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Elizabeth.

Mi felicidad es enorme, he pasado tres días aquí,  han sido algo largos y difíciles, pero he estado cerca de mis pequeños, al ser prematuros necesito tener cuidados especiales, será algo difícil, pero no imposible, además de que Dalí me ha a poyado bastante.

Por desgracia, al ser prematuros deben quedarse un poco más de tiempo aquí, estiman que será un mes, siento algo de nostalgia y es duro para mi dejarlos aquí, no quería salir con las manos vacías, pero es por el bien de los bebés, además he pensado en estudiar, debo hacer el examen que Dalí mencionó.

El día de hoy salgo del hospital, me siento algo ansiosa por salir sin ellos, no me quiero despegar de mis bebés. 

- Ya se los van a llevar - dice Sean 

- Los voy a extrañar - respondo 

- No será mucho solo un mes, es para ver que se encuentren bien

- Será una eternidad para mi 

- De hecho tienes que venir, debes alimentarlos, igual solicitaremos que extraigas de tu leche para que tengan comida en la noche 

- Vale 

Tomo mis cosas, me siento extraña, pero bien, al menos ya puedo defenderme sola, mis hijos estarán bien. 

Gabriel. 

He llegado a Londres, vengo en búsqueda de control, mi terapeuta me recomendó a alguien más para seguir con la terapia conductual, dejarle el mando a Úrsula no ha servido de mucho en realidad, ella no puede tener el control, siempre comete errores y esos errores los debo resolver yo. 

Termino de leer los contratos que debo firmar, veo a mi chofer, se ve algo angustiado, pero en realidad no me interesa, mi estancia aquí también tiene que ver con algo de placer. Busco mi teléfono en el saco, enseguida busco el numero de Margaret, sé que ella no se negará a estar conmigo un buen rato.

Enseguida la llamo, suena un par de veces y toma la llamada. 

- Señora Rehinof, diga 

- Soy yo déjate de tonterías, necesito hablar contigo 

- Valla , valla Gabriel tanto tiempo de no hablarme y ahora ¿ Que quieres ? ¿ Esa niña no te da suficiente placer? ¿Necesitas de una mujer? 

- El asunto no es ella, Elizabeth me ha dotado de gran placer, pero ese no es el tema ahora, solo deseo hablar contigo  

-¿Qué es lo que quieres? 

- Iré a la mansión, por si quieres saberlo 

- Vale, en un momento llego y espero que sea algo importante

- Te espero, no demores que es algo importante 

- Vale, nos vemos en un rato 

Mis intenciones no son ocultas, ambos sabemos que su marido la observa, además de rastrear todas sus llamadas, la mansión es un lugar que detesto, fue el último lugar en dónde vi a mi madre, el único lugar en dónde ella era un poco feliz, mi padre solía hacer fiestas grandes, por lo cual no le prestaba ni una pizca de atención, todo lo contrario en el palacio, ahí todas las noches solía abusar de ella.

Me quedo en trance recordando aquellos días, veo el rostro de mi madre, veo el rostro de mi nana, el rostro de Elizabeth, tal vez mi padre y yo tenemos mucho en común, siempre lastimamos a nuestros seres queridos, bueno, al menos yo no tengo hijos a quien heredar esta maldición.  

Llegamos a la mansión, tomo mis cosas y salgo del auto, una de las empleadas sale a recibirme, es nueva, es joven calculo tendrá 20 años, se mira bien, tal vez ella pueda servirme un rato. 

 - Te está esperando en tu oficina - dice 

- No dije que podías tutearme - digo serio 

- Lo siento - se disculpa 

- Tranquila, esta vez lo pasaré por alto 

Se muerde el labio, tiene la mirada hacia abajo, le levanto el mentón, está algo ruborizada, me acerco a ella y planto un casto beso en sus labios. 

- Gracias Cielo

- De nada jefe 

Le dejo confundida y sigo mi camino, llego hasta mi oficina y entro, me encuentro con una Margaret completamente hermosa, mi madrastra es hermosa, debo admitir que mi odio hacia ella ha servido para evitar las mujeres como ella. Está enfundada en un vestido rojo, un vestido de noche.  

 - Ya estoy aquí ¿Qué quieres ?

- Necesito ceder el control y sentirme sometido - respondo  

- Ya no tienes 12 o 13 años Gabriel, ya eres un hombre y yo desde hace tiempo estoy fuera de eso

- Impusiste tu voluntad sobre mí, pero me ayudaste a controlar mi temperamento  

- Te lo vuelvo a repetir, ya no me dedico a eso, bueno, no contigo  

- Si tu lo dices solo te recuerdo algo:  Este es tu castigo por ser lo que eres por ser un mal hijo por que no puede haber maldad en ti en tu alma,  cada vez que veas estas marcas, cada vez que esta  vara este cinturón rosen tu  piel sentirás el ardor, este dolor y será aun mas fuerte cuando se lo hagas a alguien como yo lo estoy haciendo contigo " - la miro, ella se encuentra desconcertada " yo soy la que te gobierna quién manda en tu cuerpo hasta que yo quiera incluso un día me pedirás que te castigue " - se queda pensativa sabe que esas son sus palabras

- Muy bien ya sabes lo que se debe hacer, haré lo que desee contigo como en los viejos tiempos 

- Cáusame un dolor muy fuerte mas que antes, no tengas piedad de mí, ni un poco 

-¿ Seguro ?

- Sí, muy seguro 

Me quito el saco, me preparo como antes solía hacerlo, estoy a la espera de recibir mi castigo, merezco ser infeliz por lo que he causado en la vida de Elizabeth. Margaret comienza a atarme, aun recuerdo cuando me azotaba en este escritorio, recuerdo el ardor que me producía, recuerdo que el dolor emocional desaparecía, los recuerdos de mi madre sufriendo ya no existían, todo era más simple. 

-¿Listo?

- Cuando usted lo quiera mi señora - respondo - castígueme, he sido un mal hijo 

Sé que ella ha sonreído, siempre fui su mayor placer y ahora no es distinto, ella comienza a azotarme, deduzco que es un látigo de tiras, mi piel arde, pero no es nada, lo hace con maestría, sé que ella me ayudará a dejar de pensar en ella, uno tras otro los azotes comienzan a doler, reprimo mi dolor y espero a que lo siga haciendo, la intensidad con la que lo hace es lo suficientemente fuerte para lastimar sin esperar mucho tiempo, mi piel comienza a abrirse, lo puedo sentir, escucho el cuero flagelando mi espalda , esto es lo mejor que he podido hacer por mi y por ella. 

La Ultima VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora