Capítulo 69

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Mis manos temblaban a medida que veía el camión arrendado estacionándose torpemente en la entrada de mi casa. Vi a papá sumido en su mundo, con la mirada perdida mientras observaba la puerta de la fríamente. Mi corazón se encogió, él hizo todo lo que estuvo a su alcance para poder permanecer en este barrio, pero sus esfuerzos no bastaron para que la nota de embargo llegara la semana pasada. Rápidamente buscó otra casa, la única que estuvo más o menos a nuestro alcance se encontraba en una ciudad próxima.

Envolví mis brazos en su cuerpo enterrando el rostro en su pecho, recordándome a cuando era más pequeña. Él me correspondió trazando círculos en mi espalda fraternalmente. Suspiré sonoramente, se separó de mi cuerpo lentamente, con sus ojos aún clavados en la puerta de entrada frente a nuestras narices, asintió para sí mismo caminando al interior de la casa.

—Debo despedirme de la casa, ya sabes...-Se encogió de hombros abriendo la puerta aireadamente, como si aquello no significara absolutamente nada para él. —Busca a los cachorros, hija.- Sonrió tristemente tragando saliva, se acomodó las gafas mirando sus pies. Se adentró a la casa cerrando la puerta detrás de él, sus pesados pasos se escucharon sobre la ajada madera del piso.

Ingresé a la casa cerrando la puerta detrás de mí, contemplé por la ventana unos segundos el cielo que presagiaba una lluvia, gotas comenzaban a caer. Resoplé cansada, me giró sobre mi espalda apoyándola contra la ventana a medio abrir.

Mi mandíbula comenzó a temblar, cerré mis ojos fuertemente contemplando la construcción arcaica sobre mi cabeza. Estaremos bien, yo sé que sí. Él seguirá trabajando aunque le quede algo lejos su empleo, y yo... yo no sé si tendré que cambiarme de escuela. Falta muy poco para que las clases terminen de todas formas y mi último año finalmente se dé por concluido, no debo preocuparme mucho por ello, luego capaz que podré pedir una beca comunitaria para...

Mi corazón se detuvo al escuchar aquella voz tan familiar. —¿___?- Casi como un murmullo avergonzado, mis oídos captaron aquellas palabras. —¿Te...te...vas? ¿A... dónde?

Tragué saliva sintiendo mi garganta arder como el demonio. Apreté mis ojos fuertemente dándome la vuelta, para ver a un Jimin atónito y pálido, con sus labios entreabiertos y tintineantes. Me miraba desde abajo del porche, cabizbajo con su cabello despeinado y respiración pesada.

Inevitablemente, mis ojos se nublaron. Cubrí mi boca cerrando los ojos unos segundos.

¿Qué iba a decirle?

—Sí, yo... debo irme.-Asentí mirándole de forma distancia. Sus ojos me atravesaron como dagas, miró la escalinata del porche para luego subirla aceleradamente. Me exalté.

—¿Por qué?- Demandó desesperado, sus ojos reflejaban un deje de sufrimiento interno. Miré a mis pies avergonzada, apreté mis labios en una fina línea sintiendo mi ritmo cardíaco dispararse.

—No nos da el dinero para conservarla...-Titubeé con vergüenza evadiendo su mirada.

—____, por favor.- Su voz se escuchó estrangulada como un suplicio, me miraba suplicante y dolía como el infierno. Le miré confundida. —No... no te vayas...-Susurró dolido, caminó hacia mí haciéndome retroceder en el acto por más que estaba del otro lado de la ventana. Esta vez él se veía avergonzado. —Sé que lo que te dije fue horrible, ¿Bien? ¿Cómo puedo disculparme?- Sus ojos se entrecerraron, vidriosos y brillantes debajo de aquel cielo nublado que anunciaba lluvia, mirándome del otro lado de la ventana abierta. —Sé que no estabas con Jackson por eso, siempre lo supe... solo que...-Se detuvo unos momentos apretado sus labios, me miró a los ojos. —Estaba celoso, perdón.

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