Capítulo 59

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Puse un pie en mi casa, después de pasar dos días con Harry, agotada, deprimida y algo triste debido a que se alejaría de mi. 

-¿Estás aquí, Ed?-grité mientras subía las escaleras lentamente. 

-¡En la biblioteca!-gritó para que pudiera escucharlo.

-¿Estás con Nina?

Escuché dos risas; sí, sí estaba con ella.

Dejé mi bolso y mis zapatos en mi cuarto y salí para ir a la biblioteca para encontrar a mi casi hermano enseñándole a nuestra invitada unos cuantos libros.

-Ah, hola Sara-habló mientras dejaba la copa de vino y el libro y se acercaba para abrazarme y darme uno de los cálidos besos en los labios de siempre.

-Hola, gordo-bromeé.

-No estoy gordo-protestó-. ¿Cómo te fue?

-Mal; pero no quiero hablar de eso ahora.

-Está bien, hablaremos después.

-Hola, Nina-sonreí y me acerqué a besarle la mejilla.

-Hola, Sara. Un gusto volver a verte.

-Me alegro de poder decir lo mismo. ¿Te está enseñando nuestra colección de libros? 

-Bueno, pues...-dijo Ed.

-Ah, déjame adivinar: le enseñas mi colección de libros y los cuatro o cinco que leíste por obligación en el colegio, ¿no?

Me miró divertido y me sonrió.

-Estúpida.

-Lindo.

Nina se rió de nuestra forma de tratarnos.

-Sara, aún no entiendo su relación... Quiero decir: ¿se aman como amantes, pelean como esposos, son mejores amigos y...?

-Nos besamos como acabas de ver-dijo Ed mientras posaba su mano en mi cintura.

-¿Cómo supiste que estábamos aquí?-preguntó Nina.

Una sonrisa burlona se formó en mi rostro y Edward dejó escapar una suave risa. 

-Te contaré después...

Me sonrió con cierta ansiedad y comprensión y después puso su copa en el escritorio.

-Sara, pude notar que la mitad de tus cosas están desacomodadas y en cajas; me gustaría ayudarte.

-¿De verdad te gustaría ayudarme?

-Claro. Le había preguntado a Ed si podíamos ayudarte y me dijo que seguramente no te importaría.

-Pues, claro que me encantaría. Gracias.

«¿Qué es lo que debías decirme?

-Nina x»

Decidí responder su mensaje unos cuantos minutos después, para que Ed no sospechara.

«Quiere impresionarte. De verdad le gustas... Mucho.»

Nina optó por la misma táctica que la mía.

«¿Ah si? ¿Porqué crees eso?»

Me giré y la miré sarcástica.

«Nina: soy su alma gemela desde niños. Mi madre era su madrina; crecí en su casa... ¿Debo continuar?»

«Está bien, ya entendí. 

Él me gusta... Muchísimo.»

-¿Acaso se están mensajeando?-preguntó Ed.

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