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Gabriel. 

Me siento confundido, este no ha sido un buen día, en realidad solo deseo que se termine, mi vida no ha mejorado mucho en realidad, he desistido de buscar a Elizabeth, creo que le he hecho mucho daño, sigo asistiendo a terapias para tratar mi TLP, hasta ahora la terapia conductual ha sido mi respuesta, si algún día vuelvo a encontrarme con ella quiero ser alguien mejor. 

Sigo caminando de lado de esta chica, es tan parecida a ella, es ella, su esencia, todo, es ella, lo único que no coincide es que está embarazada, yo siempre cuidé de ella. 

- Me llamo Amiel - comenta 

- Soy Gabriel - respondo 

- Debe ser difícil para ti el estar lejos de tu esposa 

- Algo, pero puede que esté mejor lejos de mi, no soy buena persona 

- Mencionaste un terapeuta 

Hemos llegado al café, la invito a pasar, busco una mesa y le indico que vaya, ella asiente, voy hacia el mostrador, ordeno un americano y un cappuccino para ella, la miro, está distraída, se ve tan inocente como ella, a pesar de lo que está pasando puedo jurar que es ella, puedo jurar que es Elizabeth. 

Sigo hacia mi mesa, dejo el café y unos bollo sobre la mesa. La veo por un instante, le doy su café, ella sonríe. 

- Sí - comienzo la conversación - tengo un padecimiento se llama trastorno limite de personalidad, es algo con lo que llevo luchando muchos años, supongo que es por eso que mi esposa se fue 

- ¿Ella lo sabía? 

- No, no es como que vaya contando esto por la vida 

- Tal vez ella merecía saberlo

- Tal vez, pero no quería su lastima, en fin deberías tomar el café, hace frío

- Sí, gracias - responde 

Esta chica se mira muy ansiosa, supongo que mi presencia aún impone respeto. Por un momento nuestras miradas se cruzan, mi corazón comienza a latir rápido, sé que mi mirada se ha suavizado y me siento tan en paz. La mirada de ella es tan dulce, sus ojos brillan, pero supongo que es por el embarazo, sus labios son hermosos. Debo dejar de mirarla, soy el primero en apartar la mirada. 

- Tal vez debería irme - digo 

- Tal vez - responde ella 

- Gracias por tu compañía - le sonrío

Doy media vuelta y sigo hacia adelante, estoy a punto de salir del café cuando recuerdo que ella tiene mis llaves. Regreso y me acerco a ella, lo único que hace es moverse un poco, puedo sentir como su respiración se ha acelerado. 

- Solo vengo por mis llaves - digo 

Ella se sonroja, eso me hace sonreír, tomo mis llaves, la miro y le doy un beso en la frente, ese acto la sorprende mucho. 

- Suerte con el parto - digo 

Le toco el vientre y siento como su bebé se mueve, ella sonríe apenada. 

- Adiós - se despide 

Le vuelvo a sonreír y me marcho. 

Elizabeth. 

Mi corazón late demasiado rápido, los bebés se mueven de felicidad, esto no puede estar pasando, no puede ser que él esté aquí, no puede ser posible que hayamos hablado, no es posible que a pesar de todo lo que me hizo lo siga queriendo. Salgo del café y a pesar de que mi edificio está cerca tomo un taxi, no quiero volver a pasar por lo de hace unos instantes. Le doy mi dirección al chofer y espero a llegar, no tardo mucho, le pago y agradezco, sigo pensando en lo que ha pasado, no sé que debería pensar, de pronto siento que esto es real y de pronto siento que no, no lo sé. 

La Ultima VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora