Capítulo 53 (Maratón 2/2)

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Bien..... no les voy a spoilear nada.... Pero sean fuertes...

—Hey...-Se escuchó un susurro frente a mí, mi rodilla derecha recibió unos golpecitos. Levanté mi cabeza para ver a un Jimin con sonrisa tensa y la mandíbula tensa. —Hablé con la cajera...-Me pasó una botella de agua mineral, la tomé tímidamente agradeciéndole con la mirada. —El servicio mecánico no está muy lejos...- Jugó con los anillos de plata de sus manos. Miró a un costado, posiblemente intentando ubicar el sitio. —Ya me ha dado la ubicación, el sitio está sobre la playa...-Sus últimas palabras fueron bruscamente cortadas por otro estruendoso sonido, ambos nos exaltamos. —Debemos apurarnos si no queremos que la tormenta nos acorrale...-Revolvió su cabello con la mano izquierda bajando la mirada tímidamente. Hizo un ademán con su cabeza señalando a su derecha, comenzó a caminar de un segundo a otro.

Como si me hubieran encajado un resorte en el trasero, me propulsé en su dirección levantándome de la banca apretando nerviosamente el plástico de la botella. La abrí decidida, vertiendo aquel líquido fresco en mi boca. Equiparé mi paso al de Jimin en poco tiempo  y sin mucho esfuerzo. —¿Quieres agua, Jimin?- Ofrecí en voz baja. Él sonrió de forma ladeada sin despegar sus ojos del horizonte.

—No, gracias nena.

Mi pulso se disparó, evidenciándose en el gran crujido que se escuchó de la botella entre mis manos.

Respira, ___, respira.

Regularicé lo mejor que pude mi respiración.

Caminé junto al, teniendo como música de fondo el ruido de las aves que buscaban desesperadamente un refugio de la tormenta, y el caudal de viento que iba en aumento.

Nos desviamos por unos pequeños arenales que separaban la angosta cadena de lo que supongo que era la playa. Aceleramos el paso descendiendo por las laderas de arena para llegar a un terreno de arena más sólida. Ambos respiramos fuerte al unísono. La brisa marina era aún más poderosa, como era de esperarse, logrando desestabilizar nuestra caminata por momentos.

Nos desplazamos con fuerza de voluntad, inclinando nuestros cuerpos hacia adelante para mantener el equilibrio. —____, debemos apresurarnos.- Tomó mi muñeca, una sensación de calidez se acopló en mi cuerpo. Intenté ignorar aquel repiqueteo que mi corazón hacía al acelerarse con el contacto de los dedos de Jimin y mi brazo.

Iba a desfallecer, nuevamente.

Las primeras gotas comenzaban a caer sobre nuestras cabezas, comenzando a empaparnos poco a poco. Aceleramos el paso, la lluvia también lo hizo. Nuestros cuerpos se bañaban en agua, nuestros cabellos comenzaban a escurrir.

—____...-Habló acelerando su caminata al punto de arrastrarme por medio de trotes. Cubrió sus ojos con el antebrazo para poder ver mejor el camino. —Allí, rápido...-Señaló una pequeña casa de guardavidas a unos metros. Estornudó audiblemente, decidí por no llevarle la contra. No quería que Jimin se enfermara...

Corrimos al sitio con todas las fuerzas que reunimos, con cada gota de agua sintiendo como pequeñas agujas heladas sobre la piel de nuestros rostros. Torpemente abrimos la puerta sin molestarnos en verificar que hubiera alguien dentro. Cerramos la puerta con la respiración a flor de piel, dedicándonos miradas cansinas con los labios entreabiertos. Aclaró su garganta incómodamente, mirando a través de la ventana de aquel pequeño cuarto, el cual no superaba los seis metros cuadrados.

—Esto no pinta nada bien...-Resopló mirando a través de la ventanilla con frustración. Me tomé unos segundos para apreciar aquella sudadera blanca totalmente adherida a su torso, hombros, pecho y espalda.

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