Capítulo 19 - Una sonrisa

97 11 2
                                    

Una sonrisa puede ser medicina


Lo más difícil de la vida es que al final no sabes en quién confiar, en quién creer y no hay más opción que atreverse a intentarlo nuevamente con el riesgo de equivocarte una vez más o... por fin acertar.

Estoy casi segura que son aproximadamente las nueve de la mañana y no he podido conciliar el sueño después de lo ocurrido anoche, mi cabeza no deja de doler, doña Martha me dio unas aspirinas para amortiguar el dolor, pero nada lo hace desaparecer, se niega a irse.

Tuve que fingir que dormía para que dejara de decir que todo fue su culpa, dudo que me haya querido preguntar de qué o a qué me refería cuando el pánico entró en mí al no saber si mi hija está con vida o no, pero tampoco quería correr el riesgo de que eso pasara; no estaba ni estoy en condiciones para aclarar el por qué tuve, podríamos decir, un extraño comportamiento. Gracias al cielo, sólo estuvo como una hora después del incidente, sin embargo no se fue sin antes dejarme algo de ropa y decirme que podía tomarme el día siguiente libre —es decir, hoy— para recuperar fuerzas y que tratara de descansar.

Realmente eso es lo de menos, no quiero dormir, todo lo que he deseado, anhelado y la razón por la que acepté la oportunidad es para ver a Jessy. No pido más, sólo eso, poder estar con ella.

En mis adentros sé que está viva, puedo sentirlo, pero tampoco puedo mentir diciendo que las palabras que escuché ayer no me han afectado, están viniendo de forma constante y me hacen recordar las cosas que visualicé en el espejo; sigo creyendo que son reales, sigo confiando en que todo lo que vi a través de él es cierto, sigo pensando que mi pequeña está bien, ella es una hermosa guerrera que luchó por vivir a pesar de ese horrible accidente, eso le dijo el doctor a mi madre, lo vi y lo creo. Ella está bien.

Hasta que no lo vea con mis propios ojos no dejaré de pensar que Jessy está con vida. No creeré que me han estado engañando. No pudo haber muerto, el doctor dijo que ella estaba bien y se recuperaría en unas semanas y seguramente así fue.

***

La casa de doña Martha es muy sencilla, consta de una sala, un baño, tres cuartos incluyendo el de huésped que es el lugar que me ofreció para quedarme. Eso sí, una hermosa cocina en la que se ha de dar gusto haciendo comida cuando no está en la cafetería. Por supuesto, todo esto lo vi cuando me dispuse a salir para tomar un poco de aire fresco, pues el cuarto de visitas está situado en el rincón de la casa y cuando avancé hacia la puerta observé casi todo lo que conforma su hogar.

Supongo que la hija debe andar estudiando porque tampoco la vi en la cafetería cuando fui a almorzar. Después de una regañada de doña Martha por haber salido de la cama pude disfrutar mi almuerzo que obviamente será descontado de mi salario del mes.

A pesar de ser prácticamente las dos de la tarde se siente una brisa fresca, muy agradable y aunque el dolor no se ha ido por completo, poder disfrutar de estos pequeños placeres me calman un poco la inquietud de salir corriendo, de querer averiguar todo de una vez y volver a tener una vida normal, siendo yo de nuevo y disfrutando con mi familia.

Me distraigo cuando una pelota color naranja viene a pegar a mis pies, la tomo en mis manos, duele un poco agacharme, vuelvo acomodarme de nuevo en la banca del parque en espera del dueño de la pelotita. A los pocos segundos aparece una hermosa niña que parece de unos cuatro años de edad o tal vez menos, su cabello es de color negro luminoso, lleva dos trenzas que caen en cada uno de su diminutos hombros, con un poco de temor se aproxima hacia mi sin dejar de ver la pelota que está en mis manos, pero no se acerca demasiado, para romper el hielo, decido empezar una preciosa conversación.

— Hola pequeña, ¿cómo te llamas?

Sus ojos viajan de la pelota hacía mí, no estoy segura si me contestará.

— ¿Ésta pelota es tuya? —pregunto ya que no he recibido respuesta alguna, mueve su cabeza indicando que sí, nuevamente no abre su boca.

— Es muy bonita tu pelotita, igual que tú, eres muy hermosa. ¿Lo sabías?

— Shi, mami dishe esho. Papi me la compró. —Dice señalando la pelota.

— Tu mami dice la verdad. ¿Ella está aquí?

— No, mami anda tabajando y papi tamien, ando con mi manito.

— Te daré la pelota si me prometes algo.

Ella sonríe mostrando sus pequeños dientes.

— ¿Qué sheñora? —Sus ojos emanan un brillo que podría iluminar una ciudad completa.

— No te separes de tu hermanito.

— ¿Po qué?

— Es para que tú lo cuides y no se te pierda, si eso pasa pondría triste a tus padres y a ti también, sé que eres una niña inteligente, ¿me lo prometes?

Ella ríe.

— Shi sheñora yo cuidalé a mi manito —dice y hace un saludo como de soldado que me hace reír, no puedo resistirme a imitar su gesto.

— ¡Súper! Ahora te lanzaré la pelota, ¿lista?

Brinca de alegría y se coloca en posición para atraparla.

— A la cuenta de tres —comento.

— Nuno —empieza ella mientras sigue dando saltitos.

— Dos — continúo.

— ¡Tes! — grita la niña con emoción.

Le lanzo la pelota con gran cuidado de no lastimarla, pero ella saltaba de un lado a otro con alegría y la pelota cayó en su cabeza.

No se enojó ni lloró, la tomó cuando todavía rebotaba en el suelo, con una enorme sonrisa se despidió y volvió hacía el lugar de donde venía.

Su alegría contagiosa, la felicidad que emanaba y esa sonrisa encantadora sirvieron de medicina para mi dolor. Fue un momento realmente precioso.

¿Así de maravilloso se sentirá estar con tu hija?


Un capítulo más :D

Me encantaría saber sus opiniones de la historia *_*

¡Nos leeremos pronto! :D

Una indestructible mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora