Capítulo 23 - Lucy

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Lucy

Siento una mano acariciar mi corto cabello, abro lentamente los ojos y mi sorpresa es grande cuando me encuentro con una chica delgada que no ha de sobrepasar sus veintidós años, está usando un traje azul que supongo es de enfermera, sus ojos negros brillan de emoción cuando observa que he despertado, retira rápidamente su mano y veo un rubor aparecer en sus pálidas mejillas, se ha avergonzado.

—Hola.

—Eh... hola, yo solo estaba... lo siento. —Se apresura a decir y aparta la vista de mí, su acento me causa un poco de gracia, no parece ser de aquí.

—No te preocupes, ¿hace cuánto estoy aquí? —Pregunto, estoy segura que me encuentro en el hospital.

—Se encontraba usted muy mal seño, le hemos administrado suero y medicamentos para calmar la fiebre con la que ingresó ya hace tres días. No sé si lo recuerda, pero estuve dándole varias veces sopa, desde que llegó —Expresa con una sonrisa tímida, aunque en realidad no la recuerdo.

—Oh —es todo lo que puedo formular— ¿y cómo te llamas tú? —intento sentarme en la cama, ella me ayuda colocando la almohada de manera que mi espalda quede en la posición correcta—. Gracias, ahora responde, ¿cuál es tu nombre?

—Me llamo Lucía pero me gusta que me digan Lucy.

—Está bien, un gusto Lucy, me llamo Ca... Leslie, puedes decirme doña Leslie si gustas. —Procuro darle la mano pero mi cuerpo duele.

—No, no se mueva no hay problema —me indica de manera tranquila empezando a dejar la timidez— debo decirle que usted ha tenido noches horribles, ¿no lo recuerda doña Leslie?

—Una que otra escena viene a mi mente, pero son recuerdos borrosos.

—Ha estado teniendo constantes pesadillas, despertaba dando gritos, su cuerpo se volvía frío y tembloroso y más de una vez la escuché insultar. Es un poco extraño porque a veces sólo estaba sonriendo y podía ver paz en su rostro como si disfrutara estar así, como si estuviera con buena compañía, créame que algunas veces no sabía cómo iba a reaccionar usted, gracias a Dios la otra seño, creo que se llama Marthita, ha estado aquí siempre que ha podido, le hemos dado un poco más de acceso a ella porque dice que no conoce quiénes son sus familiares. ¿No tiene familia?

Un nudo se ahoga en mi garganta, cierro mis ojos reprimiendo las lágrimas que amenazan con salir. Todavía no supero el hecho de saber que mi pequeña no está con vida, creo que nunca podré aceptarlo.

Estoy en una vida sin familia, una vida donde no hay padres, no hay novio o esposo, no hay hija, no hay absolutamente nada y ahora... no hay objetivos.

—No, no tengo. —Afirmo de manera seria, Lucy evalúa mi rostro y capta que no quiero hablar del tema, entonces comienza a hablar de su vida.

—Entiendo, sé lo que es perder a las personas que amas —expresa con un tono triste y un suspiro— ya lo viví, había una persona que me apoyaba en todo, que esperaba que me convirtiera en una profesional, me animaba a seguir adelante, se mataba trabajando sólo para que yo pudiera estudiar, decía que aunque ella no tuvo oportunidad, eso no impedía que yo pudiera conseguir mis sueños, éramos muy unidas y cuando menos lo esperé... ella partió. Ese día mi mundo comenzó a volverse gris, nada tenía sentido, intenté suicidarme una vez, pero por cosas del destino o tal vez un ángel en el cielo no logré hacerlo y decidí seguir mis sueños, no sólo por mí, también por ella; comencé a vivir por las dos. Quiero que ella se sienta orgullosa de mí y que pueda ver que por lo que tanto luchamos se hizo realidad, ahora ya soy enfermera, ella no pudo verme en persona cuando me gradué, pero sé que estuvo conmigo compartiendo ese momento. ¿Sabe por qué le cuento esto?

Su historia me ha dejado impactada y aturdida; es tan joven y ha pasado por tanto.

—No tengo idea Lucy, pero te agradezco sinceramente que confíes en mí. —Mi garganta arde un poco, quizás por los gritos que confirma Lucy que he estado produciendo; hago lo imposible para tomar su mano, la cual está fría, ella también presiona la suya sobre la mía, en este momento estamos compartiendo nuestro dolor.

—Se lo he dicho porque usted me la recuerda. No pude hacer nada para ayudarla a ella, pero le prometo que cuidaré de usted como lo he estado haciendo, ya verá que pronto se recuperará y va quedar como nueva. —Asegura en tono muy alegre.

—Más te vale. —Comento sonriendo, hace días no sonreía así; es como si la conociera de años.

Pasamos una tarde divertida, mi fiebre ha bajado, ahora sólo necesito un poco de reposo y que la calentura se vaya por completo. Lucy tiene dos años trabajando en el hospital, dice que le sorprende haber conseguido trabajo cuando aún no se graduaba pero que más bien eso le ayudó a terminar su carrera; estudiaba de día y tenía turno de noche en el hospital eso era matador para ella; la meta que se había propuesto por ella y por la otra persona, le hacía continuar aun cuando su cuerpo sólo quería dormir.

En sus horas de descanso a Lucy le gustaba darse una vuelta por mi pequeña habitación y visitarme, decía que se sentía como en familia y debo decir que en esto no se equivocaba porque yo también me sentía igual.

Me ayudaba a cambiarme, levantarme, comer e ir al baño; además de ser una excelente enfermera, me di cuenta que es una excelente persona y en pocos días me he ganado su cariño y ella el mío. Nunca podré reemplazar a la persona que ella perdió, pero estoy contenta de contribuir a su felicidad ya que en cierto modo también se convierte en la mía.

Después de dos inyecciones más que el doctor recomendó, me he recuperado, me siento mucho mejor, siento como si he rejuvenecido un par de años, gracias a la medicina y a los cuidados constantes de Lucy; es indiscutible que nació para esto, nació para ser enfermera.

Me ha invitado a su casa, tiene los domingos libres; he aceptado gustosamente y como lo había sospechado no es originaria del pueblo, cuando consiguió trabajo decidió vivir aquí por su turno de noche y así ahorrar aunque sea un poco los gastos. Es una buena chica, estoy segura que tendrá un excelente futuro pues está dando lo mejor de sí en el presente a pesar de tener un horrible pasado.

Hoy me darán de alta, doña Martha ha venido en las noches, le han permitido verme, dijo que no me preocupara por mi trabajo, si es necesario que descanse unos días más en su casa, ya contrató a una muchacha de manera temporal mientras yo regresaba.

Ésta mujer sinceramente merece el cielo completo.

Me despido con un abrazo caluroso por parte de Lucy, no sin antes hacerme prometer que la visitaré y le doy un último vistazo a la habitación en la que he estado los últimos días.

Imágenes, mejor dicho, recuerdos comienzan a llegar mientras avanzo sobre los blancos pasillos del hospital. Cuando cruzo por la sala de espera entiendo la razón porque la veo, otra vez.

Mi madre.

Es entonces cuando viene a mi memoria que Carolina, es decir mi cuerpo... está aquí.


¡Holaaaa un bonito cap! =)

¡Bye!

Una indestructible mujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora