estoy intranquila también, Hal, pero al parecer no sirve de nada que lo esté. A Gavin no le importa mientras pueda hacer lo que quiere —no responde, así que supongo que sabe que estoy en lo cierto—. Intentaré llamarle también, te aviso si tengo noticias.

—Gracias. Y no estoy enojada contigo, porque sé que lo piensas —me ha leído la mente—. Yo también estoy empezando a cansarme de esta situación donde tenemos que salvarlo de toda su mierda cuando ya lo hemos advertido todas las veces posibles.

Puedo imaginarla sentada en el alféizar de su ventana, mirando hacia afuera como si por alguna razón Gavin fuera a llegar milagrosamente en su auto; con las luces de la habitación apagadas y el corazón latiéndole a tope por la alteración. Él ha hecho que nos volvamos paranoicas y perdamos la paciencia demasiado rápido.

—Buenas noches —es lo último que dice antes de colgar.

Dejo mi teléfono otra vez en la mesita de noche y cierro los ojos, apretándolos fuertemente hasta que llega a dolerme la cabeza.

Me siento a la orilla de la cama, y tengo que tomar mucho valor para hacer lo que voy a hacer a continuación, aunque no es la gran cosa, pero aun así tengo que armarme de valor.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora