Christian y Anastasia se conocen desde niños Cada vez que se ven la atracción es inmensa se aman con locura Pero su amor causa odio envidia rencor ¿Que harán para proteger el gran amor que se tienen? ¿Serán capaz las personas que no quieren verlos...
Escondo mi rostro en su cuello mientras nuestras respiraciones se normalizan. Ella está encima de mi.
—Señor Grey... eso fue alucinante.— susurra Ana, aún con la respiración agitada.
—Sexo de despedida— le respondo mientras la miro.
Ella me mira con tristeza.
—No quiero ir a Aspen. Te extrañaré.— Me dice con tristeza.
—Mi amor, solo serán un par de días. Y no estarás sola, vas a estar con Ray.— Le digo y al escuchar que estará con Ray se le ilumina el rostro,— Además te debe ver una doctora para que revise como está el bebé.— Añado.
—Su hijo está bien, señor Grey. — Me responde.
le toco su vientre.
—No puedo creer que aquí este mi hijo. ¿Cuándo lo hicimos?— Le pregunto.
Ana se ruboriza. Amo cuando se sonroja.
—Ana hemos tenido sexo de distintas formas, ¿y tu te ruborizas?—
—Si, lo sé. — responde avergonzada.
—Por cierto, no quiero que cuando te vayas a Aspen te vistas con la ropa que Mía y Kate te escogieron.— Le digo cambiando de conversación.
—¿Por que no? Si mal no recuerdo usted fue quien pagó por esa ropa.— responde con tono burlón.
—Si, yo pagué por esa ropa, pero para que lo luzcas para mi. No para que otros hombres te miren. Tú eres mía.— le digo mientras acaricio su nariz.
—No sea tan ridículo señor Grey. Yo solo tengo ojos para usted—susurra y me besa. Y de nuevo a lo mismo: amarnos como solo nosotros lo hacemos.
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—Escuchame, quiero que te portes bien. No hagas que tu madre vomite.— Susurro en el vientre de mi mujer.
—Señor Grey, todavía su hijo no tiene tres meses de gestación. Por lo tanto, seguiré con vómitos matutinos. Todo es parte del proceso— murmura Ana y acaricia mi pelo.
No me quiero separar de ella estos dos días.
—Aún así, no me gusta ver como vomitas, ni los mareos.— Susurra y me acerco a su boca para besarla.
Después de una mañana de mucho sexo con mi esposa llego el momento de la despedida.
—No quiero irme.— Me dice Ana pegando su frente a la mía.
—Yo menos... No quiero que te vayas.
—Serán un infierno estos dos días. Pero después nos encontraremos en Aspen.—
—Se me harán eternos estos dos días.— dice y se separa un poco de mi.
—Prescott y Ryan irán contigo.— Le digo, ella asiente con la cabeza.
—Bueno, señor Grey me voy para el aeropuerto.— dice mi mujer acomodando su peluca rubia.
—Te prefiero castaña y natural— le comento
Ella tiene su peluca rubia, mucho maquillaje, sus labios son rojo
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