Capitulo 23

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Cuando Arin llegó al Sirena ya estaba lleno hasta los topes, así no tendría tiempo para pensar.

Después de que Collin la golpease y empezar a tramitar el divorcio, había vuelto a recuperar su antiguo trabajo. No ganaba mucho pero pagaba las facturas y podía combinar bien el horario para pasar tiempo con su hija. Ella era lo más importante.

-¡Arin!

-¡Jason! Habéis venido.

-De ningún modo ibamos a perdernos esto.

-¿Y tu mujer?

-En la barra a por algo de beber.

-¿Y las niñas?

-Con mi suegra. Esta noche estamos aquí por ti.

-Gracias, estoy muy nerviosa.

-¿Por qué?

-Nunca he bailado sobre la barra.

-Lo harás genial.

-¡Arin!

-Hola Hannah- ambas se abrazaron.- Gracias por venir.

-Era imposible que no viniesemos. Siento que Bruce y Sam no puedan estar aquí.

Arin sonrió.

-Supongo que si sale bien, no será la primera y última vez.

-Tu solo déjate llevar. Estaremos aquí animándote.

Eso la hizo reir y la tranqulizó.

-Te haré subir a bailar conmigo.

Los ojos de Jason brillaron y esbozó una sonrisa encantadora.

-Por mi encantado.

-Yo tampoco tengo problema Arin. Soy consciente de que no me muevo mal.

Meneó las caderas para enfatizar lo que acababa de decir.

Arin la abrazó de nuevo y se despidió para ir a cambiarse en el almacén.

Respiró hondo y se puso otro tipo de ropa que no tenía nada que ver con ella.

Un ajustado pantalon de cuero negro, botas altas y un chaleco también del mismo material. Bien podría haber pasado por motera.

Suspiró. Ya no podía echarse atrás.

Pensó en su hermano y en su mejor amiga. Lo cierto es que ninguno de los dos sabía lo que haría aquella noche. No se había atrevido a decírselo. Sabía que ambos se molestarían por no poder estar allí con ella.

Salió del almacén y caminó hasta la barra para coger una bandeja y empezar a servir mesas.

Había muchos clientes habituales y habló con ellos. Sirvió bebidas, charló con compañeras y olvidó todas sus preocupaciones.

A medianoche se anunció que empezaba el espectáculo en la barra.

Arin buscó a Jason y a Hannah y les encontró a ambos sonriéndole y alzando los pulgares hacia ella. Era la hora.


No debería estar ahí. Había estado repitiéndoselo una y otra vez, pero quería verla.

Quizá simplemente la observase de lejos. Quizá ni se acercaría a la barra.

Ella no tendría que saber que había ido hasta allí porque se moria por verla, porque la echaba de menos.

Cuando entró, la música llenó sus oidos, pero no le dio importáncia. Toda su atención estaba en la barra. Siete chicas sobre ella, y solo una a la que no podía dejar de mirar.

Pelo largo y rubio ondulado cayendo sobre sus hombros hasta la mitad de la espalda. Pantalones y chaleco de cuero. Botas altas y de tacon. Sus labios esbozaban una sonrisa y sus ojos, tan verdes, le miraban fijamente mientras movía su cuerpo junto a las demás.

La observó ayudar a una hermosa pelirroja, a quien no podía verle bien la cara, a subir junto a ella para bailar pegando sus cuerpos. La multitud gritó al verlas, volviéndose locos. Era lo más excitante que había visto nunca, hasta que un hombre alto y rubio subió también colocándose entre las dos y moviéndose con ellas. El mismo hombre que había salido a correr con ella. Jason.

Me cago en la puta.

Poco después, Arin bajó su cuerpo mostrando sus largas piernas y su delicioso y tentador culo a todo el que miraba sin apartar los ojos de él, para coger una botella de agua antes de volverse hacia el público. Levantó la botella y derramó el agua sobre su cuerpo.

Su respiración se volvió irregular. Quería acercarse, bajarla de la barra y llevarsela lejos para poder follársela como al animal que sentía en su interior.

La música finalizó y el local estalló en aplausos, silbidos y aplausos.

Apartó momentanéamente los ojos e ella y los fijó en el resto del bar.

El hombre alto y rubio bajó de la barra, ayudó a bajar a la pelirroja y luego a ella.

Se abrazaron en cuanto ella puso los pies en el suelo.

Arin dejó que ese tio la levantase para dar vueltas, lo que la hizo reír como cuando se conocieron. Una sonrisa sincera.

No podía seguir viendo aquello. La mataba verla con otro.

Arin se volvió hacia él impediéndo que se moviese. Pasó la lengua por sus labios antes de avanzar en su dirección.

Richard observó el movimiento de sus caderas.

-¿Qué haces aquí Jones?- le recorrió el cuerpo con la mirada, dirigiéndose a su entrepierna, mordiéndose el labio cuando fue consciente de su erección.

Avanzó hasta pegar su cuerpo al de él.

-Estás mojada- fue lo único que pudo decir sin atragantarse.

A pesar del olor a sudor, alcohol y humo del bar, el olor a lavanda de ella era lo único que registraba su cerebro.

-Asi es. Creo que tu tienes algo que ver en ello.

¿Cuándo se habia vuelto su voz tan jodidamente sexy? ¿Y que quería decir?

-Me refería a tu ropa.

-Yo también- sonrió antes de pasarse la lengua por los labios- Aunque...también podría ser otra parte de mi. Bajo la ropa.

Un gemido se escapó de su garganta.

-No soy un santo Arin.

-Nunca lo fuiste. Eres una tentación, un peligro para mi y aun asi, no quiero estar en otro sitio que no sea contigo dentro de mí.

-Arin...

-¿Si Jones?

-Coge tus cosas.

-¿Cómo dices?

-Nos vamos. Coge tus cosas.

Ella sonrió de nuevo y se encogió de hombros.

-No puedo. Aun me quedan dos horas.

Y se alejó.

Segundas oportunidades (Serie Love 03) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora