Capitulo 13

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Richard se acostó. Había estado pensando en la conversación con Bruce y le sorprendió darse cuenta que pese a la rabia que aun sentía por Arin, no había mentido al decir que le repelía la idea de dañarla de algún modo. Exactamente como había hecho aquella tarde y aunque se había disculpado, ella no había aceptado que volviesen a intentarlo. Bueno, no es como si tuviese otra opción, porque él no iba a rendirse.
Arin había querido que lo intentasen y por culpa de su "venganza" lo había fastidiado. Ahora debía ganarse su confianza y conseguir que ella aceptase.
Ya la había perdido una vez y no quería volver a pasar por eso ya que temía que, sin remedio, seguía enamorado de ella.
Se acarició de nuevo sobre el corazón, y deseó que ella estuviese allí con él.
Finalmente se durmió y soñó con la vida que habría podido tener con ella.

Arin como su mujer. Verla cada día. Acostarse y despertar a su lado. Quizá algún hijo.
Una niña que se pareciese a ella...
Luego la imagen cambió y se vio sentado en una hamaca en el jardín de la casa de ella viendo como una niña pequeña jugaba sobre la hierba. Ésta se volvió hacia él. Rubia, alta para los dos o tres años que debía tener, y los ojos tan verdes como los de Arin.
-¡Papá mira!
Y despertó.

¿Pero qué? ¿Qué significaba aquello?
Miró el despertador y lo apagó antes de que sonase diez minutos más tarde.
¿Es esto lo que deseo?

Tras tomarse el café, se puso la ropa de deporte y salió a correr.
Algo le decía que aquel fin de semana iba a ser muy largo.
Correr siempre le aclaraba la mente y tenía que pensar bien que hacer a continuación.
Mientras esperaba a que el semáforo cambiase, consideró sus opciones. Bien podría girar a la derecha y hacer el mismo recorrido de todos los días, o ir hacia la izquierda donde estaba el hospital y un poco más allá...ella.
Giró a la izquierda.
Cinco calles después, volvía a estar frente a su casa.
¿Y ahora qué?
Cuando pensó que debía llamar y disculparse de nuevo vio como ella se acercaba corriendo dirección a la casa, así que a pesar de lo ridículo que era, se escondió tras un árbol para que no le viese.
No iba sola. Estaba corriendo junto con un hombre alto y rubio.
Y se reían juntos.
¿Qué cojones significa esto?

Ya le había pasado por la cabeza que ella estuviese con alguien. Era una mujer atractiva, al fin y al cabo, pero verlo no lo hacía menos doloroso. Ella miraba aquel tipo como si fuese importante. Como...si le quisiera.
¡Joder no!
Una vez frente a su casa, se abrazaron y el hombre se alejó.
Eso es. Sigue corriendo y no vuelvas.
Bueno, al menos no se habían besado.
¿Qué debía hacer ahora?
Antes de pensárselo mucho más se acercó a la puerta y llamó.

Escuchó sus pasos al otro lado.
-Ya te dije que estoy...
Se interrumpió en cuanto vio quien era.
-¿Qué estás qué?
-Bien.
-Me alegro.
-¿Qué haces aquí?
-Tenía que verte.
-¿Por qué?
Porque te necesito.
-¿Estás sola?
-Si. Iba a darme una ducha y luego saldré a buscar a Audrey.
-Perfecto.
Antes de que ella pudiese decirle que se marchase él se adentró, cerró la puerta y empezó a desnudarse.

-Jones...qué...¿Qué haces?
-Voy a ducharme contigo.
-No...para. Vístete.
-Quiero estar dentro de ti Arin.
-Por favor, para.
-¿No me deseas?
Tanto que apenas puedo respirar.
-Esto no es lo que yo quiero. Quería empezar de cero contigo Jones pero no así.
-Entonces dime.
-Solo vete. Déjame pensar. Dame tiempo.
-Has tenido años para pensar en mí.
-Y lo hice pero jamás creí que volvería a verte. Me confunde que estés aquí y si me tocas... Me enteré de que te habías casado y yo...
-¿Tu qué?
-Se me rompió el corazón.

Se detuvo para mirarla a los ojos. Estaba asombrado. ¿Ella le había amado? ¿Le amaba ahora?
-Lamento mucho lo que pasó Jones. Te herí. Nos herí a ambos. Por favor, perdóname.
¿Cómo no iba a perdonarla cuando le miraba con esos increíbles ojos verdes y tenía los labios entreabiertos pidiéndole a gritos que la besara?
-Detenme.
Pero ella seguía inmóvil. Si no se alejaba... él no podía.
-Arin detenme. Si te beso...
No me conformaré solo con eso.

Arin seguía allí. No se iba y para colmo su respiración se aceleraba. Él podía ver como su pecho subía y bajaba a toda velocidad. Estaba excitada. Maldita sea.
-¡Joder Arin!
Eso pareció hacerla reaccionar. Parpadeó un par de veces y enfocó su mirada en la de él.
-Vete por favor.
Richard también cerró los ojos. Obligó a sus manos a recoger la chaqueta que se había quitado y a ponerse de nuevo las deportivas antes de irse.
No se volvió para mirarla. Si lo hacía sería incapaz de marcharse. Saber que él era quien la había excitado, él que la había puesto en aquel estado era demasiada tentación y ciertamente una ventaja. Se marcharía pero Arin no tardaría en ser suya de nuevo.

Segundas oportunidades (Serie Love 03) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora