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Gabriel.

Azoto su espalda una y otra vez, puedo sentir gran placer al escucharla llorar, se queja un poco pero es en silencio.
Le azoto de tal forma que me hace sentir cierta paz, de pronto se queda callada, dejó de azotarla y voy a verla, tiene los ojos cerrados y sus mejillas empapadas de lágrimas.
Los recuerdos me invaden, veo a mi madre, recuerdo todo lo que pasó, no quiero, no puedo, necesito salir de aquí, el aire más falta, la cabeza me duele, los gritos de mi madre.

- Caro - grito - Caro

Voy hacia la puerta y sigo llamando a Caro, la desesperación me invade, mi pecho duele, comienzo a golpear la pared.

-¿Qué he hecho? - me repito una y otra vez

Recuerdo una y otra vez esos días en los que le hacía daño, no quiero recordar más.

- Caro - vuelvo a gritar - Nana

Necesito a mi nana, necesito paz, necesito ayuda, necesito.

- ¡Por favor! - dejó de golpear la pared

Me miro los nudillos, estoy sangrando, puede que me haya roto la mano.

- Señor - dice Caro al llegar

- Ve, ve con ella - ruego - por favor, cura su cuerpos

- Pero usted está mal

Veo a Caro, con la mirada le ordeno que la atienda.

Caro va a atenderla y yo salgo de aquí, no puedo estar en este lugar, no puedo.

Elizabeth.

Despierto, me encuentro boca abajo, me duele la espalda, me quejo, no puedo levantarme, mi tórax se encuentra vendado,  tengo mucha sed, estoy cansada, al menos no me violó, al menos estoy bien.

Comienzo a llorar, no, no estoy bien, no me encuentro bien, cada vez siento más ese cansancio emocional, cada vez tengo menos ganas de vivir, estoy tan cansada.
Entran a la habitación, levanto la mirada, es Caro, ella está en la puerta, trae una charola.

-  Hola Caro - saludo

- Elizabeth ¿Cómo te sientes?

- Herida, cansada, hastiada, dolida, no quiero seguir con esto

- Debes ser fuerte

- Pero no quiero, no quiero Caro, no quiero - repito una y otra vez- Deseo morir

- Tu no decides cuando debes vivir o cuando vas a morir sé fuerte, sé cómo tú madre

- No puedo, de verdad ya no puedo

- El está muy mal Elizabeth, ayer se autolesionó - me informa

- No me importa si se muere, sería lo mejor para todos cortar su maldita descendencia

- Elizabeth, ten cuidado con lo que dices

- No me importa Caro, es lo menos que merece alguien tan cruel como el

- Deberías desayunar - sugiere

- Sí, gracias, tengo mucha sed y mucho dolor

- Aquí hay analgésicos, más tarde vendré a curarte

- Gracias

Me quedo en silencio, este silencio me está volviendo loca, comienzo a llorar desconsoladamente, estoy sola en este lugar, estoy sola, no tengo a nadie, me duele, duele estar aquí.
Comienzo a comer, poco a poco, llevo algunos bocados, pero se me quitan las ganas de comer, siento el estómago revuelto, tengo náuseas, comienzo a tener arcadas, dejo la charola a un lado y tomo el cesto de basura y comienzo a devolver lo poco que he ingerido.
Dejo de vomitar, me limpio la boca con el antebrazo, necesito algo de agua, en la charola hay una jarra con agua, me sirvo en un vaso y bebo.

La Ultima VirgenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora