Habían pasado diez minutos desde mi llegada, y aún seguía parada frente a la casa pintada color pastel. Por momentos, alzaba la mano para tocar el timbre, pero enseguida me retractaba. No estaba muy segura de mi siguiente paso.
¿Qué le diría a Michael cuando lo tuviera enfrente? Hace un rato, había decidido que un simple "no estemos peleados, te amo" sería suficiente, pero ahora no me terminaba de convencer. Definitivamente debería haber pensado un plan antes de salir de mi propia casa.
Mientras intentaba buscar la determinación para tocar el timbre, la puerta se abrió abruptamente. Y yo sentí mis mejillas teñirse de colorado enseguida ¿Se habrían dado cuenta del tiempo que pase aquí y por eso me abrieron? Pero todos mis pensamientos se desvanecieron al ver quién estaba del otro lado de la puerta.
-T-t-tan-an-any-a-a -odiaba que se trabara tanto al decir algo tan simple como mi nombre. Lo odiaba porque sabía que eso lo hacía sentirse mal. Lo odiaba porque sabía que se debía a su nerviosismo. Aunque en su rostro no se mostraba la habitual molestia que tenía cuando tartamudeaba más de lo normal, sino sorpresa.
-hola Mikey -traté de sonreírle tranquilamente, sin arrojarme a sus brazos. Debía ser racional.
Sus ojos se conectaron con los míos, y percibí que tenían un brillo especial. Ambos nos quedamos en silencio unos segundos, esperando quizás, a que el otro comenzara a hablar. Parecíamos dos mudos. Pero antes de que ese momento pudiera comenzar a hacerse incómodo, sentí como los brazos de Mikey rápidamente me envolvieron en un abrazo torpe.
Sentí que mi corazón dió un vuelco, porque realmente extrañaba sus abrazos. Y es que además, este fue aun más especial, porque él había tomado la iniciativa. Inspiré profundamente para sentir su aroma, mientras que aferraba mis brazos a su espalda. Casi había olvidado lo alto que era. Y eso me encantaba. Su cuerpo estaba pegado al mio en ese cálido abrazo, en el cual no parecía haber intenciones de separarnos, porque ambos lo necesitábamos. Podía sentirlo. Por momentos, él me abrazaba con aún más fuerza, y yo simplemente le correspondía, reconfortada.
Suspiré aliviada. Todo estaría bien ahora. Tenía a Michael entre mis brazos, y eso era suficiente. Era todo lo que necesitaba en ese momento. Él aún me amaba.
Al cabo de poco tiempo, o quizás mucho, nos separamos un poco. Aún estando cerca, podía sentir su respiración, y sus ojos fijos en los míos. La noción del tiempo era algo que perdía rápidamente a su lado, así que no podría especificar cuanto tiempo pasó, hasta escuchar la voz de la arpía por detrás de mi chico.
Sé que odiar es un sentimiento demasiado fuerte, pero en este momento podría asegurar que la odiaba.
-¿¡Michael!? -no sé si mi subjetividad estará interfiriendo, pero eso sonó como un chillido.
Entonces, mi novio soltó mi mano, la que en algún momento tomó sin que yo me diera cuenta. Y eso dolió como nunca.
Se dió la vuelta a ver a Madeleine; ¿Por qué respondía a ella más que a mi? La chica dio unos cuantos pasos, pisando con fuerza para hacer sonar sus tacones contra el piso, como queriendo hacerse notar, hasta situarse al lado nuestro.
-¿Qué hace esta acá? -me miró y me dirigió una mueca de desprecio
¿Me acababa de llamar "esta"? ¿Quién se creía que era?
-Entra Mikey, entra. Quiero hablar de una cosa con Tanya -lo miró con una sonrisa, y luego lo comenzó a empujar hacia dentro de la casa de nuevo.
El chico no opuso demasiada resistencia, se lo veía bastante confundido. Luego la rubia cerró la puerta, no sin antes decir en voz más baja dirigiéndose a Michael "no olvides lo que hablamos"
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Leave out all the rest. |Mikey Way|
FanfictionTanya Evans. Mikey Way. Dos personas distintas en su rareza. Ella, una anti-popular, que tiene bien en claro lo que quiere, y cómo lo quiere. Él, un apartado social que no habla con ninguna persona del colegio, salvo con su hermano Gerard, que a su...