29. I caught fire - The used.

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Al terminar la tarde, decidimos que era hora de volver. Cuando estábamos llegando al auto de Frank, terminó de llover.

-y esa es la suerte que yo tengo... Cuando consigo un techo, termina de llover -solté una risa, sorprendiéndome a mi misma de cómo me reía de mis propias desgracias.

-¿la pasaste bien? ¿Olvidaste tus problemas?-preguntó mi nuevo amigo, abriendo su puerta al mismo tiempo que yo hacía lo mismo.

-si, valió la pena haber pagado tu entrada -respondí mientras me estrujaba el cabello para quitar un poco de agua de él. En verdad que había sido bueno haber pasado el día con Frank.

-que se repita otro día, entonces.

-ni creas que voy a volver a pagarte.

Ambos reímos y entramos al coche. Bajé la ventanilla, y estuve todo el viaje con la cabeza afuera y los ojos cerrados. Por un día, solo por un día, olvidé todas las complicaciones que estaba atravesando. Ojalá todos los días fueran así. Pero con Michael a mi lado. Lo que daría por pasar un día a solas con él, olvidándonos de todo lo demás.

¿Qué estará haciendo en estos momentos el chico que me quitaba el aliento? ¿Estará con Madeleine? ¿Estará leyendo, dibujando, mirando t.v, o pensando en mí?

-¡Tanya! Llevo como cinco minutos llamándote. -se quejó mi compañero de ruta

-lo siento, no me di cuenta

-decime donde queda tu casa -pidió mientras negaba con la cabeza, aún con la vista fija en el camino.

Al llegar a mi casa, mi madre me saludó con usa sonrisa.
Estaba detrás de la puerta, como si hubiera estado esperando a que yo llegase. Corrí mi vista al costado, estaba Robert sentado mirando televisión en el sofá. Levanté una ceja incrédula. Ya es evidente el hombre se quedará a vivir de nuevo con nosotras, a mi pesar.

-hola mamá, hola Robert. -saludé sin ganas, para luego dirigirme a mi habitación.

-Tanya, espera. Hoy llamó tu padre a casa. -me frenó mi mama a la mitad del camino. -dijo que no podía comunicarse con tu celular, que probablemente lo tuvieras apagado.

Saqué el móvil de mi bolsillo para comprobarlo.
Efectivamente estaba apagado, y un poco mojado por la lluvia de hoy. Espero que aún funcione.

-no me di cuenta -susurré

-no importa, él sólo me pidió que cuando puedas, lo llames.

Yo asentí con la cabeza, y me dirigí a mi habitación, pensando en el motivo por el cual mi padre me podría haber llamado.

Hace un tiempo que no sé nada de él. A decir verdad, cuando era más pequeña, lo veía más seguido, pero desde que se mudo a New York, ya no nos frecuentabamos como antes. Él me había ofrecido mudarme allí, pero yo no acepte, ya que aquí en New Jersey tenía una amiga y una vida bastante cómoda. En el momento en el que vivímos con Robert, pensé muy seriamente en la posibilidad de mudarme con él, pero Annice me había convencido de que me quedara.
Vaya época, cuando Annice aun era mi mejor amiga. Así que seguí viviendo aquí hasta ahora.

Puse a cargar mi teléfono, que por suerte no se había roto, y mientras esperaba hasta que cargue un poco para volver a llamar, me entretuve en Twitter.
Por esas casualidades de la vida, (no es que estuviera stalkeando) encontré el perfil de Madeleine. Y allí me quedé un buen rato mirando. Hacía ocho horas, había subido una foto de ella con los hermanos Way cuando eran pequeños. Que adorables eran los pequeños Mikey y Gerard, me daban ganas de viajar en el tiempo y abrazarlos. En la descripción de la foto, la muchacha escribió algo que me llamó la atención: "siempre fui yo la que estuve, y siempre voy a ser yo la que va a estar "

Tenía tres favoritos, dos de los chicos y uno de una chica desconocida. Negué con la cabeza lentamente, incrédula, y cerré la pestaña. Acto seguido, le di paso a un blog que siempre leía, como para despejarme un poco de la vida real.

Al rato, volví a buscar el celular y llamé a mi padre. Nos quedamos conversando un buen rato sobre nuestras vidas, y me comentó que quería hacerme una propuesta. Si yo quería, me pagaba el viaje hasta New York para que pasara mi cumpleaños allí con él, y una semana de más. Claro está, que si quería quedarme más tiempo, podría. Yo dudé un poco, y le dije que me lo iba a pensar para luego darle una respuesta.

Mi cumpleaños seria el 17 de enero, y faltaban dos semanas para eso.

Los días que me iría con mi padre, serían días que faltaría al colegio, así que tendría que pedir permiso allí. No sé muy bien qué es lo que debería pensar. Si me quedaba aquí, no sé que haría porque ya no tenía a mi lado a mi mejor amiga, mi novio no me hablaba, y en mi casa esta mi fastidioso padrastro. Y si voy al otro estado, estaría un poco con mi padre y aparte cambiaría de aires.

Aunque no estoy segura de irme y dejar a Michael solo con Madeleine. En especial porque aún no conozco las intenciones de la muchacha. Según Gerard, ella no gusta de mi novio, pero entonces... ¿Qué es lo que pretende? ¿Para qué intenta separarnos?

A pesar de que me había prometido a mi misma no seguir dándole vueltas al tema en el día de hoy, no podía evitarlo. Me parecía curioso el hecho de que yo sola pudiera ver lo mala que en realidad era esa tal "Maddie". Se había creado bastante bien la máscara de la niña buena que solo intentaba ayudar a los recientemente huérfanos de madre. Y entiendo que sea una amiga de la infancia, pero ¿Por qué aparece recién ahora? ¿De dónde salió?

Y finalmente me quedé dormida pensando en ello.

-

Colgué la mochila en uno sólo de mis hombros, y me decidí a entrar al aula. Ya estaba cansada de que nadie me hable allí adentro. Como me gustaría que Olivia fuera mi compañera de curso en este preciso momento.

Me senté en mi lugar de siempre, y acomodé mis cuadernos sobre el banco. Mientras esperaba a la profesora que se estaba tardando en llegar, me puse a pensar en la propuesta de mi padre. Por un lado no quería ir, pero ¿Para que quedarme, si Michael ni siquiera me hablaba? Giré mi cabeza, en un intento de disimulo, y lo observé. Igual que siempre, igual que el primer día que lo vi. Sentado en su asiento, sólo, lejos de la gente, con la cabeza gacha, y su cabello cayendo sobre sus ojos. Si tan solo me dirigiera la palabra, si sólo me dijera que me quedara, yo no dudaría y me quedaría aquí esa semana. Pero ni siquiera se da vuelta para decirme "hola". Es como si de nuevo fuera una desconocida para él. O peor aún, ahora ni siquiera recibía sus notas en hojas de papel, como se comunicaba cuando apenas nos conocimos.

Porque ahora esta enojado. Esta enojado por algo que no hice, o mejor dicho, por algo que no siento.

¿Cómo puedo hacerle entender que a quien amo es a él?

El sonido de unos tacones acercándose interrumpió mis pensamientos. Pero mi mirada seguía fija en Michael Way.

-Buenos días chicos -escuché a la distancia, pero no presté atención realmente.

Porque los ojos de Mikey se acababan de cruzar con los mios. Después de tantos días, fijó su mirada en mi. Y no la estaba apartando.

-saquen los libros, y abranlos en la página 134 -apenas pude distinguir la voz de aquella mujer pero no podía responder a nada.

Mikey me estaba mirando hace un rato y no apartaba la mirada de mí. Todo dejó de tener sentido a mi alrededor.

Quizás este era el momento para ir a hablarle. Quizás esa era la señal de que me escucharía en las explicaciones que quiero darle.

Pero al fin y al cabo, dejó de mirarme, y sacó el libro de texto.

Se rompió el hechizo. Todo volvió a la normalidad, y otra vez perdí las agallas para ir a hablar con él. Si después de todo, no tiene ganas de escucharme siquiera.

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Hola muchachitas, solo quería decirles que gracias por seguir leyendo. ♡♡

Leave out all the rest. |Mikey Way|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora