Capítulo 19

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— ¿Para que fuiste a buscarme? —su pregunta me toma por sorpresa.

—Te marchaste... —juego con la punta de mis dedos—, no habías ido a dormir desde hace mucho tiempo, me preocupé por...

—No me marché, tenía unos asuntos que resolver —gruñe interrumpiéndome—, dejé mis cosas porque volvería. Te pusiste en riesgo, ni siquiera sabías si me encontrarías. Y aún así fuiste.

—Tú también lo hiciste. Te embriagaste y condujiste una motocicleta a una velocidad mortal, e independientemente de que no puedas morir porque eres un subordinado, debes tener cuidado, Harry. ¿Qué acaso morir a cada rato no tiene consecuencias?... —saca unos cigarros de sus vaqueros y enciende uno, le da una calada y me mira impetuoso—. Me buscaste y me seguiste como un maniático, me asustaste demasiado. No sabía si te había sucedido algo, no tenía idea de a dónde habías ido.

— ¿Te asuste?... No es la primera vez que te sucede ¿Cierto? —frunce el ceño y se endereza cruzándose de brazos. No le he contado nada, de que me persiguen—. ¿Cierto? —vuelve a preguntar ésta vez impaciente.

—No. Es otra de tantas. No sé porque lo hacen, no sé qué son ni lo que quieren, no quiero escuchar lo que me susurran... —el miedo estruja mi pecho—. Es demasiado.

—Eso no tiene sentido —sisea con la voz ronca y le da otra calada al cigarrillo, expulsa el humo por la nariz y carraspea para aclararse la voz—. Es algo más, Heather. Estoy seguro de que nadie se metería con el aura que emana el cuarzo, a menos... Heather, escúchame bien, no confíes en nadie, estaré al pendiente de ti todo el tiempo, te daré mi número y me llamarás si algo sucede.

—Harry, estás asustándome. Dime que pasa, ¿Qué tienes en mente? —pregunto con un hilo de voz.

—Los subordinados de la muerte. Somos nueve los encargados de este trabajo, Heather. Nadie ni nada se acercaría al aura de alguno de nosotros. Posiblemente alguno podría saber quién eres; son los únicos capaces de tocarte si ellos quieren y lo desean. ¿Acaso te tocaron?

— ¿Qué? —me quedo atónita, una pizca de adrenalina y pánico se combinan y recorren mi sistema, no sé exactamente qué es lo que tengo que sentir ahora mismo—. Sí, sólo una vez... —respondo en voz baja recordando la vez en que me jalaron y azotaron contra el piso—, ¿Qué es lo que quieren?

—No sé. Ni siquiera sé si son ellos pero de igual forma debes tener cuidado, no confíes en nadie por favor —me toma por el cuello y clava su mirada en la mía—, en absolutamente nadie —repite una vez más y me da un corto beso en los labios.





[...]







"No confíes en nadie" repite la voz sin tono en mi cabeza.

Desde hace días en los que Harry me dijo que tuviera cuidado no he dejado de estar de paranoica y nerviosa, últimamente todos me parecen raros, miro a todas las personas a los ojos y a sus rostros, tengo cuidado de que no me sigan pero siempre está ese cosquilleo detrás de la nuca, no puedo dormir tranquila, no puedo hacer las cosas como normalmente las hago.

Harry por su parte ha estado cuidándome demasiado, va por mí al salir del trabajo y me lleva también, me acompaña todas las horas posibles y se lleva de maravilla con la señora Becher, ellos ya se conocían y no puedo evitar mirarlos con una sonrisa de tan bien que se llevan, son como familia. La señora Becher era fiel amiga de Anne, la mamá de Harry, y al verlo por primera vez en tantos años no le cabía toda la alegría en su sonrisa, lo trata con todo el amor que merece, todo el amor que le falta de su familia y que el pueblo le encara con odio.

El Ángel De La Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora