2. Disfraz- Kudai.

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Vi como todos a mí alrededor comenzaban a dispersarse. Busqué con la mirada a Annie, esperando una solución mágica o alguna clase de apoyo moral; pero ella ya se había alejado para ir con su compañero de grupo, dejándome completamente sola. Eso significaba una cosa. Era hora de enfrentarme a Michael Way sola. Tuve miedo. Miedo a lo desconocido, a lo que no era normalmente visto. ¿Te imaginas lo que era hacer grupo con esa persona de la cual hay miles de rumores? Y no eran rumores lindos. Decían que estaba loco. Tuve miedo de que estuviese loco de verdad, y quisiera matarme o algo así, pero luego lo analice con un poco más de racionalidad, y… es solo un compañero. No debería creer lo que los demás digan, o al menos no todo. Además, él es alguien tímido y callado. No parece malo, solo retraído. ¿Qué me puede hacer? No debo tenerle miedo. 

Tomé una gran bocanada de aire, y caminé hacia su banco., donde él seguía sentado, y no se había movido ni un centímetro desde la última vez que lo vi, que fue cuando la profesora nombró su apellido. La miré de reojo, y noté como me miraba esperanzada. Esto era parte de su plan, y seguramente pensaba que yo podría descubrir que le pasaba. Sabía que mi madre me había ofrecido a esto, pero ¿en un trabajo practico? Nos hubieran mandado a hablarle en algo sin nota. Pero como sea, callé mis pensamientos, me frené al lado de su banco, y esbocé un intento de sonrisa amigable.

-hola- dije en voz un tanto baja, pero estoy segura de que oyó

Su mirada seguía pegada al papel, ni siquiera se dio vuelta a mirarme. El saludo no lo correspondió, y yo sinceramente me sentí inútil allí parada. Fue una completa humillación. ¿Quién se creía como para no saludar? Encima de que yo gentilmente aceptaba formar grupo con él cuando nadie quería hacerlo. ¿Qué le pasaba? ¿Alguien le puede explicar a éste chico que no es superior a los demás? Mi sonrisa, se borró de m rostro al instante, aunque él no me estuviese mirando, y simplemente, dejé de esperar un saludo como respuesta de su lado, y me senté en el espacio libre a su lado. Dejé mis cosas sobre la mesa, y me giré para poder verlo, aunque sea solo su perfil. Iba a enfrentarlo. Un compañero cualquiera no me trataría de esa manera.

-mira, no me interesa tu saludo a decir verdad, solo lo hice por educación. No me interesa ser tu amiga, ni nada. Hago esto porque me dijeron que lo haga. Pero, el trabajo hay que hacerlo, y no pienso hacerlo yo sola- dije sin esperar a que hable él. Supuse que ésta vez iba a decir algo, que me enfrentaría, que se enojaría o algo, pero se limitó a mirarme fijo mientras yo hablaba, sin expresión en su rostro, y luego devolvió su vista a la hoja con los temas. Suspiré exasperada, y lo miré fijamente, esperando un atisbo de interés en el trabajo de su parte. Ya no sabía qué hacer. No veía ni una pizca de predisposición de su parte, y la paciencia se me acababa.

Si no lo hubiera estado mirando tan fijo, no lo habría notado, pero un par de veces abrió un poco la boca como para decir algo, luego la cerraba, como arrepintiéndose de lo que todavía no había dicho. ¿En que estaría pensando?

Esperé paciente su respuesta, pero él finalmente se decidió a cerrar completamente la boca. Se aclaró la garganta como tres veces, pero tampoco dijo nada. ¿Y si estaba enfermo y le dolía tanto la garganta como para hablar? No lo creo. Hubiera faltado al colegio. De todas formas, no me sorprendía, ya que nunca hablaba. No esperaba que comenzara a hacerlo conmigo, pero que al menos se preocupe por el trabajo. Si no quería hablarme de cualquier otro tema, que no lo haga no me importa, pero sobre el trabajo debía hacerlo. 

-¿vas a hacer algo?- pregunté ya sin saber qué más hacer. Ahora entendía la preocupación de las profesoras. Éste chico parecía no querer hacer nada. No me respondería. Me tocó el compañero más difícil.

Y su cabeza se movió asintiendo. Mis ojos se abrieron ante la sorpresa de una respuesta, y tuve que reprimir una sonrisa por miedo de que me viera de reojo. Pero eso fue un avance. 

-¿sos mudo?- pregunté casi sin pensar. Lo sé, fue una completa estupidez, a la cual él negó rápidamente con la cabeza.

Me quedé mirándolo un poco más, y encontré similitudes con su hermano en su rostro. Había rasgos parecidos, como sus labios, pero en sí, eran distintos. Cada uno a su manera. Bueno, debo admitir que Michael también tenía cierto atractivo, oculto, pero lo tenía. Es solo que la belleza de su hermano lo opacaba. Gerard era demasiado llamativo, y Michael, solía pasar desapercibido. Pero la belleza era algo que llevaban en la sangre, por lo visto. Bueno, no vine a analizar su belleza. Vine a hacer un trabajo, el cual tenía que aprobar. 

Pero él ya estaba mirando alrededor. Miraba a la profesora, la puerta, y el reloj de pared. Se quería ir, seguramente estaba incómodo. Me miró a mí. Me miró con pena, como disculpándose por algo. ¿Será por no hablar? Se notaba que quería irse, que quería escapar, que no estaba cómodo. Aunque algo más se escondía detrás de su mirada, pero ¿Qué? ¿Por qué no hablaba? Me desesperaba el no saber que le pasaba, porque ni siquiera podía ayudarlo. Y en ese momento eso era lo único que quería hacer. Él necesitaba ayuda. 

Inesperadamente, tomó una hoja y una lapicera. Escribió algo en ella y me la entregó. Decía en letras grandes y negras “no soy mudo”. Cuando terminé de leerlo, levanté la mirada, y me encontré con sus ojos que esperaban el encuentro con los míos. Si no era mudo, ¿Qué le pasaba entonces? De todas formas, su mirada me estremeció. Sus ojos pedían a gritos ayuda, pero él hacía como si nada. ¿Qué haría ahora?

Lo único que podía decir con certeza, era que el trabajo podía esperar.

Leave out all the rest. |Mikey Way|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora