La mansión era increíblemente enorme, Melina llevaba caminando toda la mañana sin detenerse mucho en las habitaciones, parecía que no tenían fin, seguían y seguían habiendo cuartos en esa mansión.
― “¿Cuanta gente vive aquí?” ―se preguntaba continuamente mientras vagaba por las habitaciones.
Aún llevaba encima un poco del trauma sufrido esa mañana. No podía recordar cómo demonios llegó allí, aun ahora se le complicaba rememorar los sucesos pasados, por no decir que no recordaba nada. Sus últimos frescos y vagos recuerdos eran un baile, un salón y nada más, aunque aún eso no podía recordarlo con claridad.
― “Al menos se quién soy y como me llamo” ―sonreía positivamente mientras volvía a abrir otra puerta admirando la belleza de su interior, una enorme habitación muy similar a las demás ― “Se siente raro no poder recordar nada” ―repetía cerrando la puerta y dirigiéndose a la siguiente ― “no soy capaz de recordar por mí misma lo que me pasó, mi memoria parece haberse bloqueado”
―“Sé”―se dijo― “que cuando se sufren impactos demasiado fuertes la mente se protege a sí misma, creando lagunas o espacios mentales en blanco donde no se puede recordar los motivos que te causarían traer de nuevo a la mente momentos lo suficientes traumantes para ser olvidados” ―detuvo su caminata exploratoria para tomar un poco de aire, recuperar el aliento y continuar en sus andanzas ― “en mi caso, puedo suponer que fue por el tremendo golpe que me di en la cabeza” ―se tocó la venda que llevaba en la frente ― “Kay fue quien me contó todo, aunque debo admitir que casi muero del susto al despertar”
Esa misma mañana Melina despertó en una habitación que no conocía, con un tipo a su lado que apenas y si recordaba. Llevaba una venda en la cabeza, dos en el brazo y otra en la pierna; no recordaba nada, y le dolía todo el cuerpo.
Sus únicos recuerdos eran los que Kay le había contado.
Según él, ambos, junto a todo su valet, fueron a una reunión de gala auspiciada por el anfitrión organizador del festival de ferrada, todo un privilegio cabe aclarar. De donde cansados decidieron salir a dar un paseo por los elegantes jardines. Cuando andaban en esas, un tipo salido de ninguna parte los atacó, intentaron escapar, pero en un momento de confusión se separaron. Kay la busco por todas partes encontrándola justo al momento en que ella se lanzaba por el acantilado al estilo de Tomb Raider, porque resulta que la dichosa mansión estaba ubicada al borde de un río, o algo muy parecido a eso.
Eso le parecía a Melina un cuento de hadas, no tenía ni pies ni cabeza, ella sospechaba que esa no era la verdadera historia, o al menos no la versión completa, pero, lastimosamente, no había nadie quien la contradiga, no había testigos, era sus recuerdos nulos contra la palabra de Kay. Aunque una corazonada le decía que allí faltaba algo importante, Kay se lo explico fugazmente, ¿o no?
―“¡AH! ¡Demonios! ―protestó internamente ―“¡no puedo si quiera recordar claramente su explicación!” ―inconscientemente volvió a llevarse la mano a la frente donde se había golpeado ―“creo que el golpe resulto ser más fuerte de lo que pensé”.
―Señorita, ―dijo una voz a su espalda que casi la mata de un susto ―no debe andar por estos lugares sola, es peligroso, debe guardar reposo ―era el mayordomo, o lo que parecía ser uno, aparentaba tener unos veinticinco, quizá menos, demasiado joven para ese cargo según ella.
― “Ricos” ―pensó para sí rodando los ojos.
―Señorita ― volvió a llamarla sacándola de sus cavilaciones.
―Sí, sí, ya ―dijo fastidiada ―el doctor dijo reposo, es solo que estaba demasiado aburrida ―cruzó los brazos sobre su pecho haciendo un puchero ―soy una persona hiperactiva, y estar en reposo no es lo mío.
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Enamorándose del demonio #BNE
FanfictionMelina, una chica normal termina envuelta en un mundo completamente opuesto al suyo desde que se topó con un extraño joven de ojos verdes. Desde entonces su vida se transforma en un caos, donde el dolor, traición, venganza, muertes y asesinatos se...