Capítulo 56

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Con la luz de la luna alumbrando la habitación y su pecho desnudo, acariciaba mi rostro. Pasaba sus dedos delicadamente sobre mis labios, después sobre el pómulo lastimado y por último, limpiaba una que otra lágrima que salía de mis ojos. 

-¿Vas a decirme que pasa?

-¿De verdad quieres saber?

Asintió y después me besó cariñosamente los labios. 

-Harry, mi padrastro tiene Alzheimer. Por eso regresé a Londres. Anna me lo dijo el día que ustedes se fueron. 

Me abrazó con fuerza. Apoyando su barbilla en mi cabeza y susurrando que todo estría bien. 

-Entiendo... ¿Quieres presentármelo?

-¿Quieres conocer a Tom?-pregunté sorprendida. 

-Pues claro. 

-Uhm... Bueno. Iremos mañana, ¿esta bien?

Asintió. 

-Despierta, Sara, arriba. 

-¿Qué hora es?

-Las nueve de la mañana. 

Me senté de golpe.

-¿Cuándo te fuiste y volviste?-pregunté al verlo con una ropa diferente. 

-Cuando dormías. 

-Ah. ¿Qué día es hoy?

-Jueves. 

Sin decir nada, me puse de pie y me encaminé hacia la ducha.

-¿Sabes? Ahora que lo pienso, no sé dónde vives.

-Literalmente: aquí.

Me giré con una mirada sarcástica.

-Vale, ¿quieres conocer mi casa?

-No, si lo dices así no.

-¿Cómo lo digo?

-No te nace, a eso me refiero. 

-Jamás hablamos de esto.

-¿De qué?

-Jamás me dijiste que querías venir a mi casa. Sólo fuiste a la vieja.

Puse los ojos en blanco y me giré para abrir la ducha, esperando a que el agua se templara. 

-¿Qué vas a ponerte?

-No sé. Pensaba vestirme con un jeans y una camisa.

-Te llevaré a cenar esta noche.

-¿O sea qué debo vestirme formal desde ahora?

-Sí. Pasaremos todo el día con Tom, ¿no?

Eso me sorprendió. Iba en serio eso de que quería conocer a Tom. 

«Van en serio, Sara. En un tiempo te va a pedir que te mudes con él», decía la pequeña diosa. 

-Oh, sí-sonreí-. Hagamos algo: yo me ducho y tu rebuscas entre mi ropa lo que quieres que me ponga, ¿vale?

-Vale. Pero no me hago responsable porque después parezcas un payaso. 

Cerré la puerta y me metí a duchar. 

-¿Buscaste?-pregunté al salir del baño. 

-Te verás preciosa-dijo al enseñarme el vestido.

-¿Puedes prepararme el té?

-Claro-dijo y abandono mi habitación. 

Tomé el teléfono y llame a Anna.

-¿Qué?

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