Capítulo 32

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Dedicado a: OEiram
¡Eres mi corazón entero!

Las hojas de los árboles se azotan contra la ventana, mientras ella sigue acostada con las respiraciones de él contra su oreja que la mantienen despierta, preocupada y asqueada. Me pregunto como es que llegaron a esto, porque ella ya no lo soporta, y lo único más fuerte que el amor y que la mantiene atada es el miedo. Miedo a cualquiera de las cosas que pudiese hacer, pero ¿Por qué?, nadie debería ser suficientemente aterrador como para condenarte, es demasiado loco. Yo no podría.

Puedo estar aquí de pie, frente a ella sin que se de cuenta, puedo merodear por su casa y ver lo que me plazca, me encantaría poder ayudarla. Ahora que ya amaneció, ella sigue con la expresión tensa y aterrada, no durmió en toda la noche mientras él dormía como un bebé a su lado, algo cambió, ella no luce como antes, apenas es una imagen descolorida y poco vívida de lo que era antes, podría decir que luce más delgada y ojerosa, descuidada y desconcentrada de todo en cuanto le rodea.

Ella no es la Kristen llena de vida de hace unos meses, ya se acabó la diversión en su expresión y todo eso que la hacía soñar despierta, su energía, sus ganas de seguir. Mientras la veo comer cereal en la mesa, sola y desganada, me doy cuenta de más cosas de las que debería, como que ya no se alimenta bien, ni por su bebé, apenas come lo primero que encuentra y no se esmera en hacer nada, en vestirse, en comer, en cuidarse. Esta hecha una mierda totalmente y puedo sentir empatía con ella porque yo también lo he sentido.

Es repugnante querer atar a una persona a permanecer a tu lado, pero él está tan loco, tan desquiciado, ¿Por qué piensa que tiene tanto poder sobre ella? ¿Por qué no la ve como yo lo hago? ¿Por qué está destruyéndola?... ¿Por qué ella no le dice que ya no quiere estar con él?

Aron llega por detrás de ella y la toma del cuello para forzarla a alzar el rostro, la besa con fiereza y sonríe con alevosía. Él piensa que ella es de su propiedad.

— ¿No hiciste el desayuno? —pregunta ante lo obvio mientras saca los ingredientes para hacerse un sándwich.

—No me siento muy bien —apenas y lo mira, apenas y sostiene la cuchara sobre su boca.

—Yo te veo perfecta —sonríe aún más mostrando los dientes—. Anoche estuviste estupenda, como me gusta.

Me dan ganas de reventarle la cara. Es un estúpido. Ella no dice nada, no quiere alargar la conversación, quiere que se vaya.

— ¿Y Styles? —le da un mordisco al sándwich—. Espera, ya sé. Ocupado. ¿No?

—No me hables así.

— ¿Por qué? —alza la voz—. No estás ayudándome en nada, y me lo prometiste.

— ¡Porque quiero olvidarlo! —medio grita azotando su puño contra la mesa—, ¿Qué hay en ello? ¿Para qué tanto alboroto!

— ¡PORQUE ODIO A ESE IMBÉCIL! —la toma por la muñeca y la presiona, lastimándola.

—No parece, estás dándole lo mejor de tu vida. Sólo hay valor monetario en lo que quieres, ¿Para qué quieres ese bar legalmente? ¿Para venderlo? ¿Quemarlo? ¿Destruirlo?

—Tú no entiendes. Es más que eso, necesito derrumbar ese lugar porque hay algo de prioridad sepultado ahí. Y no podré hacerlo sin ti, ¡ya lo intenté!, ¿¡Crees que me hace feliz!? ¡está destruyéndome! ¡está acabando conmigo!, y tú no haces nada.

La suelta con suavidad y se da la vuelta.

—Sólo quiero que me cuentes, dime lo que hay ahí.

El Ángel De La Muerte | H.S | COMPLETA | (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora