Capitulo 02

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Despertó gritando.
La pesadilla aun la hacía temblar. No podía seguir así. Aquellos calmantes aliviaban el dolor, pero también le daban sueño y cada vez le costaba más despertar.
Sin embargo el sueño le había mostrado algo que no había visto las otras veces. Reconocía la mano como la de un hombre, salvo que esta vez había algo distinto.
En la muñeca, su salvador llevaba una pulsera de hilo hecha a mano.
Mierda, estaba dolorida, asustada y por encima de todo, excitada.
Maldito Bruce Shepard.
¿Por qué la deseaba? Ella nunca le había dado motivos. Si no hacía más que restregarle sus ligues con tal de que él dejase de devorarla con la mirada.
Hasta hoy, eso jamás le había afectado. Y solo podía pensar en lo sexy que le quedaba la bata.
Lo que daría por tener sus juguetes allí con ella.
Suspiró y cerró los ojos. Al día siguiente la tocaría...

Bruce

La mañana llegó como cada día pero él sabía que aquella no era como las demás.
Había quedado con Arin que en cuanto dejase a Audrey en el colegio se encontraría con él en el hospital. Quizá para entonces Samantha ya estaría instalada fuera del área de Urgencias.
Se pasó la mano por la boca. Había llegado el momento.
La erección con la que había despertado aquella mañana debido a los sueños protagonizados por Samantha no había desaparecido y crecía conforme se acercaba a su habitación.
-Hola Bruce.
-Buenos días Angie.
-Creí que nos veríamos ayer.
-Tenía otro compromiso.
-Ya veo.
Estaba casi seguro de que ella pensaba que se trataba de otra mujer.
Bueno, en parte era cierto. De todos modos lo suyo no era nada exclusivo. Eran libres de salir con otras personas.
Llamó a la puerta y entró antes de que Angie preguntase algo más.
Estaba dormida.
Gracias a Dios.
Todavía agradecía no haber estado en quirófano cuando ella entró en parada. El pánico le habría consumido.
Aun con Angie a su lado, no pudo evitar tocarla, comprobar el pulso que latía bajo su piel.
Quizá Samantha no le desease, pero podía haberla perdido para siempre y no iba a dejar escapar la más mínima oportunidad. Si ella volvía a pedirle que la besara, Dios era testigo de que lo haría hasta que ella no pudiese pensar en nadie más.
Todos aquellos tíos que habían salido con ella y que le había restregado en la cara durante seis malditos años.
Había deseado matar a todos y cada uno.
Angie le pasó el historial que había en el compartimento a los pies de la cama.
-Parece que ha pasado mala noche- leyó el informe de la enfermera del turno de noche. Dolor constante y fuertes pesadillas.
Mierda y yo en casa.
Samantha abrió lentamente los ojos encontrándose con la mirada atormentada de él.
-Hola-susurró.
-Hola nena. ¿Cómo estás?
Sintió la mirada de Angie en la espalda pero la ignoró.
-Mejor.
-¿Has pasado mala noche?
Asintió.
-Creo que es por la medicación. Temí no despertar, aunque bueno, eso pasó durante unos minutos.
-Por favor, no bromees con eso Samantha.
-No bromeó doctor. Me aterroriza dormirme.
-Si es por la medicación, reduciremos la dosis pero debes seguir tomándola.
-De acuerdo. ¿Cuándo podré irme de aquí?
-Teniendo en cuenta de que han pasado menos de veinticuatro horas desde que despertaste todavía tienes para unos días señorita. Después vendrán a buscarte y te subirán a planta. Pero ahora, necesito examinarte, ¿vale?
Ambos tragaron saliva. Era el momento.

La enfermera que estaba junto a él y que había mantenido silencio, salió de su mutismo para avisar que había que cambiar la sonda y luego se marchó a por unas cosas.
Estaban solos.
-Hazlo de una vez.
Si fuese tan sencillo...
Bruce dejó el historial sobre la mesita, bajó lentamente la sábana y le abrió el camisón sin dejar de mirarla. Como si esperase que en cualquier momento ella le pidiese que no la tocase.
No es como si tuviese opción, ¿cierto?
Su miraba se oscureció en cuanto vio los vendajes. Tenía el cuerpo completamente magullado. La había apuñalado en costillas, pecho y estómago. Repetidas veces.
-Lo mataré- no fue consciente de que lo había dicho en voz alta hasta que ella contestó.
-Quien sea que fuese falló doctor. Solo espero que la policía lo encuentre.
-Es probable que aparezcan por aquí esta mañana para hacerte unas preguntas.
La mano de Bruce fue ascendiendo por su cuerpo, mientras la respiración de ambos iba acelerándose. Pasó de las costillas a los pechos, justo entre ellos, apenas rozándola. Siguió hacia el cuello, hasta llegar a los labios.
Samantha cogió la mano para detenerle y se fijó en su muñeca.
-No me jodas...

