Capítulo 20

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Arqueé una ceja aguantando una risa burlona.

-¿Gay?-Susurré en modo pregunta, volteándome a verle a los ojos.

Grave error.

Nuestros rostros escasamente eran separados por unos pocos centímetros. Tragué saliva audiblemente, su rostro neutral estaba demasiado cerca del mío.

Asintió lentamente, su cabello rozó con mi frente enviándome leves cosquilleos. Me sacudí en mi asiento inconscientemente, me ponía nerviosa tanta cercanía.

Unos escarmientos comenzaban a recorrer mi estómago con tan solo verlo a los ojos, necesitaba ir al baño; seguro que era eso.

Me puse de pie avisándoles que iría al baño rápidamente. Salí de la sala con el pulso acelerado, con el corazón en la garganta.

___, ¿Qué pasa? Tú no eres así.

Caminé al baño, esquivando a las pocas personas fuera de las salas que posiblemente esperaban una función próxima. Ni el gran estruendo de la puerta del baño pudo sacarme de lo profundo que mis pensamientos me habían calado. A duras penas arrastré los pies frente al lavabo.

Mi reflejo en aquel gran espejo de pared lucía extraño; tan pálido, ojeroso, cansado, pero con mejillas bastante sonrojadas. Definitivamente me estaba enfermando.

¿Cuándo fue la última vez que me había sentido así de mal?

Tenía una sensación estrepitosa en el estómago, como una acidez que trepaba por mi garganta para desvanecerse en un tenue cosquilleo en la boca de mi tripa. La piel me ardía, los labios parecían palpitarme necesitando algo.

Tenía sed, debía beber algo.

Opté por no tirarme agua en la cara, parecería el guasón con todo el maquillaje corrido, por lo tanto salí del baño dirigiéndome al pequeño kiosco del cine.

Una mirada sobre mí me inquietó en el corredor ahora vacío, la misma mirada que había seguido cada uno de mis movimientos yendo al baño.

Un muchacho apoyado contra la pared sonreía ladeadamente en mi dirección, sin despegar su mirada de mis ojos.

Inquieta y asustada, compré un agua mineral y unos confites de chocolate; los abrí y engullí unos pocos antes de apresurarme en dirección a la sala.

-Hey, nena...- La sequedad de una voz aturdió mis tímpanos ante semejante cercanía. Prácticamente corrí doblando en una esquina en dirección a mi sala, encontrándome con el mismo chico de momentos atrás.

Tragué saliva.

Observé mis alrededores, estaba en un punto ciego.

Tensé mi mandíbula, intentando esquivar su cuerpo alargado; me tomó de la muñeca.

-¿No escuchas cuando te hablan?-Su mano libre empujó suavemente mi cuerpo a la pared frente a la puerta donde me dirigía momentos antes.

-¿Qué quieres?- Puse mis manos en su pecho.-Maldito enfermo.

Un rostro molesto apareció frente a mis ojos.

-Ten.-Me tendió un celular similar al mío.-Que forma tienes de agradecerme, nena...-Frunció el entrecejo; su nariz rozó con la mía con brusquedad.- Se te cayó entrando al baño...

Esquivé su mirada acusatoria. - Oh.... Ya veo...-Su agarre no cedió sobre mi muñeca, su torso empujó el mío contra el mural.- Gracias...-Intenté quitarlo de encima.

-Ni pienses que te irás...-Rio suavemente, sus labios rozando con mi mejilla.- Lo harás una vez te disculpes de una forma adecuada.

Mi estómago se contrajo con desagrado. -Déja....

Su lengua bañó mis labios asquerosamente con baba.

¿Eso era un beso?

Mordisqueó rudamente, mi boca estaba dispuesta en una fina línea, mis ojos cerrados con fuerza.

¿Me estaba besando?

Elevé mi rodilla, la tomó al ver mis claras intenciones de patearlo. Mi botella de agua y confites se desparramaron por la alfombra azul.

Mi primer.... ¿Beso? Sé que suena patético, pero nunca imaginé que se sentiría de esta forma tan repugnante y depravada.

Grité ahogadamente, siendo incapaz de....

Olvídenlo, el chico ya estaba siendo impulsado a las puertas de la sala con una fuerza imponente antes de que lloriqueara como una niña pequeña.

Las venas marcadas en su cuello, su respiración agitada, sus pupilas dilatadas; Park daba miedo.

El depravado corrió como alma que lleva el diablo fuera del establecimiento, tirando las golosinas de varias personas en el proceso. Mis rodillas temblaban, como pude cogí mis golosinas del suelo junto a mi agua mineral.

Lo sentí junto a mí. -¿Te hizo algo?

La piel de mi cuello se erizó, nerviosamente me giré a verlo.

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