No era una muy buena idea tomar todo el contenido de aquella copa entregada por el mesero, momentos atrás. Me encogí de hombros tomando unos sorbos más para luego dejar la copa sobre la mesa nuevamente. Observé a Jimin, aún ocupado con aquellos hombres que le parloteaban y rodeaban como si él se tratara de una presa.
Relamí mis labios, entrecerré los ojos contemplando mis alrededores. Muchísimas personas, todas aparentemente importantes a excepción de los veinte camareros que les servían atentamente. Acomodé mi vestido, buscándome algo con qué entretenerme en el tiempo indefinido en el que estaríamos allí. Jugué con un mechón suelto que se había zafado de mi recogido, lo enrosqué en mi dedo mirando mis uñas recientemente pintadas de una tonalidad entre el rojo y el violeta. Apreté mis labios en una fina línea, alguien llamó mi atención.
—¿____?- Jackson me miró consternado, caminando a mi lado con una chica que le sacaba más o menos una cabeza. Me miró de pies a cabeza, posiblemente no creyendo que me encontrara allí. —¿Qué haces aquí?- Sonreí infelizmente, no es como si hubiera optado libremente por venir. —¿Jimin...
Asentí mirando mis pies por unos segundos antes de volver a dirigir mi mirada a Wang. —Ya sabes...-Rodé mis ojos esta vez dedicándole una mirada a Park con una indiferencia fingida. —Esas cenas de alta sociedad, cosas que yo nunca entendería de todas formas. – Me encogí de hombros echando un suspiro. Le miré algo expectante. —¿Tú?
Mordió el interior de su mejilla. —Nuestros padres son competencia en los negocios, nos invitaron por pura cordialidad y apariencias.
¿Será por eso que esos dos parecen odiarse de aquella forma tan peculiar?
—¿Qué negocios exactamente?- Indagué sabiendo que hablar con Jimin de aquel tema le haría sentir incómodo. Me miró por unos segundos, sacudiendo su copa de vino en círculos para luego apoyar su nariz en el borde de esta, cerrando sus ojos y aspirando profundamente. Soltó un sonido de satisfacción, como si aquello se tratara de uno de los mayores placeres de la vida.
Tomó un sorbo de vino, mirando de soslayo a Jimin. —Nuestros padres tienen empresas de exportación e importación de autos, ambos a un nivel internacional bastante importante.
Mis labios se entreabrieron ante aquella sorpresa. No era ningún misterio que la familia Park tuviera tanto dinero como para limpiarse el trasero si gustaran. —Ya veo.-Asentí seriamente, me crucé de brazos apoyando mi cadera contra la mesa. Miré a la altísima chica que le acompañaba, ladeé mi cabeza con una tímida sonrisa. —¿Y tú eres...
Sonrió de la forma más elegante que había visto en toda mi existencia. Repartió un poco de su cabello al costado derecho de su rostro angelical. —Sun Hee, soy prima de Jackson.- Le codeó juguetonamente. — ¿Tú ___?
Asentí recordando mi nombre en los labios de Wang al verme.
Más vale que Jimin no viera a Sun Hee, porque eso era una derrota inmediata. Todo en ella parecía tallado por mismísimos dioses, cabello negro y sedoso, nariz y ojos bonitos. Complexión y piel perfectas.
¿En qué le ganaba yo?
La monitoreé de pies a cabeza; pues en nada. Solo espero que sea una mala persona para poder tener una excusa por la cual Jimin no la invitaría a salir.
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Oh, hablando del rey de Roma, allí venía él. Se veía tan imponente a pesar de no ser muy alto, con aquel traje ceñido evidenciando su musculatura. Se desplazaba con elegancia a través del salón, robándole a las señoras más de un suspiro y jadeo, con su mirada ferozmente puesta sobre mis ojos. Casi muero. Fingí no percatarme de su mirada, limitándome a observar la copa de Jackson entre sus dedos, y los brazos cruzados de Sun Hee haciendo que su voluptuoso busto resaltara aún más en aquel revelador escote.
—____.-Alcanzó a sentenciar en voz baja, hundiendo sus manos en los bolsillos de su traje. Les dedicó una mirada a Jackson, y a su prima pero de una forma más prolongada.
Iba a matarlo, a arrancarle las tripas por la boca y dejárselas colgando de forma que Sun Hee no quisiera besarlo nunca.