Arin

Entró precipitadamente en el hospital. Todavía le sorprendía que no la hubiesen multado por exceso de velocidad.
Se precipitó hacia el ascensor que ya se estaba cerrando.
-¡Espere por favor!
La persona que había dentro debió de oírla porque la puerta se abrió de nuevo.
-Muchas gracias.
-Un placer.
Se volvió hacia la voz.
-Mierda.
-Yo también me alegro de verte Arin.
No tiembles Arin. Concéntrate.
-¿Qué haces aquí Jones?- él cerró los ojos al oírla llamarle así. Lo había extrañado. La había extrañado.
-Joder Arin, me encanta cuando me llamas así.
-Respóndeme.
-Trabajo aquí- dijo tras un suspiro.- ¿Tu hermano no te lo contó?
-¿Por qué debería? No sabe que nos conocemos- si lo supiera ya la habría matado. Bueno, o a él.-por lo que debió de pensar que no me importaba.
-¿Y es así? ¿Te da lo mismo?
Para nada.
-Poco importa. Ha pasado mucho tiempo ya.
-Dime que no has pensado en nosotros ni un solo día.
No podía. No había modo alguno en el que ella olvidase lo que sentía cuando la tocaba, cuando la besaba o cuando estaba profundamente enterrado en ella.
-Como ya te he dicho, ha pasado mucho tiempo.
-¡Maldita sea Arin! ¡Te casaste!
-Si. Y si no recuerdo mal, tú también.

Richard

¿Cómo decirle que lo había hecho para intentar arrancársela del alma?¿Que solo ella le importaba?Arin le había dado la mejor noche de su vida y cuando había despertado a la mañana siguiente ella había desaparecido dejando en su lugar un post-it con las palabras ADIOS Y GRACIAS que aún le perforaban el estómago.
Unos días después Bruce le dijo que se iba para ser el padrino de la boda de su hermana. Eso casi había acabado con él.
Cada mujer desde entonces, incluso Melissa con la que había terminado casándose, había sido solo un vago alivio para la necesidad que tenía de Arin.
Y aquí estaban de nuevo.
-¿Qué fui Arin? ¿El último polvo antes de la gran boda?

Arin

Si. No. Mierda. ¿Qué debía decirle? Había viajado hasta el apartamento de su hermano para sorprenderle antes de la boda y había sido tan idiota que no le había preguntado sus planes.
De modo que cuando llamó a la puerta, su compañero de piso, que ahora estaba en el ascensor con ella, le había informado de que Bruce y su novia de aquella semana se habían marchado de acampada. Y ella, en lugar de dar media vuelta, había aceptado la invitación de Richard Jones para entretenerla. Ni siquiera se había parado a pensar en Collin cuando se encontró devolviéndole el beso.
Y para mayor vergüenza, en su noche de bodas solo había llegado al orgasmo porque era en él en quien pensaba. Joder.
-Simplemente olvídalo. Sucedió y ya está.
-Y una mierda. Llevo casi tres años esperando esto- le echó la cabeza hacia atrás y la besó.
Algo, lo que fuese, hizo click entre los dos. Como si eso fuese lo correcto, como si encajasen y eso solo les había pasado tres años atrás, cuando juntaron sus bocas por primera vez.

Richard

Había planeado aquello desde que despertó aquella mañana. Siempre supo que volvería a verla pero nada le preparó para aquello.
Le estaba volviendo loco otra vez. En tres años no había habido ni un solo día en que no pensase en ella sin ponerse duro pero aquel beso le estaba devastando. Completamente.
Detenme por favor.

Arin

Ella se sentía igual. En treinta años nadie salvo él la había hecho temblar.
Nada había cambiado. Los recuerdos volvieron a ella de golpe, como un tsunami. Lo apartó justo en el momento en que las puertas se abrieron y lo dejó solo de nuevo.

Segundas oportunidades (Serie Love 03) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora