Parte 32 - Una tarde diferente

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Una tarde diferente (Tres palabras)


Tal como lo sospeché, Nora no estaba muy feliz por mi llegada tardía ayer, pero su expresión cambió de inmediato cuando le informé que cubriría su turno siguiente y esa es la razón por la que hoy me encuentro desde temprano atendiendo en la cafetería.

Toda la información de la que me enteré en la casa de Lucy originó en mí un cansancio físico y mental que no me permitió ni cenar y me fui directo a dormir luego de mi turno correspondiente. El agotamiento fue tal que no escuché a qué hora llego a dormir doña Martha, según dijo debía quedarse preparando un inventario de los condimentos indispensables para su comidas. Ofrecí quedarme ayudándole, sin embargo, rechazó mi oferta.

Es raro que hoy tampoco se encuentre aquí, en cambio, es Ana la encargada de cobrar las cuentas a los clientes. Cuando pregunté por ella la única respuesta que obtuve fue: «No se preocupe, pronto regresará».

No es hasta las dos de la tarde que contamos con su presencia y con esa alegría que la identifica conversa con cada cliente presente en el lugar, no deja ni siquiera a un niño sin saludar.

— Tenía unos asuntos que atender —es lo que dice antes que pueda preguntarle algo—, además, tuve ir a la casa para traerle esto —me entrega un pequeño sobre, el cual coloco en la bolsa del uniforme y trato de mantener la compostura porque sé lo que significa; un nuevo sobre es una nueva amenaza—. Tiene su nombre y pensé que era importante, por eso se lo traje aquí.

— ¿Lo ha leído? —Pregunto con temor.

— Por supuesto que no. ¿Debía hacerlo?

— ¡No! —Exclamo horrorizada. No quiero ni pensar en las letras que vienen escritas ahí. Es posible que debido a mi cansancio no notara el sobre debajo de la puerta.

— Ah, he comprendido —dice doña Martha y sus ojos se achican—. Soy vieja pero no tonta, sé de qué se trata; sé quién ha enviado ese sobre.

— ¿Cómo? ¿Usted sabe quién ha sido? —Inquiero confusa.

— Pues claro que sí —asegura—. ¡Lo ha enviado un admirador suyo! Alguien la está enamorando. ¡Qué viva el amor! Ese es el sentimiento más hermoso del mundo.

La declaración de doña Martha casi provoca que me dé un ataque de risa, ella no deja de subir y bajar las cejas constantemente mientras su mano derecha descansa sobre su corazón.

Me gustaría averiguar por qué ella se encuentra sola y la única hija que tiene es adoptada; eso es algo que no entiendo porque es una persona que mira, entrega y respira amor donde quiera que se encuentre.

— No, nada de eso —expreso riendo tratando de eliminar esas falsas insinuaciones suyas—.

— No tenga miedo ni vergüenza de admitirlo. Usted es libre de tomar sus propias decisiones. Cuando llegue a mi edad se arrepentirá de no haberlo hecho.

— Pero es que no se trat...

— A mí no me engaña —continúa—. Ha estado actuando un tanto extraña estos días y veo que se trata de un enamorado secreto. Uno que le envía cartas. ¡Qué tierno! —Dice entre suspiros— Vamos mujer. ¡Qué espera! Anímese, aviéntese, atrévase. El amor no toca dos veces a la puerta y si lo hace, es porque el primero quiso aparentar ser amor pero no lo era.

— Doña Martha —susurro avergonzada—, los clientes están escuchando.

— ¡Qué importa! Que todos conozcan que se ha enamorado. Queridos clientes, lamento informarles que Leslie ya no se encuentra disponible para nadie, así que cuidadito. Que viva el amor —Grita. « ¡Qué viva!» Exclaman los demás y sólo tengo ganas de desaparecer, cubro con timidez mi rostro. Ella ríe y hace una reverencia a la que todos aplauden.

Una indestructible mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora