Capitulo 27

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Su boca cayó sobre la de ella impidiendo que cualquiera de los dos pensase en algo más que en sentirse.

La cogió en brazos y subió las escaleras con ella rodeandole la cintura con las piernas y besándole el cuello.

-La puerta de al final del pasillo.

Cruzó el pasillo hasta su dormitorio, intentando concentrarse en dar un paso tras otro, pero era difícil con ella besándole.

La dejó en el suelo, a los pies de la cama.

-He deseado quitarte esta ropa desde que entré en el bar y te vi.

-Hazlo ahora.

-¿Por qué no te cambiaste? Podrías resfriarte.

-¿Te parece que tengo frío? Ademas, el cuero seca rápido.

-¿Qué hay bajo el cuero, Arin?

Ella sonrió.

-Desvisteme y averigualo.

Empezó bajando la cremallera del chaleco pero no miró.

La empujó sobre la cama y se agachó para quitarle las botas y calcetines y luego desabrochar el botón del pantalón para bajarselo lentamente por las piernas.

Tragó saliva al ver el minusculo pedazo de tela que cubría su sexo. Nada más que un pedacito de encaje negro y rojo que apenas tapaba el triangulo entre sus piernas.

La levantó e hizo a un lado el chaleco para deslizarlo por sus brazos. Nada cubría sus pechos.

-Joder Arin...

-¿Te gusta?

-Me encanta. Desnudame por favor.

Arin cogió el dobladillo de la camiseta para tirar de ella hacia arriba y sacársela por la cabeza.

Besó el pecho, la cintura, el cuello, los pezones mientras le desabrochaba los vaqueros.

Richard inhaló con fuerza, tratando de controlarse y dejar que explorase todo lo que quisiera, pero lo estaba torturando.

Pateó los zapatos lejos para cuando ella le quitó los pantalones asombrada de que no llevase nada debajo de ellos.

Si, bueno, había tenido prisa cuando salió de casa. Ahora se alegraba de que no hubiese más capas de ropa. Tampoco había llegado a ponerse calcetines.

-Me gusta mirarte Jones. Eres tan sexy.

¿Qué él era sexy? Joder, entonces ella era una especie de Diosa porque estaba ya al borde y no había echo ni la mitad de lo que quería. No había empezado siquiera.

-Túmbate Arin.

Ella se recostó en la cama y levantó los brazos sobre su cabeza.

-¿Tomas la píldora?

Negó con la cabeza.

-Hay condones en el primer cajón de la cómoda.

Él se acercó hasta el mueble tratando de no pensar porque ella tenía condones. No quería pensar en que tuviese sexo con otro.

Abrió el cajón.

¡Joder!

El cajón estaba lleno de consoladores de todo tipo.

-¿Jones?

-Estoy respirando. Dame un minuto.

-Son regalos de Samantha. Este último año han estado haciéndome compañía.

Segundas oportunidades (Serie Love 03) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora