30. Far away - Nickelback

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Hace una semana había decidido que viajaría a New York con mi padre, sólo si las cosas acá no se arreglaban. En mi mente, albergaba la esperanza de que mágicamente Michael se olvidara de esta estúpida pelea, y un día yo fuera al colegio y sea todo como antes. De verdad deseaba que se arregle todo por si sólo.

Pero es que esas cosas únicamente pasan en las telenovelas o en las películas. Mikey no se olvidaría de un día para el otro de esas malditas ideas que Madeleine le había metido en la cabeza. Y por más de que me esforzara, yo no sabía cómo hacer para sacárselas. La chica le había dado "pruebas contundentes" para que él creyera que yo estaba enamorada de su hermano, y ahora eso sería muy difícil de desmentir. En especial porque el ya le creyó, y en su mente las cosas son así. Le creyó a Maddeleine y no a mí. Era su palabra contra la mía.

Y extrañamente la palabra de la rubia, era muy pesada. Quizá por el hecho de que los conocía desde la infancia, pero, vamos, yo era su novia. ¿A quién debería creerle más?

Volviendo al tema principal, al que quería referirme antes de comenzar a quejarme de Madeleine; yo había decidido viajar al otro estado si es que Mikey no se dignaba a dirigirme la palabra.

¿Y adivinen qué? No lo hizo. Así que allí estaba yo, armando las maletas para el fin de semana entrante, cuando tomaría un avión hacia New York.

Mi teléfono sonó, y sin esperar mucho, atendí la llamada. Era de Gerard.

-hace un rato recordé la costumbre que solías tener de venir los sábados a casa a visitar a mi hermano. Hoy es sábado, y Mikey no salió de su habitación en todo el día ¿dónde estás? -habló el colorado apenas apreté el botón verde para contestar la llamada. No hubo saludos, ni preguntas de "¿cómo estás?", fue directo al grano.

-Gerard, hace bastante que dejé de ir los sábados a tu casa.

...por no mencionar que dejé de ir desde la muerte de Donna.

-¿necesitas que te invite? -reprochó del otro lado de la línea, y hasta pude imaginármelo colocando su mano en la cintura y cambiando la pierna en la cual apoyaba todo el peso.

-No es eso. Sabes que tu hermano esta enojado conmigo. Cree que hay algo entre nosotros dos, o que al menos a mí me pasa algo -se escuchó su risa del otro lado

-ya se que soy irresistiblemente hermoso, pero todos sabemos que te gusta Mikes, es algo obvio de lo que no tendrían que haber dudas. Deberías ver como se pone tu cara cuando lo miras -soltó una carcajada -una vez creo que hasta casi se podía ver la baba queriendo salirse de tu boca... Y no to creas que sos la única, Mike también te mira así, o peor. Como si fueras Lara Croft o Miss Fortune.

No pude reprimir una sonrisa melancólica. Las lágrimas amenazaban con acumularse en mis ojos, mientras Gerard continuaba con su inagotable conversación sobre como nos mirábamos su hermano y yo. Hacía bastante que el chico ni siquiera me dirigía la palabra (por no decir que la mirada también, ya que la vez que me miro antes de que llegara la profesora a clases fue una excepción), y eso me hacía preguntarme ¿aún continuabamos siendo pareja? Ese tiempo en que estuvimos sin hablarnos, lo sentí como una eternidad. Una eternidad que aún no acababa.

-Tanya, ¡Tanya! ¡No me dejes hablando solo! -se quejó

-perdón, presión. No me di cuenta... ¿Me decías?

-que vengas a casa y saques a Mikey de ese pozo depresivo en el que se encuentra ahora mismo. Desde que se peleó con vos que no hace otra cosa que encerrarse en su habitación. Ni yo puedo sacarlo de ahí.

-pero yo no puedo... -me lamenté. -él no quiere ni verme. ¿No está Madeleine ahí?

-No. Ella sólo viene a buscarnos al colegio y nos acompaña hasta casa. Luego se va. Pero... ¿Qué tiene que ver? -preguntó confundido Gerard.

Leave out all the rest. |Mikey Way|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora