Capítulo 1 - Despertar

530 19 14
                                    

Despertar


A veces el final indica un nuevo comienzo.

No recuerdo lo que pasó o simplemente no quiero recordar. Tanteo abrir mis ojos y no puedo, mis párpados se niegan a hacerlo. El simple hecho de querer respirar hace que todo mi cuerpo sea el que cargue con el sufrimiento que me causa, es un esfuerzo catastrófico procurar inhalar aire. Una vez más lo intento pero es en vano.

Me duele, me duele todo. Trato de tranquilizarme y noto que estoy acostada pero no sé exactamente dónde me encuentro. No puedo moverme, no puedo hablar, no puedo ver, no puedo hacer nada; una lágrima empieza a caer por mi mejilla y aunque pudiera quitarla no quiero porque en esa lágrima estoy descargando todo mi dolor, mi frustración y mi temor al no saber qué rayos está pasando conmigo.

Una aguja es introducida en mi brazo y empiezo a sentir el líquido fluir por mis venas, no sé si el medicamento surge efecto tan rápido pero escucho voces a lo lejos en especie de susurro, puedo distinguir voces varoniles y una de mujer; ellos están conversando sobre algo, creo oír algunas palabras entre lo que dicen como: «Así es la vida, qué vamos a hacer», «Dios sabe por qué pasan estas cosas», «Lo peor es que no tenían la culpa»; el dolor me ayuda a ignorar sus siguientes frases lo cual agradezco porque no sé de qué están hablando y tampoco son palabras agradables de escuchar, necesito alejarme de lo que están conversando porque me está afectando pero de pronto... un sonido inunda el lugar, un hermoso sonido debo decir, me agrada, me tranquiliza, me trae paz.

Quiero escucharlo de nuevo, pero lo que nuevamente vuelven son las voces. ¡Cállense! Quiero oír ese sonido que ha logrado serenarme en pocos segundos, no a ustedes. Mi intención es gritarles, sin embargo, no lo logro, me siento inútil, incapaz de hacer o decir algo.

El medicamento sigue haciendo efecto, estoy quedando sin las pocas fuerzas que tenía. A los pocos minutos ahí está de nuevo, lo reconozco, sé que es el mismo, es inconfundible, me gusta. Es un sonidito un poco más agudo que los demás. ¡Creo que sé que es! Es un llanto. ¿Es un llanto de bebé?

¿Un bebé? ¿Qué hace un bebé en este lugar tan frío?

¡Oh Dios mío! ¡No! ¡No, por favor, no!

Soy consciente de mis lágrimas caer, no una, muchas; es inútil, nadie me presta atención como si no estuviera aquí pero ¿si estoy? ¿Estoy soñando? ¿Estoy despierta?

¿Estoy viva?

El medicamento o el destino hicieron su parte. Todo se desvaneció.

***

He despertado. Estoy acostada y con los ojos cerrados, de nuevo, aunque ahora no siento ningún dolor todo lo que era para mí un tormento ha desaparecido, es más, me siento completa, en paz, contenta.

Feliz, sería una buena descripción de cómo me considero justo ahora.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que desperté y es entonces cuando empiezo a recordar el último instante que tengo en memoria; abro los ojos de inmediato y busco desesperadamente el llanto del bebé, esperando oírlo de nuevo.

Estoy segura que no es cualquier llanto.

Es mi bebé, me pertenece.

La busco por todos lados en éste lugar, en cambio, no la encuentro y es de esta forma que después de sentir una felicidad absoluta he vuelto al llanto en cuestión de segundos.

Mis sollozos son muy notables en la habitación, pero nadie llega, nadie me consuela, ni siquiera sé dónde estoy pero esto no parece un hospital.

Han pasado horas o talvez días desde que he despertado, no lo sé, no quiero salir aquí, me siento como si ahora esto fuera mi hogar; es entonces cuando me fijo que estoy en una habitación demasiado extraña, nunca había visto algo parecido. Veo detenidamente cada cosa y no puedo evitar notar que todo está ordenado y muy limpio. Creería que es una habitación de hospital pero sé que en el pueblo no hay hospitales tan climatizados como para contar con una habitación así, aunque no aparto el pensamiento de que alguien pudo haberme transferido hasta aquí.

No entiendo. No tengo idea ni la más mínima idea de lo que ocurre.

Estoy considerando esa opción pero las dudas llegan cuando me doy cuenta que no estoy conectada a ningún aparato, no siento dolor, veo mis manos, están tan limpias como este lugar. No veo ningún medicamento por ningún lado. En serio, daría lo que fuera para saber dónde me encuentro.

Me concentro en todo lo que puedo ver y noto que hay una pequeña mesa al lado izquierdo de la cama y sobre ella solamente un vaso de agua. También logro visualizar un espejo a un costado de la habitación la cual está pintada de color Beige; éste color me da tranquilidad y no entiendo cuál sea la razón. Se me hace más extraño saber que éste cuarto o lo que se supone que sea consta únicamente de una puerta, no hay ventanas, no hay atajos, al parecer el mismo lugar por donde entras... debes salir. A pesar de que no hay aire acondicionado y estoy prácticamente encerrada no siento calor, es una temperatura agradable. Lo que reina aquí es un perfecto silencio de esos que nunca en mi vida de profesora he logrado en las aulas de clases.

Estoy segura que donde sea que esté, no es un hospital pero no sé qué es y eso me asusta.

Debo buscar a mi bebé y salir de aquí lo más pronto posible.

Rápidamente me pongo en pie. Voy vestida con una bata color entre amarillo y dorado no alcanzo a distinguirlo bien; hay un par de sandalias bajo la cama, no son mías pero se ajustan perfectamente a mis pies, eso me resulta un poco escalofriante. El silencio de este lugar, ahora me está asustando.

Cuando estoy lista para girar el cerrojo, abrir la puerta y por fin salir de aquí, me detengo al escuchar una voz proveniente de la habitación y mi cuerpo queda inmóvil cuando escucho lo que tiene por decir:

Aunque lo intentes, no puedes salir de aquí.

Una indestructible mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora