Capítulo 27 - Furia Descargada

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Furia Descargada


En éste momento tan íntimo y agradable mientras mi madre me cobija con sus brazos y mi cabeza se mantiene en el hueco de su cuello me di cuenta que quizás mi vida no ha sido la mejor pero cuento con increíbles personas que hacen lo imposible para que sea maravillosa y digna de vivir.

Nuestros corazones latían en una perfecta sintonía... mi madre, mi cuerpo en cama y yo compartíamos un mismo sentimiento: Que las personas que amamos dejen de sufrir.

Es una de esas ocasiones en la que por primera vez deseé estar en Lugar de Espera sólo para que estos segundos que disfrutábamos duraran una eternidad. Inhalé el olor de mamá antes de retirarme un poco apenada por lo ocurrido pero eso sí, nadie me quitaría la felicidad de haberme atrevido a hacerlo, las dos merecíamos y necesitábamos este abrazo.

— Lo siento Leslie, no sé qué me pasó. —Murmura mi madre dando respiraciones entrecortadas por la emoción de lo ocurrido y seca las lágrimas con el dorso de su mano para después hacerlo con la yema de sus dedos.

— Tranquila, conozco muy bien lo triste que es ver en mal estado a un ser querido.

— Eso... es lo peor que existe.

Visualizo una vez más mi cuerpo antes de salir junto a mamá de la habitación y nos dirigimos de nuevo hacia la salida del hospital. No se siente entre nosotras un ambiente tenso, al contrario parecemos más unidas de lo que ya éramos aunque mi madre no esté al tanto de esa información.

— Espero volver a verla Johanna.

— Lo mismo digo —comenta muy sonriente— y con respecto a lo que dijo allá arriba, tiene toda la razón, he descuidado mi salud que incluso he tenido algunas recaídas y aunque han sido leves de verdad me han dado buenos sustos.

— Cuídese mucho por favor. —Suplico y de inmediato la misma petición que me hizo Lucy se hace presente, sigo sin comprenderla debo visitarla para salir de dudas.

— ¿No se va ahorita?

— No —afirma y me da una mirada tierna—, mi hija puede regresar y quiero que cuando lo haga vea que he estado esperándola, cada día, durante los seis años. Todo el tiempo.

Te amo mamá, me siento tan mal y me arrepiento no haberlo dicho tan seguido.

— ¿Podría venir a visitar a su hija?

— ¡Me encantaría! —Expresa con emoción.

Doña Martha me dio algunos días para que descansara, a veces pienso que me aprovecho demasiado de ella pero igual los tomaré y no será precisamente durmiendo.

Nos despedimos y no hay más abrazos entre nosotras.

Salgo a la calle y lo primero que veo es una enorme fila taxis enfrente del hospital y el pánico se apodera de mí, empiezo a caminar de manera desesperada hacia todos lados, las bocinas suenan fuerte las escucho en todas partes, cubro mis oídos pero el sonido es demasiado angustioso hace que mi cuerpo tiemble, necesito aire, no puedo respirar, nuevos claxon se unen a esta horrible sinfonía que no soporto « ¿La llevamos señora?, ¿Para dónde va?» Preguntan cosas que no tengo ni la más mínima intención en responder, mi cabeza duele, necesito irme de aquí.

— Le haremos una rebaja. ¿Hacia dónde se dirige? La llevamos con gusto señito.

— ¡Yo puedo irme sola! —Grito y todos giran hacía mí asustados— ¿No ven que puedo caminar? No los necesito, nunca más ocuparé su ayuda para hacer algo; ustedes son los que cortan vidas y hacen que familias inocentes paguen el mal que provocan con sus malas acciones; andan como locos en las calles como si son animales los que transportan. Ni ellos merecen eso, menos nosotros. ¿Que no saben que somos humanos? Si éste es el trabajo que les da de comer y así poder llevar el sustento a sus hogares, deberían por lo menos permitir que lleguemos a nuestras casas y que también podamos disfrutar en familia. ¿No creen que sería lo más justo? Pero no, ustedes son peor que cualquier enfermedad porque quitan vidas al instante de un segundo a otro dejamos de existir por su culpa; no nos otorgan siquiera el tiempo para arreglar los asuntos pendientes, no puede uno despedirse de las personas que son más importantes, no dan el suficiente tiempo para decirle a nuestros padres aunque sea una última vez que los amamos y que ya no volveremos, que sean fuertes que no dejen que la vida se les vaya sólo porque nosotros nos hemos ido. Todos sus taxis deberían estar pintados en color negro porque así tienen la conciencia por tantas muertes que han dado como resultado sus increíbles maniobras.

Están aterrados viéndome gritar y siguen sin entender ni una sola palabra de lo que estoy diciendo.

Ellos no tienen la culpa pero por uno de ellos mamá piensa que la tiene y eso me da mucha rabia, que la mujer que me dio la vida piensa que me la ha cortado y de paso arrebatado la de mi pequeña.

Dejo atónitos a todos los que escuchaban y aun a las personas que pasan alrededor de mí se apartan un poco antes de continuar su camino. Dejo de prestar atención a todo y empiezo a caminar a paso rápido sin rumbo, simplemente no quiero seguir viendo esa convención de taxis que están en espera de quién será su próxima víctima. Ironía es que estén frente a un hospital cuando varios pacientes, como yo, estamos aquí por ellos.

Llego de noche a casa de doña Martha, muy cansada de tanto caminar, mis pies comienzan a verse hinchados.

Mis llaves se quedaron en el cuarto el día de mi ataque, llamo a la puerta dos veces, veo mi reloj pronto serán las nueve y media de la noche espero que no se hayan dormido, pensando en esto me encuentro cuando la puerta se abre y con la energía que la caracteriza doña Martha me da una calurosa bienvenida.

Pregunta sobre mis medicamentos, cuántos días debo reposar, si de verdad me encuentro bien, miles de interrogantes y por supuesto una excelente cena.

Lo repito, si hay alguien que merezca el cielo es ella.

Luego de dos horas hablando por fin pude dirigirme a mi cuarto asignado no sin antes darme una pequeña ducha, cuando llego a él me tiro sobre la cama muy feliz pensando en todas las emociones que viví en este interesante día.

La despedida e invitación de Lucy.

Volver a ver a mi madre.

El susto de ver sus manos temblar.

La invitación a casa de mis padres.

La aterradora invitación de acompañarla para ver a su hija.

El extraño comportamiento de Lucy y su ruego porque me cuide.

Haber conocido al paciente en silla de ruedas. ¡Que sí me habló!

Lo que Lucy iba a contarme... que debo averiguar.

Las hermosas palabras que escuché de mi madre detrás de la puerta.

El momento más hermoso de todos: Nuestro abrazo cargado de sentimiento.

Y por último, mi furia descargada en los taxistas.

Ha sido un excelente día, Lucy mañana no tiene libre por lo tanto visitaré a mamá en el hospital, si tengo suerte lograré ver a las dos. Es un poco extraño que a quién mi madre desea ver esté justo a su lado... observándola.

Presiento que hoy será una de esas noches en las que podré dormir en paz.

Cierro mis ojos y me dejo dominar por el sueño.


¡Holaaaaa! Nuevamente por aquí.

Gracias por sus votos y comentarios \(*_*)/

Capítulo dedicado a Alejandraymiajazmil ¡Bienvenida!

¡Nos leemos pronto! =)

Una indestructible mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora