18.

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Capítulo 18.

GAVIN

Los ojos llorosos de Halina me acechan del otro lado de las rejas. Estar en la cárcel no es tan normal como pensaba. La verdad nunca se me pasó por la cabeza que algún día iba a parar aquí.

Ella no dice nada. Está desesperándome, porque sé que tiene muchas cosas que decirme.

—Sabes que no van a sacarte de aquí.

—Por favor, Halina —intento parecer relajado—. Sabes que papá va a mover todos los hilos posibles para hacerlo. Pagarán la fianza.

— ¿Qué? —Se cruza de brazos y se ríe. Me siento ofendido, pero dejo que continúe hablando—. ¿En serio crees que harán eso, después de que desapareciste por mes y medio? Ellos ya no confían en ti, Gavin. Lauren y yo tampoco. Estás solo ahora.

—No me dejarás solo —estoy siendo altanero, pero en realidad estoy aterrorizado. No quiero quedarme aquí. Quiero volver a ver a Lauren y abrazarla... pedirle perdón por haber sido un idiota y que todo quede en el pasado.

—La madre de Dean declaró en tu contra —carraspea. Tiene ganas de llorar—. Un anónimo confirmó su denuncia y están buscando a tus demás cómplices. Encontraron a uno y dijo que todo había sido tu idea. Sé que no fue así, pero date cuenta de la clase de personas con las que te metiste.

Siento que el cerebro se me cae a los pies. El corazón ya no, porque ya no lo oigo latir en mi pecho.

Me delataron. Sólo a mí.

—Nos han pedido a Lauren, Florence y a mí que digamos lo que sabemos —se muerde el labio y respira profundamente—. Pobre Flo, ella no tenía idea. Tuvimos que decirle todo tan de golpe que creo que no entendió nada, pero está tan furiosa como nosotras. Dean, por supuesto, no se puso de tu lado.

—Supongo que Lauren tampoco... —la voz se me corta. Pensé que ella me ayudaría siempre, pero estaba equivocado. Jodidamente ciego y equivocado, aunque no es su culpa—. Halina, tienes que explicarles a mis padres.

—Eso lo harás tú mismo.

—Ajá, ¿cuándo? Dudo mucho que vayan a venir... Este lugar les da asco.

No la había mirado directamente, por lo que ahora me doy cuenta de sus mejillas mojadas. Está llorando silenciosamente y no me gusta verla así.

—Hermana, no... Ven... —estiro el brazo entre los barrotes, esperando a que ella se me acerque. Se limita a observar mi mano y mis dedos abiertos—. Por favor, dame la mano. No me digas que estoy solo. No lo tolero.

—Irás a casa esta noche, pero es todo. Mañana serás juzgado y si papá cambia de opinión, a primera hora estarán acomodándote en la prisión.

—Hal.

—Lo siento.

Deja mi mano estirada.

Veo que se acerca a la puerta y espera a que un policía le abra. Sale sin decirme una sola palabra y golpeo la primera pared que encuentro. La sangre comienza a emanar de mis nudillos, pero no me quejo. Duele más la indiferencia de mi familia.

Por más que quiero enojarme con ellos, no puedo. Yo también estaría echando fuego si mi hijo fuera igual que yo, o mi hermano... O mi mejor amigo.

Sólo quiero ver a Lauren. Al menos, una sola vez antes de que me encierren.

[...]

Como Halina dijo, mis padres llegan por mí unas horas más tarde. Estoy hambriento y tengo la boca seca, pero no puedo darme el lujo de pedirles que me lleven a comer algo.

Outlaw.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora