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Capítulo 32

Me exalté ante ese 'inocente comentario'. Su manía por ponerme de los nervios me estaba costando la estabilidad mental, y la mitad de mi bebida dietética.

Apreté la lata entre mis manos haciéndola crujir por la presión. Contemplé sus estúpidas facciones.

¿Qué le ven las chicas a Jimin? ¿Eh? Porque sí, vaya, es atractivo, pero tampoco es necesario perseguirlo y confesársele por medio de cartitas de papel coloreado.

Desde que le había visto nunca había logrado comprender su magnetismo; no puedo mentir con respecto a su apariencia, y ustedes lo saben a la perfección. Simplemente sus actitudes le restan más de mil puntos.

Sus ojos me observaron como dagas por lo que parecieron horas. Tragué saliva.

Bien, lo entiendo.

No, no entiendo nada.

Sus actitudes cambiantes, sus padres que nunca están en casa, su hermana.... La verdad que el conjunto de elementos que orbitan a su alrededor son tan raros que me hacen querer hallar el porqué.

Pero no debo... no debo acercarme. Chicos como él solo traen problemas. Aunque por más que quisiera.... Por más que quisiera....él es un imán.

—¿___? ¿Me oíste o debo repetirlo?- Arrastró las palabras con cansancio. Sacudí mi cabeza exaltada por el arrebato.

—¿Lo qué?

—Te pregunté si hoy tienes clases con mi hermana...-Murmuró la última palabra. Bajó la mirada a sus pies.

¿Qué te pasa Park Jimin?

Aguardé unos segundos, hasta que sus ojos caídos se volvieron insoportables.—¿Puedo hacerte una pregunta, Park?- Con eso llamé su atención, me miró brevemente.

Entrecerró sus ojos. —No.

¿Eh?

—¿Jimin?

Ajustó la correa de su mochila en su espalda. Sacudió su cabello con su mano libre. —Mi hermana te estará esperando a la tarde, dijo algo de cocinar galletas.- Tragó saliva mirando a la máquina detrás de mí. —No le falles, ___...

Se largó.

¿Conservar mi orgullo o correr tras él?

Escuché las puertas del comedor abrirse.

Terminé por conservar mi orgullo, lo veré hoy de tarde de todas formas.

Jimin estaba enloqueciéndome, ¿Qué son estos cambios de humor? Puede ser que estuviera presenciando la metamorfosis de Jimin a una chica, porque era eso en lo que se estaba transformando con esa actitud. La curiosidad me estaba matando lentamente, solo deseaba descifrar esos candados que el chico había entramado a su alrededor.

Iba a averiguarlo aunque fuera lo último que haga.

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Por alguna razón mi cuerpo temblaba cada vez más a medida que me abría paso por las escalinatas de la mansión Park. Mis ojos se secaban por su incapacidad de pestañear correctamente, mis manos chorreaban agua al igual que mi espalda y cuello.

¿¡Qué me pasa!?

Tragué saliva; antes de siquiera poder tocar el lúgubre timbre la puerta se abrió, temí lo peor.

—¡___!- La Sra. Park canturreó emocionada. —No tienes idea de lo feliz que estoy de verte...- Su sonrisa adquirió dimensiones exageradas, al extremo de hacerme sospechar de que fuera una mera actuación. —Las notas de Hanna han comenzado a subir desde tus tutorías...