Todo es un caos aquí, nadie lo ha podido creer, pero Mildred ya no está, ya no existe cada quién leyó su carta unos quedaron conmocionados y Dalí aun no lee su carta .
- Beth aquí estás - volteo - Beth vamos es hora de velar a Mili
- Al parecer no estás muy triste
- Ya sabía lo que hacía, era una adulta, no una niña
- Lo mismo dijo cuando le conte lo que le pasaba- levanto la voz
- No me grites no eres quién para decirme que hice bien o en qué me equivoque - me toma de la muñeca - Y tú menos que nadie
- Suelteme me esta lastimando
- No te voy a soltar es más ven conmigo
Me lleva a rastras me lastima aún más.
- Señor esta todo listo- Sí, gracias Malco ahora espera que debo arreglar algo - asiente
Malco se retira rápido, sigue hacia delante, estoy a punto de caer. Llegamos hasta una puerta.
- Este lugar - se queda callado quita el candado abre la puerta, está obscuro aprieta más mi muñeca.
- Deja de llorar
- ¿Por qué de pronto ha cambiado?
- ¿Porqué? Por qué soy tu dueño, por qué me perteneces y yo puedo hacer lo que quiera contigo ¿Te gusta?
Su mirada es completamente diferente a las que he visto hasta ahora.
- Y yo que tengo que ver con todo esto?
- Es simple Elizabeth yo no soporto que ni tu ni nadie me grite y menos que quiera darme ordenes, así no funcionan las cosas y por eso haré que te arrepientas
Lo miro su rostro no refleja expresión alguna no sé si llorar, o ser valiente correr imposible no puedo.
- Mira al techo - hay unos grilletes colgando del techo - es aquí en donde azotaban a las personas de otros reinos para sacar unas cuantas verdades
- Yo no tengo nada que decir
- Si tienes mucho que decir como tu edad - rompe mi blusa me mira - Hace unas semanas que no te marco, que no dejo en claro que eres mía pero hoy, hoy será la diferente - me duele pasar la saliva mi labio inferior tiembla
- Mi edad no es la razón
- No , no lo es te azotaré porque quiero hacerlo por que es una forma de desquitar esto que siento lamento no ser tan dulce como antes ya no serán chupetones, ya no serán simples pellizcos, desde que te conozco mi único deseo es destruir esa alma tan pura que tienes, lo único que quiero es lastimarte
- Eso es algo enfermo de su parte
- Para mi era placentero, me llena de tranquilidad
- ¿Y esto también es excitante?
- No lo sé nunca lo he hecho pero ya sabré hoy - sonríe
Veo hacia la salida, no pienso en otra cosa, debo salir de aquí, eso debo, corro hacia la puerta, pero se ve muy lejana, estoy a punto de salir, pero el me toma del cabello, doy n alarido de dolor y caigo al suelo de espaldas.
¡Duele!
Me toma en brazos y me lleva hasta donde están los grilletes, me deja en el suelo, me levanta sin dificultad, los toma y comienza a atarme, me cuesta mucho no quejarme, mis pies ya no tocan el suelo.
- Te ves linda Mi Beth
- Elizabeth me llamo Elizabeth - es lo único que puedo decir
- El día de hoy haz decidido ser insolente, muy bien, me das más motivos para castigarte
- No - grito - por favor
- Y ahora pasamos a las suplicas
- Usted me castiga por que siente culpa ¿Cierto? saber que por culpa suya Mili se suicidó
- Cállate
- No, no me voy a callar, sabe que es cierto lo que digo
- ¡Que cierres la boca!
Me azota por primera vez, no sé de dónde ha tomado la fusta con la que me golpea, pero mi cuerpo se retuerce, tomo una bocanada de aire, mis labios tiemblan, no quiero llorar pero me reprimo.
- Esto es por tu falta de respeto a tu Rey y Señor
- Ese Rey y Señor no se merece nada - respondo
Se queda callado y comienza a azotarme, mi espalda arde, mis piernas arden, mis brazos arden, el no dice nada, solo se escucha el eco de mis gritos, me ahogo en mis lágrimas. No pido perdón o algo de compasión, lo único que deseo es que deje de lastimarme.
Mi vista comienza a nublarse, me falta la respiración, la circulación en mis muñecas es mínima.
- ¡ Ya no puedo! - susurro
Gabriel.
Se ha quedado callada, no dice más, no se queja, dejo de azotarla y voy a verla, se ha desmayado, de pronto un poco de culpa me invade, creo que fui muy duro con ella.
Pero a la vez siento un a gran satisfacción, esto es algo que siempre había deseado, la miro por unos instantes, todo su cuerpo está flagelado, hay algunos hilos de sangre corriendo por su cuerpo, sus manos, todo.
Con cuidado la bajo, me encamino a la salida.
- Señor, lo esperan en el velatorio
-Que esperen - respondo
- Alguna criada puede curar a la Señora
- No, nadie la va a tocar, lo haré yo
- Como usted ordene
Sigo hacia nuestra habitación, abro la puerta y la dejo boca abajo en la cama, necesitaré sacarle bien la ropa, busco unas tijeras en el cajón, enseguida las encuentro, corro a quitarle la ropa, me apresuro a curar sus heridas.
Ella aun no reacciona, tal vez será mejor que duerma, al curarle las heridas siento una mezcla de placer y satisfacción, con un poco de culpa.
- Lo lamento - digo
Sé que ella no me perdonará y que este es un paso sin retorno a lo que antes fuimos, sé que no podré parar, pero tampoco es algo que me importe demasiado. Lo único que se alberga en mi alma es destrucción, odio, no hay más.
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La Ultima Virgen
Teen FictionElizabeth es una chica que ha vivido por 15 años dentro de un bosque, su único pasatiempo es leer, su vida es apacible y tranquila, vive con su madre, hasta que una tragedia la lleva a conocer al Rey de su nación, un hombre despiadado y sin sentido...