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- Necesitamos hablar 

Sigo paralizada, me lleva del brazo, sigo sus pasos como perrito. 

- No - digo al fin 

Me zafo de su agarre, me mira, su mirada es suplicante, no es autoritaria, no es con ira. 

- Por favor, necesito hablar contigo 

- Fui muy clara en la cena, no quiero nada de ti, no deseo tener nada contigo, no quiero 

- Por favor Amiel 

- No, déjame o grito 

Su cara muestra cansancio, debo admitir que se ve muy viejo y eso que solo ha pasado un año, un año. Su mirada vuelve a ser insistente, me siento un poco culpable por decirle que no, pero es lo mejor para mí.

- Gabriel, por favor entiende, no es no, no deseo tener algún contacto contigo, no después de todo lo que me hiciste

- Mi pequeña Beth, por favor

- No, no quiero

Sigo mi camino, puedo sentir en mi ser algo de dolor, esto es nuevo, no entiendo por qué me siento de esta forma.
Tomo el taxi y pido que me lleve, mi mente divaga en lo que ha pasado hace un momento, no comprendo por qué tanta insistencia en hablar conmigo, solo deseo que me deje en paz, creo que es lo mejor.

El transcurso hacia el hospital es lento, creo que pronto podré estaré con mis niños en casa, lo que mas deseo es eso. Bajo del taxi  sigo hacia la entrada del hospital, la gente ya me conoce, prácticamente me la paso en este lugar, supongo que pronto los dejaré de ver.

Llego hasta el área de pediatría, voy en busca de mis niños, siento tanta felicidad de estar con ellos. Entro a la habitación de mis pequeños, tomo la perilla y abro la puerta. Me quedo quieta al ver esto, no, no puede ser, no entiendo nada de esto. Hay varios artículos de bebé en la habitación, pero yo no he ordenado nada. Él se encuentra sentado casi en medio de la habitación, está dando la espalda a las ventanas, está cargado a Estefanía, hay dos enfermeras a su lado cargando a los otros dos bebés.

- ¿Qué haces aquí? - pregunto asustada

No quiero pensar en que me los puede quitar.

- Nada, hago lo que cualquier padre responsable haría, visito a mis hijos

Los bebés no lloran.

- No, no son tus hijos, son míos solamente, ellos tres son míos

- ¿Creíste que podrías mantenerlo mucho tiempo en secreto? Pasa y hablemos

Ve a las enfermeras y les ordena salir, aparece una tercera enfermera y se lleva a la niña, hago caso a lo que me pide.

- ¿A dónde se los llevan?

- A ningún lado - responde

Cierran la puerta, mi corazón late muy fuerte, estoy muy asustada, no quiero que les haga daño a mis hijos.

- ¿Cómo lo supiste?

- Siempre he sabido que eres tú, el encontrarnos ese día en la calle no fue casualidad, siempre tiene que ver con el destino, desde ese día te he estado observando, he estado cuidando de mis hijos

- ¿Sean te lo dijo?

- No, Sean es un hombre muy leal jamás traicionaría a las personas que considera cercanas

Me miro las manos, jamás creí que llegaríamos a este punto, creí que podría alejarme de él para siempre, pero al parecer no es posible.

- ¿Entonces? ¿Qué es lo que buscas?

 - Te busco a ti, eres todo lo que quiero, mi vida no es igual desde que tú no estás en ella, hay un vacío enorme en mi, lamento todo lo que pasó antes,  he estado rodeado de un ambiente insano, he estado luchando contra un padecimiento que me hace actuar de forma impulsiva, me hace crear escenarios que no hay, me hace entender cosas que no debo, este tiempo lejos de ti me he estado rehabilitando, he estado yendo a terapia cognitivo  conductual, mi terapeuta dice que llevo un avance completamente significativo

- ¿Y eso como me beneficia a mi? No me interesa nada de tú vida

- Lo se, se que no te interesa nada de mí, pero al menos permite que esté cerca de mis hijos

- No, no quiero que los lastimes

- Por favor, ruego tú perdón y que me permitas estar cerca de mis hijos, son lo único bueno que tengo

- No, no nos tienes y no son tus hijos, son solo míos

Se levanta, trago duro, debo ser valiente. Se detiene frente a mí, sigue siendo tan alto como lo recuerdo, comienza a arrodillarse frente a mí, no estoy entendiendo nada, esto está muy raro. Su mirada esta hacia al suelo.

- Por favor, Elizabeth, por favor

Esto no es algo que me agrade, no estoy entendiendo nada a cerca de su actitud, se ha arrodillado frente a mí, está rogando, esta no es una actitud para nada de él. Tal vez debería creerle, pero, pero no puedo confiarme, no puedo darle ese beneficio de la duda.

- Lo siento Gabriel, pero no creo en tú palabra, una vez ya fallaste y no deseo que sean dos veces, esta vez no solo yo corro peligro, mis hijos corren el riesgo de salir lastimados, ni ellos ni yo necesitamos algo de ti, así que será mejor que no te vuelvas a acercar, de lo contrario pediré una orden de restricción y me importa muy poco si se daña tu reputación.

- Elizabeth - es todo lo que dice

Doy la vuelta, estoy a punto de dar unos pasos cuando él me detiene, me abraza por la espalda, me quedo completamente quieta, puedo sentir su pecho pegado a mi espalda, mi respiración se acelera.

- Por favor  te ruego que me hagas un espacio en tú vida, acéptame de nuevo

- No - mi respuesta vuelve a ser firme

Trato de soltarme, pero me toma fuerte, pero no me lastima.

- Elizabeth, hablemos, quiero sentirme amado de nuevo

Relaja su agarre y me suelto, vuelvo a avanzar, pero me lo vuelve a impedir, me toma del brazo, me voltea hacia él, me vuelve a abrazar. Puedo escuchar su corazón latiendo con fuerza, está igual que el mío.

- Por favor

Me quedo en silencio, no se como actuar, está rogando demasiado, esto no puede ser bueno o tal vez sí, no lo se, estoy hecha un mar de dudas.

- Lo siento Gabriel, será mejor que me dejes en paz, no estaremos juntos jamás y te ruego que me sueltes

Al parecer se da por vencido, deshace el abrazo.

- Quiero a mis hijos de vuelta

- Claro, están en tú casa

Me asusto aún más ¿Cómo es que pudo sacarlos? ¿Cuánto tiempo ha pasado?

- Tranquila, estarán bien

 

La Ultima VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora