Capítulo 17 - Parte 2

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Estoy en la cocina de la cafetería, solicitando el pedido que hicieron, el cual sólo consiste en un simple vaso con agua mineral y una ensalada de espinacas y fresas con aderezo de Champagne, la bruja se cuida, todo esto es para ella. Papá no quiso que le sirviera nada y eso me dio un alivio profundo porque no soportaba ver un segundo más a los dos juntos. No entendía la razón. Parecía ilógico verlos.

Salí casi corriendo de su mesa cuando terminaron de ordenar, que tropecé con una de las mesas y esto sólo provocó que por poco y mis narices besaran el suelo, lo único que logré fue que Luisa se burlara más de mí. Siguió ofendiéndome por no hacer del todo bien mi trabajo, aunque yo realmente estaba haciendo lo que podía, parece un chiste que me reclame por eso cuando ella tampoco hace bien su trabajo, no es un buena madre con Jessy, mucho menos parece una buena persona.

Insisto varias veces para que terminen rápido el pedido, no para darle gusto a ella, sino porque me carcome la curiosidad de saber lo que están hablando, por lo menos poder escuchar el motivo que los tiene aquí, tal vez así comprendo por qué mamá y Danny no están.

¡Orden lista!

Con mis dos manos llevó la bandeja, con todo listo sobre ella y me dirijo hacia el lugar donde se encuentran. Ahora sólo quedan ellos, los tórtolos que estaban en la esquina también abandonaron la cafetería.

Deposito la ensalada con sumo cuidado sobre la mesa, doña Martha observa mis movimientos, sabe que estoy nerviosa aunque ella desconozca la razón. 

Veo el vaso con agua, mi mente me grita para que la tire encima de su bien cuidado cabello, lo estoy considerando, dudo que aunque el agua quitara su maquillaje dejaría de verse bien, tomo el vaso en mis manos, algunas gotas se derraman sobre la bandeja porque mis manos tiemblan. ¿Lo hago?

Alejo la bandeja dejando el vaso con agua a un lado de la ensalada, mi conciencia gana diciendo que debo comportarme, debo saber actuar y controlar mis impulsos. Cómo me hubiera encantado hacerlo.

Creo que doña Martha pensó que lo haría, cuando la visualizo, observo como toma una profunda respiración y se tranquiliza.

Me quedo de pie junto a ellos, pero no dicen nada, sólo de vez en cuando se miran.

Pareciera que papá no se ha cortado la barba hace semanas, le da un aspecto mucho más viejo de lo que en realidad es, se ve cansado y las ojeras bajos sus ojos lo confirman, no quiero ni imaginar el rostro de mamá.

Lo observo y quisiera lanzarme a sus brazos, decirle que aquí estoy, que estoy segura que todo saldrá bien, me gustaría decirle una vez más que lo amo con todo mi corazón.

Me encantaría decirle que nada de lo que pasó fue su culpa, quisiera hacerle entender que ellos no tuvieron nada que ver con lo sucedido, fue algo inesperado que quizás nadie podía evitar.

Pero todas esas condiciones dichas por la Voz del pasillo hacen que retroceda de mis pensamientos, no puedo decirle a nadie quién soy en realidad.

  — ¿Por qué sigues aquí? Vete —demanda Luisa, dejo de ver a mi padre y volteo a verla a ella— si ocupamos algo, te lo haremos saber, por ahora ya está lo que necesitamos, largo.

Hace ademanes con su mano, como si yo fuese un animal que está corriendo. Mi papá parece avergonzado.

¿Cuánto más podré soportarla?

No se desharán de mi tan fácil, me quedo a unos cuantos metros de ellos, esperando escuchar un poco la conversación.

Ella empieza a comer la ensalada, ¡vaya! por lo menos parece que le gusta. Veo a mi padre que parece desesperado, como si rogara ya salir de aquí.

Una indestructible mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora