Estoy en el pasillo, no puedo olvidar esa escena, no puedo, en mi mente se repite una y otra vez, me duele el pecho, siento una opresión muy grande, recuerdo su sonrisa y no era por mi, estaba contento,
- Deja de pensar estupideces Elizabeth, el no te ama, a él no le interesas ni siquiera un poco, solo estás aquí como una diversión
Me repito una y otra vez las mismas palabras, pero parece que mi corazón no lo entiende, veo a la puerta, sé que está allá a fuera, sé también que el no es mío y que esto es absurdo, es un deseo muy tonto, aún así no dejo de llorar, mis lagrimas salen solas, es muy poco tiempo para decir que siento algo por el, pero en realidad me siento tan ridícula.
Me apuro a acomodar mis cosas, pero aún así tengo esta sensación de abandono, termino de acomodar mis cosas, me doy un baño rápido, me cambio rápido, quiero terminar este día de una buena vez, solo quiero llorar hasta quedarme dormida y dejar de lado este sentimiento tan absurdo.
Me meto a la cama, no me importa que mi cabello aún se encuentre mojado, de mis ojos aún caen lágrimas.
Gabriel.
Jamás espere esa reacción, me ha dejado cenar solo, creo que tal vez debería poner las cosas en claro con ella, debo decirle que no puedo ofrecer una relación, no puedo dejar que se ilusione, después de todo solo es una concubina más en este lugar.
Llevo una charola en las manos, estoy seguro que no ha cenado, entro a su habitación sé que posiblemente está dormida, le llevo la cena <<de cuando acá le llevas la cena a una diversión >> es verdad este no soy yo pero no puedo dejarla sin cenar a mi nana no le gustaría que su hija pase hambre.
Dejo la charola en la mesa que esta a un lado de la ventana me acerco a ella le miro se ve hermosa, tan sensible, tan sencilla que no se como actuar con ella con cualquier mujer, pero con ella, a ella deseo hacerle daño, quiero dañarla, este sentimiento no me ha abandonado desde que la vi, sé que está mal, entiendo que este deseo es aberrante, pero no puedo hacer algo para evitarlo, simplemente ese es el deseo que me provoca.
Estar con Cinthya no me ha caudado conflictos, pero no podía dejar de pensar en esta mujer, constantemente despierto excitado, no podré aguantar más, no podré seguir jugando al caballero que se preocupa por una mujer.
Me acerco a ella, su silueta es tan delicada, solo pienso en tomarla de mera violenta, pero a la vez deseo escucharla gemir, quiero escuchar como disfruta de este hermoso placer.
Le paso el dedo por los labios, solo puedo mirarlos, deseo probarlos, mis ganas de ella no disminuyen, tal vez debería tomarla ahora, tal vez debería hacerlo.
Se mueve un poco dejando al descubierto un poco de su pecho, esta niña debería cubrirse bien, de lo contrario enfermará.
- ¡Joder! - murmuro - deja de preocuparte por ella
Me masajeo el puente de la nariz, estoy ansioso por tenerla, pero no quiero tenerla de manera romántica, ese deseo de hacerle daño sigue latente en mi. Me acerco a ella, le paso la yema de los dedos por la mejilla, me dirijo hasta su garganta, quiero ahorcarla, ella se mueve, tengo que controlarme de cualquier manera, no puedo perder la compostura ahora, no puedo dejar que mi problema me domine, no puedo.
Me acuesto detrás de ella, ella pega un respingo, le ha caído de sorpresa mi visita.
- Shhh, no hagas ruido, no grites - le tapo la boca
Ella asiente, se queda muy quieta, su olor es muy suave.
- Deberías ir a cenar, no lo hiciste hace rato, te he traído la cena
Ella no dice nada, la tomo de la cintura y la pego a mi, no creo que ella aguante sin quejarse o desee estar en esta posición.
Elizabeth.
¿Qué le pasa? ¿Qué quiere de mi?Me abraza, se pega a mi reprimo un grito de nuevo siento ese bulto en mi trasero me muevo para dejar de sentirlo pero sus firmes manos toman mi cintura para apegarme a el mi respiración es un poco pausada mi corazón late al mil y no puedo negar que esto me ha tomado por sorpresa, mi piel se ha erizado, entre mis piernas ha comenzado un palpitar, estoy sorprendida.
- Gracias - respondo - quiero cenar, tengo hambre, no sé si pueda soltarme
- Claro - responde
Me levanto de la cama, estoy muy nerviosa, no puedo negar que su presencia me pone mal, mi ropa está mojada, me acerco al closet y caso algo de ropa, comienzo a quitarme la que traigo puesta.
- Elizabeth
Dice mi nombre de una manera tan extraña que me asusto volteo a verlo a pesar de la poca luz veo que tiene el ceño fruncido.
- Señor yo, estoy mojada - Desvío la mirada - no me sentía cómoda con la ropa así que pues me vine a cambiar - explico
- Solo apúrate a vestirte y evita quitarte la ropa frente a mi
- Si Mi Señor ya voy - le doy la espalda
Me quito el sujetador y las bragas, sé que me mira, quiero que lo haga, quiero que me mire, solo me pongo una playera que me queda enorme. Voy a comer mi cena pero, es mucho para mí, así que solo tomo la leche.
- Mi Señor voy al baño - informo
El asiente, detesto que el baño esté un poco lejos, más por las noches, en ocasiones lo he visto dormir, puedo decir que es uno de los mejores placeres que me da la vida, el se ve tan vulnerable. Entro a su habitación, voy directo al baño prendo la luz, me miro al espejo me lavo los dientes y lo demás salgo estoy un poco dudosa en cuanto a dormir con el respiro entro a mi cuarto lo veo dormir no sé qué me está pasando, cada vez más siento un gran apego a el, tal vez esto sea un error, un error muy grande, no debería gustarme tanto, tal vez debería alejarme de el, no lo sé, mi mente está hecha un caos.
Me acuesto a su lado me recargo en mi brazo esta tan relajado.- Elizabeth si no dejas de mírame te irá mal, no lo hagas
- ¿Mal en qué aspecto?
- No lo sé solo no me mires y duérmete ya
- Como usted ordene - respondo
Me sonríe trato de acomodarme para poder dormir le doy la espalda y de nuevo me abraza poco a poco me quedo dormida.
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La Ultima Virgen
Teen FictionElizabeth es una chica que ha vivido por 15 años dentro de un bosque, su único pasatiempo es leer, su vida es apacible y tranquila, vive con su madre, hasta que una tragedia la lleva a conocer al Rey de su nación, un hombre despiadado y sin sentido...